Tres meses después del incidente lo volví a ver. Ahora utilizaba bicicleta o el metro por medio de transporte y ya tenía un empleo donde le pagaban mejor.
Esa fue la primera y última vez que hablamos amigablemente. Para mi fue suficiente para no olvidar detalle alguno.
Nos encontrábamos en el mismo semáforo donde casi me atropella, sólo que ésta vez nos encontrábamos esperando un camión público. Así que nos sentamos sobre la banqueta.
- ¿Ya no han tratado de atropellarle a vos? -comenzó a hablar Rojo. Y luego rió.
- Pues he tenido la suerte de que los frenos de aquellos tipos funcionen.
- Sí. Mi carro era viejo, lo bueno es que ya me deshice de esa vaina.
- Veo que no quieres perder tu forma de hablar.
- Extraño mi país. -guardó silencio- ¿Andas chicle?
- No, pero tengo mentas. ¿Quieres una?
- Gracias.
Tomé una menta del paquete y se la entregué a Rojo.
- ¿Algo nuevo? -dije para romper el hielo.
- Pues -suspiró- mi novia me dejó. -miró a los autos que pasaban frente a nosotros- No lo sé. Me dijo que yo no era suficiente y que esto ya no funcionaba.
>> Al principio ella quería terminar bien, pero después simplemente me lo dijo. Creo que ella estaba viendo a alguien más. Nunca me lo dijo, pero eso yo sospechaba.
>> Ahora, cada vez que me la encuentro, la veo con una amiga, creo que es su mejor amiga o la única que tiene. Al parecer sólo quería pasar tiempo con sus amigas.
- ¿Y tu familia?
- Mi hermana está en la ciudad. Hace un mes que llegó. Está quedándose en mi apartamento y ya consiguió trabajo.
- ¿Ah, sí? ¿En dónde?
- Como ayudante en un asilo. A lo que yo entiendo, a ésta maje le gusta un tipo de ahí. El chico es más joven que ella, dice que a él no le pagan.
- Tal vez está haciendo las horas de servicio comunitario. Para la escuela.
Un camión paró para que gente bajara. Era el mío. Me tenía que ir.
-Bueno, me retiro. Se está haciendo tarde. Fue bueno hablar. -dije antes de subirme al transporte público.
- Digo lo mismo. Nos vemos.