...Y recibiréis poder...

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Necesitaba encontrar a Dios para preguntarle sobre la muerte, pero en sus respuestas sólo encontré vida.
Quería encontrar un motivo para seguir viviendo, y a cambio encontré algo por lo cual vale la pena morir.

Tras la muerte de mi padre recorrí muchos lugares buscando quién me diera entendimiento y me ayudara a sacarme el dolor que sentía. Y no resultó una tarea fácil.
Uno de esos lugares fue una pequeña iglesia evangélica bautista del barrio.
Allí me recibieron con alegría y, como yo era guitarrista, me invitaron al ensayo de los músicos. Al tiempo empecé a tocar con ellos en los cultos, pero sin que nadie lo supiera, tenía grandes luchas por no poder dejar los vicios que traía.
Ellos hablaban mucho de Dios y de Jesús (aunque casi nada del Espíritu Santo), pero yo no veía evidencias concretas de que lo que predicaban era cierto. Igual seguí yendo porque me llevaba bien con la gente que allí concurría.

Hasta que un domingo todo cambió. Yo había ido a emborracharme la noche anterior, y por eso tenía una resaca terrible (dolor de cabeza, descompostura general, etcétera). De todos modos, como una hora antes del culto, fui al templo para ensayar con la guitarra lo que íbamos a tocar más tarde, y a alguien se le ocurrió que todos los músicos nos tomáramos unos minutos para hablar a solas con Dios.
Como yo sabía que mi condición no era la mejor, recuerdo que pensé y le hablé con toda la sinceridad de mi corazón: "Dios, si existes de verdad, entonces ya sabes que me estoy mandando cualquiera... Si realmente estas ahí, te pido perdón".

Algo muy loco se desencadenó esa noche. En medio de aquella reunión, Él vino sobre mí.
De repente comencé a llorar y temblar sin control ni motivo aparente. Eso duró unos cuantos minutos, pero allí algo dentro mío cambió para siempre.
Nunca antes había sentido algo así. Fue una vivencia por completo poderosa, sobrenatural y genuina.
Después de esa experiencia, por primera vez en la vida me sentí absolutamente pleno y libre, como si me hubieran sacado un gran peso de encima. Me sobrevino una alegría inexplicable y apabullante.
Cuando la reunión terminó, la gente me miraba raro porque me había pasado algo sin precedentes en el lugar. Busqué para ver si a alguien más le había sucedido lo mismo, pero no, ni tampoco me supieron explicar lo que había pasado conmigo.

En los días siguientes, empecé a tener visiones de cosas que luego sucedían y eso me asustó. Fui a preguntarle al pastor local, pero no tenía idea, así que comencé una búsqueda exhaustiva y personal de Dios en mi intimidad.
En la soledad de mi habitación el Espíritu Santo me hacía vivir experiencias gloriosas. Muchas veces empezaba a orar normalmente y terminaba tirado en el piso, o llorando, o teniendo visiones, o temblando bajo su poder; pero, comparado con esas nuevas experiencias, cuando iba a la iglesia todo lo notaba chato, aburrido, rutinario y sin vida.
Finalmente, y a pesar del enojo de los hermanos de aquella congregación, decidí ir a congregarme en otra iglesia, también evangélica bautista, pero carismática.
Quedaba mucho más alejada de mi casa y tenía que viajar bastante para poder llegar, pero lo hacía con gusto, porque allí encontré gente que sí había vivido experiencias similares a las que yo tenía con Dios.
El primer día que fui, una mujer me habló bajo el don de profecía. Yo no la conocía ni ella a mí pero, sin que yo le dijera nada, me respondió las preguntas que le había hecho a Dios en privado, en mi habitación, sin que nadie más lo supiera. Además, ese día me impartió los dones espirituales de palabra de sabiduría y de lenguas.
Poco a poco, con el correr del tiempo, fui aprendiendo a discernir la voz del Espíritu Santo y conocí parte de su poder.
Producto de esto, vi muchos milagros, liberaciones, sanidades, y también aprendí cómo ponerme de acuerdo con su palabra, donde los límites de lo imposible desaparecen.
Vi a Dios sanar enfermos terminales, soldar huesos rotos al instante, hacer crecer inmediatamente piernas y brazos cortos frente a mis ojos; miles de sanidades emocionales, cantidades de endemoniados quedar libres (incluso yo mismo), recibí revelación para interceder por personas de distintos países, que yo ni siquiera conocí, pero luego venía la confirmación de esas oraciones contestadas. También recibí revelación sobre catástrofes naturales antes de que ocurrieran, y al tiempo me enteré de que fueron frenadas sobrenaturalmente. También muchos otros hechos prodigiosos y extraordinarios que serían muy largos de contar ahora pero que, si Dios lo permite, tú también experimentarás en carne propia, y aún cosas mayores.

Entendí que el mundo que conocemos tiene fecha de caducidad, pero vendrán una tierra y un cielo nuevos; que todos los hombres venimos de Dios, pero los que estamos en Cristo vamos a volver a Él; que fuimos hechos para reinar, y lo haremos bajo la autoridad del Rey de reyes y Señor de señores; que Jesús es ese Cristo, el Hijo de Dios enviado a transformarnos también a nosotros en hijos del mismo Padre; y que podemos tener miles de preguntas, todas las cuales serán respondidas en su momento por el Espíritu de Verdad.

Para terminar, te digo que no tienes por qué creerme, pero lo que lees es cierto. Puedes comprobarlo tú mismo, si sigues los mismos pasos que yo: cree en Jesús, búscalo, hazlo el centro de tu vida y entrégate por completo a Él. Se sincero y verás que en algún momento el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y recibirás de su poder. Entonces te convertirás en un testigo de sus maravillas, y querrás contárselo al mundo entero.

Hace ya más de 10 años que, junto a muchísimas otras personas, sigo a Dios a dónde me guíe. Pero ya no lo busco para pedirle, sino para darle todo lo que soy; porque descubrí que estando en su camino recibimos mucho más de lo que podemos pedir o entender, y lo que hablamos lo decimos porque hemos sido testigos de su gloria.

Que Dios te bendiga, se te revele, y transforme tu vida de gloria en gloria y de poder en poder.
¡Hasta pronto y que tengas mucho éxito!

Una historia con DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora