Capitulo 1

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Mis piernas duelen como los mil infiernos, a cada paso que doy, siento como si millones de agujas se incrustada en las plantas de mis pies, los gastados tenis no sirven de mucho en tratar de ayudarme a que el dolor disminuya, pero tampoco los culpo, quiero decir, el correr ir en medio de un bosque siendo alumbrada solo por la luz lunar entre las hojas de los árboles sin ningún tipo de descanso, bueno, no es tan fácil, mis cabellos negros ayudan a mantener mi presencia oculta de quiénes huyó, mientras que mis ojos esmeralda contribuyen con la vista nocturna, me siento cansada, sedienta y hambrienta, todo lo que un ser humano necesita para sobrevivir.
Mis pasos se vuelven más tranquilos al no escuchar algún aleteo o alguna cosa que se arrastre en varios kilómetros, mi respiración se siente muy pesada, siento que me dará un ataque de asma si no paro de tratar de recuperar mi respiración, pero el echo de que estoy asustada y que no encuentro en donde esconderme, no ayuda mucho a tranquilizarme, escaneo con un pequeño collarín que tengo amarrado en mi cuello, el área de donde me encuentro, parece que estoy en lo profundo del bosque, mi vestimenta cambia para adaptarse el ambiente, en estos tipos de casos, agradezco que me hayan secuestrado y experimentado con mi cuerpo, me ayuda a adaptarme más a mi ambiente proveyéndome calor o frescura dependiendo de mis necesidades.
Mi vestimenta se vuelve de color negro con leves líneas fosforescentes de un tono azul, brillan en cuanto hago algún movimiento dando señal de que me encontraba lejos de quiénes huía, su textura es elástica pero no produce algún ruido molesto, es como una segunda piel escamosa, al cubrir mis manos, de estas salen unas pequeñas uñas afiladas mientras que en mis pies se ha vuelto mas cómodo desapareciendo los apestosos zapatos, camino tranquilamente hasta llegar a una cueva adentrándome e ella.
Era bastante habitable al menos para esta noche, me senté en la pared rocosa colocando mi rodilla izquierda cerca de mi pecho colocando mi brazo por encima, sabía que no tenía mucho tiempo antes de que me encontrarán y encerraran de nuevo, siempre me arrepentiré de decirles a mis padres que mis cabellos y ojos cambiaban de color respecto a mis estúpidas emociones, esa era la primera etapa que todo científico amante de la evolución del hombre esperaba.
En los años recientes, un científico loco llamado Alejandro Carvajal, una de las mente más codiciadas en cualquier área química, física, robótica, bueno, en todo lo que tenga que ver en la ciencia, era una de las mentes más brillantes de nuestros tiempos, era como un dios, los zumos se le subieron e intento, al igual que todos, crear vida más desarrollada que la humanidad, uso cualquier químico extraño en varios fetos de mujeres embarazadas que querían abortar, claro, por el dinero cualquiera comete estupideces, pero ninguna madre o feto había sobrevivido a tales condiciones deplorables, así que recurrió a crear sus propios fetos, por supuesto que menos había ocurrido algún progreso, fue tanta su necedad de crear algún humano extraordinario que soltó, por medio de androides con alas metálicas, un virus lo bastante fuerte como para matar a millones, pero, de todas las muertes y la caída de la humanidad, había algunos pequeños que adoptan el virus como un viejo conocido, se integró perfectamente su ADN comenzando a desarrollar su inteligencia y capacidades, claro que el gobierno puso mucha atención en esto, así que crearon escuelas especializadas en estos casos, la tecnología avanzaba a pasos agigantados con estos nuevos fenómenos, que incluso daban grandes recompensas de dinero si alguien sabia de la existencia de niños más inteligentes, o algún fenómeno e estos.

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