Capítulo 1

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Era una fresca tarde de Octubre de un sábado cualquiera que había decidido dedicar a hacer prácticas en el laboratorio de biología marina de mi ciudad. Este curso había comenzado duro y quería rascar algún punto para la nota final haciendo todas las prácticas que pueda. Parecía ser un día relativamente normal y hasta entonces aburrido, pero una llamada de teléfono dando la alarma de un varamiento en la playa me hizo pensar que por fin haría algo divertido. Los compañeros del laboratorio, en su mayoría hombres mayores, dedujeron que se trataría de alguna ballena o delfín. Si llegábamos a tiempo podríamos devolverlo al mar, algo que me encantaba. Así que un grupo de cinco personas, incluida yo, nos dirigimos hasta la playa para investigar la causa que haya llevado al animal a acabar en la orilla de la playa.

Durante el camino uno de los científicos que nos acompaña a los más jóvenes hace una llamada a la policía para que acordone la zona, cosa que nos resulta extraño. Al parecer durante la llamada le preguntaron a la persona al otro lado de la línea si sabría identificar qué clase de especie marina se trataba, sin embargo se veía incapaz de saberlo, alegó que jamás en su vida había visto una cosa igual. Aquello alarmó a los más adultos y decidieron que era mejor que ningún curioso se acercara al animal hasta no estar seguros de que no supone un peligro para nadie. La cosa se ponía interesante y eso me animaba enormemente, estaba deseando llegar a la playa y comenzar a utilizar todos mis conocimientos aprendidos durante el curso pasado.

En cuanto ponemos un pie en la playa decido descalzarme para caminar con más comodidad. Este gesto lo miran con rareza mis compañeros; pobres todos ellos que acabarán con los zapatos llenos de arena. En seguida vemos el cordón policial y varios agentes impidiendo el paso a una veintena de personas que se habían congregado allí. Además del cordón habían puesto una tela blanca alrededor del cuerpo del animal para impedir que alguien lo viera, por lo que todos llegamos con la incertidumbre el doble de acentuada que antes. Tiene que ser algo gordo para que lo conserven tan en secreto. ¿Estaremos ante una nueva especie animal? Siempre he sabido que el océano es inmenso y que el ser humano solo conoce un 5% de la vida marina, el otro tanto permanece oculto bajo las profundidades del agua, así que aún hay muchos misterios que descubrir en él. Por eso me decanté por estudiar esta carrera, el mar es mi pasión y sueño con descubrir todos y cada uno de sus secretos. Y puede que esté ahora mismo delante de uno.

Los nervios se apoderan de mi con cada paso que me acerca más hasta la lona que oculta al animal varado, no me imagino qué clase de especie será. ¿Tendrá grandes proporciones o será de lo más pequeño? Apenas unos cinco metros me separan de saber la verdad. Mis compañeros están tan emocionados como yo y entre todos nos lanzamos miradas nerviosas. A veces pienso que el ansia del conocimiento hace que el ser humano progrese a pasos agigantados. En este momento tengo esas ansias, de saber qué hay ahí, de investigarlo, de conocer su vida. El saber no ocupa lugar.

Cuando nos encontramos frente a la lona esperamos a que la persona a nuestro cargo de el paso y se adelante a la "expedición". En el momento en que descorre la gran sábana blanca el profesor contiene el aliento, mis compañeros se apresuran a colocarse tras él, mirando por encima de sus hombros. Todos comienzan a murmurar y yo tengo que abrirme paso entre empujones para saber de qué se trata. En el momento en que mis ojos se topan con el animal siento un vuelco en el corazón y abro los ojos como platos.

-No puede ser... -murmuro en un tono tan bajo que nadie parece haberme oído.

Tras unos segundos, en el que todos nos hemos quedado paralizados, no he podido apartar la vista del impresionante hallazgo: una criatura con cola de pez, pero con manos, cuerpo y cara humana. Una sirena.

El secreto del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora