Capítulo 1

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-Fátima.-Me despertó mi madre a gritos desde el piso de abajo.- ¿Quieres hacer el favor de bajar? ¡No vas a llegar a clase!

Miré el reloj, las 8 y las clases empezaban en media hora, me levanté de un salto y fui corriendo al armario. Cogí lo primero que pille, unos vaqueros y un jersey, no dedicaba mucho tiempo a la ropa que ponerme. Me ponía nerviosa la gente que llevaba media hora tarde porque no sabían que ponerse.

Cogí la mochila y el libro que estaba encima de la cama, me cepillé el pelo y me lavé la cara y bajé. No había un día en el que no llevara un libro encima, aunque sólo fuera a tirar la basura. Nunca se sabe dónde se puede necesitar un libro, igual al ir a tirar la basura no podía entrar a casa y necesitaba algo con lo que entretenerme. Mi cuarto con los años parecía más una biblioteca o una librería que una habitación.

-Fati, si quieres te llevo yo a clase.-Dijo mi hermana mayor, Paula.-Hoy voy más tarde a la universidad y no me importa llevarte.

Tenía dos hermanas, una mayor y una menor. Una iba a la universidad otra al colegio y yo al instituto. La mayor, Paula, era la perfeccionista, siempre tenía que ser la mejor en todo… Su cuarto estaba siempre impecable, toda su ropa perfecta... Eso sin mencionarla a ella, que siempre llevaba el pelo con unas perfectas hondas y perfectamente cuidado, tenía el pelo castaño con reflejos rubios y unos preciosos ojos azules. La pequeña, Andrea, era la silenciosa, cuando era más pequeña hablaba constantemente y un día de repente dejó de hablar. Justo el día en que mi padre se fue. Tanta chica se desesperaría, aunque digo eso ahora que ha pasado tiempo… Antes no era tan fácil. Volviendo a Andrea, tenía los ojos azules como Paula y como mi padre y el pelo moreno. Y yo… No sabría describirme a mí… Soy la única de mis hermanas con los ojos oscuros, y bastante oscuros… Y me paso el día leyendo. No soy la más popular de mi instituto pero tengo las amigas suficientes.

-Vale.-Dije seca y me comí rápido una tostada y bebí el café de un sorbo.-Ya está.

-Que pases un buen día.-Dijo mi madre cuando ya estaba saliendo y cuando ya estaba fuera la oí que seguía hablando.-Y la próxima vez date más prisa.

Me subí en el coche de mi hermana y me puse los cascos, me puse a mirar a la ventana y cuando me di cuenta vi que mi hermana hablaba, me quité los cascos. No sabía cuánto tiempo llevaba hablando pero no se había dado cuenta de que no le estaba haciendo apenas caso.

-¿Qué dices?-Pregunté y fue entonces cuando se dio cuenta de que no le estaba escuchando.

-Fátima, ¿te das cuenta de lo despistada qué estás? Llevo una hora hablándote y no te has dado ni cuenta...-Dijo y comenzó a echar su charla de hermana mayor con mucha más experiencia.-Hemos llegado, corre o te quedarás fuera.

Subí rápido las escaleras y entré en el instituto, nada más entrar las puertas se cerraron. Suspiré aliviada, por poco no llego. Entré en clase y me senté rápido en mi sitio.

En seguida entró el profesor de matemáticas y miré a Rocío que me deletreaba la palabra lenta, ella era la reina de la puntualidad, siempre llegaba la primera y siempre iba impecable. Le saludé con la mano y volví a mi cuaderno.

Mi compañero de la derecha, Álex, escribía en su cuaderno. No me llevaba con él, parecía simpático pero las máximas palabras que nos habíamos cruzado eran un qué hora es y qué tal el examen. Arrancó la hoja del cuaderno que estaba escribiendo y me la pasó a mí. Me quedé sorprendida pero lo cogí igualmente.

“Tengo que comentarte algo. ¿Cuándo acabe la clase en la puerta del baño?”, ponía en la hoja. Que me escribiera era raro pero que me dijera eso mucho más, le dije que vale solamente por la curiosidad de saber que quería.

Cuando la clase terminó, Rocío fue a acercarse a mí pero me acerqué rápido intentando que no sospechara nada de a dónde iba.

-Tengo que ir un momento a hacer una cosa…-Dije antes de que ella pudiera hablar.

-¿Qué cosa?-Preguntó Rocío, me esperaba la pregunta pero no había pensado ninguna respuesta.

-Tengo que buscar a un profesor que quiere hablar conmigo, ya te contaré.-Dije saliendo rápido de clase.

Rocío era muy lista y era probable que me sometiera a mil y una preguntas a ver si mentía, se me había notado nerviosa y lo estaba. No sabía que quería Álex y eso me producía nervios, demasiados quizás.

Cuando llegué a la puerta del baño, Álex me metió rápido en el baño de chicos y abrió una ventana que había en la parte de arriba del baño. Eso empezaba a ser realmente extraño.

-Sal por ahí, yo te ayudo y ahora salgo yo.-Explicó Álex.

-¿Estás de broma? Lo siento pero me niego a saltar por ahí, todo esto es muy raro.-Dije pero antes de darme cuenta estaba escapándome por el baño.

Una vez fuera me hizo caminar hasta un lugar aislado de personas y donde no se nos pudiera oír y a cada paso que dábamos mis nervios aumentaban, estaba a punto de explotar.

-Siento todo esto.-Dijo finalmente.-Era importante estar en un sitio donde nadie pudiera oír.

-Te escucho.

-Yo…-Comenzó pero en seguida se calló y tardó minutos en continuar.-Es más difícil decirte esto de como lo había imaginado en mi cabeza… ¿Quieres ser mi novia falsa durante un año?

-¿Perdona?-Dije entre carcajadas, de las mil y una cosa que podía imaginar que diría ninguna era tan graciosa como esa.-Es una broma, ¿no?

-No, no es ninguna broma.-Dijo serio.-Necesito fingir que tengo algo serio contigo durante un año para demostrar que puedo estar todo ese tiempo con una chica.

-Estarías demostrando una mentira, eso… Realmente no sería así. ¿Un año saliendo de mentira contigo? No entiendo que ventajas puedo sacar yo de eso.

-Las que tú quieras...

Estuvimos un rato en silencio y yo le examiné de arriba abajo, nunca me había fijado mucho en él y no era feo, era alto con ojos verdes y el pelo castaño. Comencé a pensar en lo que me había dicho y no entendía por qué me elegía a mí con la cantidad de chicas que había por el mundo más guapas y más todo que yo.

-¿Por qué yo?-Dije finalmente.

-No eres fea, estás al lado mío en clase, puede ser creíble, eres madura y no sé, eres la persona perfecta para que se crean que aguanto un año.

-Vale.-Dije y al segundo me arrepentí.-Ahora me voy a clase, novio falso.

En el resto de las clases ninguna otra persona me pidió ser su novia falsa ni cosas por el estilo, cuando por fin terminaron las clases cogí mis cosas con la intención de ir a mi casa.

-¿Se puede saber qué te pasa?-Preguntó Rocío corriendo detrás de mí.-Estás súper rara.

-No me pasa nada, ¿vale?-Contesté borde y por la cara de Rocío me di cuenta de que me había pasado.-Lo siento Rocío. Es sólo que… Tengo un mal día. Ya hablaremos.

Rocío no insistió más y se lo agradecí enormemente, llegué a mi casa y subí rápido a mi cuarto. Me llegó un mensaje de Álex.

“Mañana lo hacemos oficial, ¿qué te parece?” preguntaba en el mensaje.

“Tú mandas.” Contesté simplemente.

No llegué a entender porque había aceptado esa locura, quizás necesitaba que a mi vida le pasara algo especial.

La chica de la sonrisa rotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora