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@Candace

Te faltó contar la parte donde te propongo ser mi enamorada. Fue la mejor parte.

— Entremos— susurraste, podía ver tus mejillas sonrojadas.

— Claro, cariño— no podía dejar de verte. Eres tan hermosa.

Había estado pensando durante mucho tiempo las palabras adecuadas. Tenía mi pequeño discurso preparado, en serio. Pero cuando llegó el momento, BORRÉ CASSETTE.

Era ahora o nunca.

 —  Valentina, tengo que confesarte algo importante— te giraste para verme con tus preciosos ojos café.

— Te escucho— me sonreíste, amo tu sonrisa.

No sabía por dónde empezar, las palabras fluían una tras otra sin sentido alguno. Pero te lo iba a decir, si me aceptabas o no al menos lo había intentado, aunque estoy seguro que hubiera luchado para que te enamores de mí si en caso tu respuesta era negativa.

— Te conocí de una manera muy extraña. Una chica me había mandado un mensaje mediante la firma de "@Candace" y no sabía qué hacer cuando me dijo que yo le gustaba. Me molestó no saber tu nombre al principio porque bueno uno siempre quiere saber el nombre de sus admiradoras— no debí decir eso, me golpeaste el estómago.

— Ajá— miraste la pantalla ignorándome.

— Yo estaba con Kathy y pues aquella bella señorita manda textos era sólo una desconocida para mí. Cuando terminé con ella, tú eras a la única persona a quien quería recurrir y no era porque un clavo saca a otro, sino porque de alguna manera extraña sentía que teníamos conexión y era demasiado raro. Amé cuando descubrí quién eras porque cuando te veía por los pasillos te me hacías conocida y nunca lo comprobé porque tú huías de mí. No entiendo por qué hacías eso.

— Me gustabas— respondiste.

— ¿Ya no te gusto?— protesté.

— Yo ehh... pues yo creo que... en realidad... yo...— te veías muy adorable.

— ¿Quieres ser mi enamorada?— al fin lo dije.

Te quedaste mirándome mientras poco a poco te escondías entre tus cabellos. Me puse aún más nervioso porque no respondías así que lo único que hice fue mirarte y no apartar la vista de ti.

— ¿Ahora?— no entendía lo que me estabas diciendo. A qué te referías.

— Si quieres— fue lo único que pude decir.

— Sí, sí quiero ser tu enamorada— sonreíste de repente— Te quiero Nicolás.

— Yo también te quiero preciosa.

Y fue ahí donde empezó un viaje contigo, un viaje misterioso lleno de obstáculos y adversidades pero si tú estabas a mi lado... Todo era posible. 

Sueños Enredados (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora