La brisa marina peinaba sus cabellos turquesa, mientras su mirada se perdía en la profundidad del océano. Nunca había observado el mundo desde un lugar tan alto. Ya que, siempre que viajaba en avión, se quedaba profundamente dormido, así que nunca tuvo la oportunidad. Cada paso que andaba, aceleraba el ritmo de su ya muy pisoteado corazón, pero, la decisión que lo llevó a aquel lugar alejado de la civilización era su última esperanza para conseguir la paz por la que siempre luchó y estuvo buscando por tanto tiempo. Al ver que no quedaba más que mar frente a él, cerró los ojos sintiendo cada elemento que lo rodeaba. El romper de las olas en las rocas, acompañado de las aves que rondaban el lugar, invadió sus oídos. La hierba fresca acariciaba sus pies descalzos y parte de sus tobillos. Entonces, dejó su mente en blanco para, finalmente, dejarse caer por el precipicio que llevaba rato admirando melancólico.
Lagrimas de tristeza se deslizaron por sus mejillas, humedeciendo la maltratada piel que poco a poco fue tomando un tono rojizo. Era el fin. Su tan deseado fin. Levantó los brazos para volar una última vez, cuando una voz lo dejó inmóvil. La voz que tanto amó y menos deseaba oír.
–¿Vas a alguna parte?
~Fin del Epílogo~