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PYNCH
ST. Agnes no era espectacular, pero estaba bien. Funcionaba. Tenia el espacio suficiente para que Adam pudiera estudiar, bañarse y dormir. No necesitaba nada mas. Incluso si quería más. Había sido idea de Ronan. Tal vez esa fue la razón por la que a Adam le pareció que la diminuta habitación estaba bien. Gansey le había ofrecido una habitación pero vivir a expensas de Gansey seria lo mismo que vivir a expensas de su padre, aun sin los golpes.
Y Adam no quería vivir a expensas de nadie. El primer paso fue difícil, todavía soñaba ese momento, el rostro de su padre, enfurecido, el rostro de Ronan, rabioso.
Quizá nunca dejara de tener las pesadillas. Pero al menos ya no vivía dentro de una.
Trató de darle las gracias a Ronan, tras dar su declaración, tras denunciar a su padre. Ronan estaba ahí, esperando, junto a Gansey. El primero no mostraba ninguna emoción, el segundo intentaba arduamente esconder todo lo que sentía, eso era peor.
Otra razón para tener su propio lugar.
Su propio pedazo en un mundo donde casi nada le pertenecía.
Ni sus manos. Ni sus ojos.
Ronan pensaba que era un estúpido. Trabajaba duro en no decirse a si mismo sus secretos. Si no se los admitía a sus propios pensamientos, nadie sabría.
Pero sus acciones tenían mente propia. Su cuerpo se movía a pesar de las estrictas ordenes de quedarse quieto. Y su corazón palpitaba un poco mas rápido cuando mas necesitaba que fuese despacio.
Miro la hora en su teléfono. 2:58 a.m.
Gansey dormía, una de las pocas noches en las que su mente lo dejaba descansar.
Tomó las llaves del BMW y a Sierra. El cuervo se escondió bajo la chamarra de cuero de Ronan. El pulso de ambos estaba acelerado, corriendo ante la expectativa de la noche, de los secretos, de los anhelos escondidos tras un muro de hierro.
Henrietta dormía, tanto como podía dormir un pueblo mágico. Las luces de las casas estaban apagadas en su mayoría. Las sombras bajo la luna formaban figuras feas, figuras que no debían ver a Ronan, ni escucharlo, ni sentirlo. Porque el no quería ser visto, escuchado ni sentido. Aun no.
Tal vez nunca.
Tal vez moriría con aquel secreto.
Tal vez nunca se permitiría desearlo, pensarlo. Era un castigo.
La iglesia tenia su propia elegancia, su propia magia. El único lugar donde los hermanos Lynch se reunían sin intentar matarse.
El lugar donde el mago vivía.
Para Ronan tenia un profundo valor, podía ligar esa iglesia a las personas que amaba.
Y a aquellos a los que no se permitía pensar en amar.
Sierra lo picoteo en el pecho, como si le dijera que se comportara. Su corazón estaba ligado a Ronan, y el corazón de Ronan era un volcán dormido con ansias de despertar.
Llegó hasta la puerta de Adam. Bajo la rendija de la puerta se veía una luz suave y amarilla. Sabia que estaría despierto. Vio la hora. Pasaban de las 3:00a.m. pero no mucho. Le resulto extraño el paso del tiempo, tan rápido había ido de un lado a otro, tan rápido pasaba todo, los pensamientos que no se permitían recorrían su cabeza en menos de un segundo y en el fondo de sus anhelos, se mantenían siempre, gritando por ser escuchados y atendidos.
Llamó solo una vez. Lo suficientemente fuerte para no ser ignorado.
Sierra dejó de moverse. Ella venia de sus sueños. De su mente. Ella había estado ahí, entre esos deseos, y lo deseaba tanto como él.
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PYNCH (The raven boys)
FantasyUn pequeño oneshot situado en el mundo de los libros. La escena donde Ronan va a dormir con Adam. CONTIENE SPOILER.