Capítulo 1: Introducción

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 Sonó el despertador. Hora de levantarse. Imposible para mí abrir los ojos luego de aquella noche, de la cual no recuerdo nada. Momentos borrosos se proyectan en mi mente, estoy completamente confundida.

 Otro día ordinario, misma rutina. Luego de vestirme, bajé a desayunar. Mis padres dejaron una nota de que no estaban, perfecto. Soy una basura para ellos y para todos. Lavo lo que utilicé y me dispongo a faltar, hasta que... mi celular vibra. Un número desconocido, ¿se habrá equivocado? De todas formas, era muy acertado: "No faltes a clases hoy" decía. Eso me da aún más ganas de ausentarme. No contesto y me tiro en mi cama. En menos de cinco minutos mi celular ya había sonado tres veces.

 A la cuarta decido revisarlo, malhumorada. "Llegarás tarde", "Tengo una sorpresa para ti", "No te atrevas a no venir" "¿Aló?". Todos esos mensajes me daban aún peor mala espina, pero supuse que era uno de mis estúpidos compañeros, de modo tal que comienzo a prepararme para ir al instituto.

 Pasaron 20 minutos entre que esperaba al autobús y viajaba para llegar. Entro a clases 5 minutos tarde. Observo con mala cara a todos, nadie tenía el celular cerca, ni nadie reía o hablaba de mí. Me siento y hago como si nada hubiese pasado. Atiendo a la clase hasta que toca el timbre luego de 2 horas. Tiempo de recreo. Sola sentada en un banco. No me molestaba, estaba tratando de averiguar quién me escribía. Hablando del rey de Roma, otro mensaje: "¿Por qué dudas de mí?. Harta, comienzo a caminar rápido por todo el amplio pasillo y el patio. Se me ocurrió hace rato llamar al responsable de mi inquietud. No creía que iba a funcionar. Recorría y recorría mientras mantenía el botón de llamar activo. En un momento siento levemente mi bolsillo más pesado. Tenía una tarjetita que decía "¡Vuelve pronto!". ¿A caso tiene todo esto relación con la anterior noche y el sujeto misterioso? Cansada de tanto misterio, reposo sobre el pasto. Mi respiración era irregular, me dolían las piernas, pero lo peor de todo, nada había funcionado.

"Levántate": me llegó aquel otro mensaje. Tocó el timbre para reanudar las clases, sin embargo lo ignoré. Volví a llamar al número revisando si sonaba en algún casillero, sin importar el castigo que podría llevarme. Nuevamente fracaso y me recuesto en el mismo sitio que antes.

-¿Qué haces aquí?

Escuché una misteriosa voz. Por impulso levanto mi mirada. Era un muchacho con capucha y lentes de sol en pleno verano. Me resigno a no responder.

- ¿Y?

El sujeto se acerca a mí y comienza a inspeccionar mi rostro. Avergonzada y molesta, me alejo.

- Vete- digo fría.

- Soy Álex- respondió con una leve sonrisa.

Dudé en responder, me pongo a la defensiva.

- ¿Por qué me buscas? Y esa vestimenta... además me preguntaste que hago aquí mientras que es la escuela a la cual asisto.

- Después de todo, veo que sabes hablar- dijo sonriendo más cálido que antes.

- Ca-cállate...- respondí sonrojada- ...y respóndeme.

- Ya te dije, soy Álex, nos conocimos ayer.

- Creo que te equivocas de persona o quieres molestarme.

- Vamos, Camille, ¿cómo me crees capaz?

 Miré para otro lado. ¿Cómo sabía mi nombre? Mi corazón comenzó a latir rápidamente. De todas formas quedaba aún la idea de que sea un compañero bromeando. Cuando alcé la mirada vi su cabeza descubierta.

- ¿Así está mejor?- preguntó, todavía sonriente como un niño.

 Una cabellera blanca cual copos de nieve descendieron al quitarse su buzo acompañado de la capucha. Sus morados ojos miraban fijamente los míos, esperando respuesta. Me quedé boquiabierta: este chico no era de este mundo.

- Disculpa sigo sin reconocerte.

- Entonces ven.

Agarró mi mano. Me detuve. ¿Cómo iba a irme a un lugar desconocido con un extraño que me conocía? No tenía nada que perder, digo, mi insolente familia y compañeros...

- No te ves tan convencida como ayer- dijo Álex, apenado.

- So-sólo quiero saber si eras tú quien me acosaba por celular.

- ¿Celular? ¿Qué es eso? Además, ¿tú me crees esa clase de persona?

-Yo... no te recuerdo. Y, el celular, ¿estás bromeando?

- Mira, no conozco lo mismo que tú, Camille.

- Pero deja de tratarme de tonta. Cuéntame todo, no puedo confiar en ti, joder, ¿por qué todos son igual de...?

- No te trato de tonta- me interrumpió, serio- Si quieres saber el por qué de aquello que te incierta, sígueme.

 Parecía concentrado, no infantil como antes, por lo cual asentí. En menos de un parpadeo comenzó a correr sin darme tiempo de responder. No sabía a donde me llevaba, pero eso no importa, quiero saber qué ocurre y qué ocurrirá aquí, no tengo nada que perder, así que no me importa el riesgo... debido a que yo, Camille, quiero encontrarle un sentido a mi vida.

Más allá de lo monótomoWhere stories live. Discover now