Capítulo 2: Sígueme

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 El tal Álex me guío por un recóndito lugar del colegio que nunca había visto. Más allá del gimnasio, unos arbustos tapaban un desconocido sitio verde. Desconcertada, le dirigí mi mirada al extraño peliblanco.

- ¿A dónde vamos?

- A donde estabas ayer.

- ¿Por qué no recuerdo nada?

- Quizá tomaste demasiado polvo de hada, desapareciste de mi vista muy temprano.

- Pff, ¿qué dices?

- Sh.

 Me silenció, lo cual no me causó gracia. Aquel patio era completamente desértico, a excepción de unas ramas que aparentaban formar semicírculos y el abundante verde. Nos acercamos. Un extraño líquido inmóvil y moldeable cubría la entrada apareció, como si hubiese detectado nuestra presencia. Parecía un plasma dispuesto a succionar todo aquello que se le acercará. Álex introduce su pierna izquierda.

- No tengas miedo- me alentó, con aquella sonrisa que tanto extrañaba.

- No es miedo, digamos que es una sensación...

- Asquerosa, por no decir otra cosa, ¿verdad?

- Digamos que si- respondí riendo.

- Entonces espera.

 Álex sacó su pierna de aquella sustancia indefinible, y se puso a merodear por detrás mío.

- ¿Qué haces?- pregunté.

- Buscando algo.

- ¿Te ayudo?

- No.

- Mmmpf...- rezongué.

- ¡Ya está!

- Muéstrame qué es.

 Se acercó a mí. Posó sus dos manos juntas en frente para así poder ver aquello que obtuvo. No había nada. Me miro y sonrió. Creo que ya entendí sus intenciones.

- Ni se te ocurra- dije.

 Pero me ignoró. Segundos después me encontraba atravesando aquel líquido plasmático y con ganas de golpear a Álex. Por acto reflejo cerré los ojos. Siento un aire distinto. Parpadeo.

- Debiste ver tu cara- dijo Álex riendo.

- Cállate- respondí dándole un pequeño golpe y soltando una leve risa.

- ¿Ves? Es divertido después de todo- contestó tocando mi cabeza.

 Dejando de lado nuestras estupideces, alrededor mío había un mundo completamente diferente. No sé la razón, pero me sentía más cálida por dentro. Miré a Álex, él tomaba este mágico espacio como algo natural. Árboles con hojas alargadas, arrugadas y rosáceas se apoderaban de mi vista, seguido de pastizales verde manzana que parecían espolvoreados con amarillo. Y ni hablar del cielo, un atardecer cuyo sol brillaba en mi rostro, deleitando mi visión.

- ¡Ta~raan!- me dirigió la voz Álex, sobresaltado.

- Es... precioso

 Suena mi celular, lo silencio. No quería preocuparme en este momento especial, aunque en el fondo un poco lo hacía. Me llamó la atención el hecho de que aunque no tenía señal, algo me llegó, y que Álex se haya vuelto a poner la capucha.

- Álex, ¿por qué te pones la capucha?

- Por nada.

- Por favor- insistí.

- Tengo frío, sólo eso- respondió sonriendo, aunque sus cejas mostraban preocupación.

- A mí no me engañas- dije mientras lo acechaba para quitarle la capucha.

- Ni se te ocurra.

 Álex se abalanzó sobre mí y comenzamos a rodar. Aterrizamos en el pasto, mareados y riéndonos.

- Jaque-mate- dije.

Las risas se transformaron en miradas serias. Primero, observé su rostro apenado, luego el causante de esto: puntiagudas y largas orejas se camuflaban entre su cabello. Primeramente me aterré: un cosmos completamente diferente, y ahora una criatura fantástica en frente de mí. De todas formas, luego, recuperé mi cordura y deje de lado la racionalidad, aunque aún seguía en estado de shock.

- Bueno... ahora que sabes mi secreto...

- La supuesta noche en la que intercambiamos palabras... ¿las ví?

- No.

- ¿Por qué?

- No eran necesarias.

- Álex, dime, me parece genial que seas distinto. En serio, me sorprendiste mucho. Podrías haberme asustado mucho más pero, te ocultaste...

- Recién te conozco, ¿no te parece lógico?

- Ya no le encuentro la lógica a nada. Deja de evadir mi duda.

- Digamos que... No lo sé, simple corazonada, o quizás te irías...

- Álex... sabes que yo no soy así. Dime...- respondí insistiendo, en modo interrogativo.

- La verdad...- se interrumpió a él mismo.

 Parecía que miles de palabras estallarían de su boca, pero se resumió a lo siguiente:

- Sabes... los elfos no somos muy queridos.

- ¿Por?

- Te cuento si tú respondes mi pregunta.

- ¿Piensas que caeré en tu soborno?

- La verdad que sí.

- Pues, tienes razón... Soy todo oídos- respondí sonriendo.

Más allá de lo monótomoWhere stories live. Discover now