Capítulo 3: Diferentes mundos, semejantes memorias

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- ¿Qué hacías allí tirada, sola?- preguntó Álex.

 Aquello... me tocó el corazón. Siempre me hago la dura y solitaria, pero tengo que admitir que me encanta tener algo de compañía.

- Descansando.

- Así que descansabas de las personas...

- No exactamente...

- ¿Entonces?

- Está bien: trato de evitar a los humanos. Egoístas, piensan únicamente en su bienestar y libertad, sin importar si hieren a otros. Todo tiene que ser de la manera que digas, porque sino eres distinto a los demás. Esto implica ser ignorado, llamado raro, y pff, ni hablar de la reputación, creo que el humano es capaz de matar a otro con tal de aparentar algo que considere "bueno".

- Vaya...- contestó asombrado- pero, ¿eso no te incluye?

- Puede ser... siempre huyo. No soy lo que parezco, débil por dentro... Lo siento.

- ¿Por qué te disculpas? Te adoro, nunca pude decir nada, a diferencia de ti.

- Nunca se lo dije a la cara a nadie... solo los ignoro...- respondí sonrojada.

- Pero pensamos igual- contestó mirando al horizonte.

 Aún seguíamos tirados juntos debido a la anterior caída. Era agradable estar con él. Y pensar que no recuerdo la noche en la que supuestamente nos conocimos...

- Los elfos- continuo Álex- son actualmente maltratados u odiados. Todo se remonta hace unos cien años aproximadamente, en los que esto que ves se encontraba dividido en reinos. Obviamente uno era de criaturas como yo. Resulta que el rey de aquella facción en la época, Fausto, traicionó a los enanos y hombres lobo. Ambas clases se caracterizaban por la agresión y venganza, así que no tardaron mucho en ensuciar a los elfos frente al Ministro Mágico para que sean buscados...

- Pero... eso fue hace mucho, tú ni nadie tiene la culpa de nada...

- Lo sé...- suspiró entristecido- sin embargo los seres mágicos de hoy en día solo quieren poder y poder, tanto como para asemejarse a un dragón, dejando de lado la cultura y el trato hacia los demás.

- Si te ven...

- Me pondrán preso- interrumpió cortante.

- Álex...

- Tranquila, ya me acostumbré a esto.

 Luego de aquello, sonrió. No sabía cómo alguien podría hacerlo en esas condiciones. Tomé su mano y lo miré fijamente.

- ¿Cuál es tu plan?- sonreí.

- ¿De qué hablas?

- Podría ayudarte, ¿o también odian a los humanos?

- Mmm... son la clase media, por así decirlo. Nadie los odia, pero si son tomados como inútiles.

- Ya veo...

Álex comenzó a carcajear. No lo comprendo...

- Camille, no te preocupes.

 Sus actitudes extrañas y hechos no mencionados, volvían a esta historia misteriosa. Me puse a pensar en el por qué de traerme aquí. Se me heló la sangre. Me alejo bruscamente, separando mi mano de él. Me mira, desconcertado.

- ¿Por qué me llevaste hasta aquí, si no tenías planes? ¿Soy tu objeto?

- Créeme que no.

- No puedo confiar, encaja muy bien el hecho de que analices mis movimientos, me raptes y  sea tu sacrificio.

- Mmm, eres curiosa, eh- dijo con una sonrisa pícara- Y pensar que hasta rato estábamos tan...

- Lo sé: algo es arriesgar mi vida humana, pero otra cosa es mi existencia.

- Tienes razón... Un día estaba huyendo de una cacería de elfos. Tomaron la aldea en la que vivía. No podía hacer nada, me encontraba aislado de todo ser racional y amistoso. Corría hacia donde mis pies se movían: llegando a este lugar. Un manantial de agua- señaló a mi derecha- árboles que dan frutos, lo tenía todo. Pensé que aquellas ramas podrían ser un futuro buen escondite, si le agregaba rocas y pieles de animales, agresivos obviamente. Sin embargo, me encontré con... un portal. Quería escapar hacia ese universo, sólo que mi miedo me lo impedía. Miedo a que mis rasgos no encajen, miedo a que sea perseguido, miedo a la sociedad. Fue así como decidí llegar a tu mundo sin ser visto. Recorrí todos los caminos posibles sigilosamente, hasta encontrarte en...

- Mi escuela.

- ...sí, esa "cosa". Te observé recostada, sin importar lo demás, tan sólo concentrándote en ti. Pensé... ¿qué puedo...

- perder?- interrumpí, mirando hacia otro lado- Damos lástima: nuestro motor para revelarnos es el hecho de estar vacíos.

- No obstante permitió que nos conociéramos- dijo risueño.

- Pero ahora... tengo algo que me haga preocupar por mi vida- respondí sonrojada.

- Camille...

- Lo lamento mucho...

- Pff, tontita.

Tomó mi mano. Intercambiamos miradas y sonreímos. Apoyé mi cabeza contra la suya, y me dormí apreciando el bello atardecer que tenía a mi lado: Álex.

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⏰ Last updated: Sep 09, 2017 ⏰

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Más allá de lo monótomoWhere stories live. Discover now