Menos mal que quedaba poco para acabar la visita turística al instituto porque estoy tardando más de lo normal en enseñarle el centro completo y encima tener que responderle a cada pregunta que este mequetrefe con carita angelical me plantea cada dos por tres.
—¡Vaya! —exclama—. ¿Año de elecciones al consejo?
Yo asiento.
En el hall principal del instituto, me había preocupado de colgar una enorme pancarta blanca anunciando las elecciones para dentro de poco menos de un mes. La habían hecho, bajo obligación mía, el club de arte y, desde mi punto de vista, es hortero y poco formal pero llama mucho la atención y eso, a fin de cuentas, es lo que me interesa. Cuanto más atención capte, más potenciales votantes serán los que me voten.
—Exacto —respondo con una sonrisa—. En menos de un mes las celebraremos.
—¿Y cualquiera se puede presentar?
—Por supuesto —respondo—, el único requisito es ser un estudiante del Saint James. Yo podría salir reelegida —amplío mi sonrisa— o incluso tú podrías presentarte y salir presidente.
Siempre instigaba a los nuevos a presentarse con dos propósitos: darles una esperanza y que ésta se frustrase en el intento y ensalzar mi posición con el fin de, indirectamente, decirles que quien manda aquí soy yo. Otra posible razón era para ridiculizarles, porque la diferencia de votos con ellos era monumental y eso siempre ocasionaba vergüenza, tanto ajena como en lo personal.
Lo sé, soy mala a rabiar.
También he caído en la cuenta que puede que el efecto sea reversible; que otra persona que no sea yo salga elegida. Pero eso nunca ha pasado y el porcentaje de probabilidad es inexistente; prácticamente nulo.
—Eso sería una buena idea...
No me sorprende, otro iluso que cae en la trampa y piensa que me puede ganar.
—Bueno —le redirijo hacia las listas—, creo que esto te puede interesar. Dado que pareces ser un buen estudiante —le halago con mis mejores sonrisas de zalamera profesional—. Nos lo has demostrado en historia.
—Sólo aporté información extra —dice con modestia aunque sin dejar de sonreírme—. Tampoco creo que sea para tanto.
Y no lo es. Sólo le estoy haciendo la pelota para que no se cruce en mi camino y se lleve todos mis aplausos y mi mérito. Esa sonrisa no le va a durar ni un mes, lo prometo.
—Esta es la lista —señalo a un gran tablero con montón de hojas en blanco—, aquí se publican las notas de los exámenes y se clasifican, obviamente, por la mejor nota. Por ejemplo —señalo con sutileza a la última lista del año anterior—, aquí están las notas medias del curso anterior.
Dejo un par de segundos para que inspeccione la hoja y, en concreto, que se de cuenta de un detalle:
—¡Vaya! —exclama—. Pero si fuiste la primera el año pasado. ¡Eres fantástica!
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NÚMERO UNO
Teen FictionMelanie Torres siempre ha sido la primera en todo: calificaciones, exámenes... hasta es la presidenta del consejo estudiantil del instituto. Rodeada de vanidad y halagos, su pequeño paraíso se ve frustrado cuando un, aparentemente, simpático y socia...