Esperanza.

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Desde hace un mes planeaba un homicidio, el mío.

Y llegó ella...

Pff, ¿Para que esforzarme si puedo morir en tu poesía?

Ella fue diferente,
toda sí aclamaba mi muerte.
La miré a los ojos,
me percaté de las sombras que me invitaban a jugar,
por un momento pensé que podría ignorarlas...

Al darme cuenta me había perdido en su cómoda oscuridad.

Creí que esa noche sería libre, que al fin viviría,
mi orgullo había invitado unas copas a mi lujuria...
¿Cómo no perderse en esa tentación?

Mentira.

Desabroché mi cinturón y subí su vestido,
aprecié la vista hasta que pude notar su rubor,
delicadamente hundió su cabeza en las sabanas...
Con desesperación le arranqué la piel,
logré evitar su corazón y desnudar su alma.

Qué error.

Terminé consumido en el frío de su malicia...
Mierda, y con lo tierna que se veía.
Hicimos el amor,
fui suyo,
abrasó mi experiencia con su gélido orgasmo.
Fui inexistente ante ella.
Joder, devoró hasta mis cenizas...
Me hizo olvidar la poesía.
No.
Me la arrebató.

Al terminar me observó,
suspiró su saciedad,

y se fue...

Espero que no me olvide.
Qué lástima.
No pude mostrarle al poeta.

Entre las olas de tu recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora