~El baile~

19 1 0
                                    

Me ubiqué en el último escalón de la escalera. Miré hacia abajo, sólo veía mi vestido color crema claro que llegaba hasta el piso. Con suerte pude ver la punta de mis zapatos de tacón. Levanté la cabeza y vi el salón lleno de invitados.
Todas la mujeres llevaban vestidos y peinados extravagantes, todo lo contrario a mi apariencia.
Mi vestido era de un tono crema con un toque de brillo y algunos detalles en dorado. Tenía el cabello recogido en una media cola y mis rizos marrones caían sobre mis hombros.

El hombre que tocaba el piano hecho una rápida mirada hacia donde yo me encontraba y me sonrió en señal de saludo, yo le devolví el gesto.

La melodía era dulce y lenta. Una mujer de cabellos rubios se acercó al pianista y comenzó a cantar. Era un bonito ambiente.
El Duque Apolo de Francia se acercó para sacarme a bailar, pero pude liberarme de él a los pocos minutos. Mi pretendiente, mi prometido había ido a salvarme.

Cuando lo conocí, sus actitudes no eran de mi agrado. Me extrañaba que al pasar tiempo conmigo cambiara, pero lo quería así como era.
Luego de pasar algunos días seguidos con él, me di cuenta que era en vano esquivarlo y que no perdía nada acercándome y tratando de conocerlo, así que eso hice.
No tardé mucho en encariñarme. Hasta ahora confío en él como no confío en casi nadie. Se ha vuelto un confidente.

_Gracias Alex, me has salvado.

_Es lo menos que puedo hacer, Ella.

_Claro que no, tú haces tantas cosas por mí.-le discutí-

Su nombre en realidad era Alexander, Príncipe Alexander Allamad de Escocia, precisamente. Pero nos llamábamos con diminutivos a veces. Por ejemplo, Ella. Princesa Eleonora Lampbrod de Francia.

_Si tu lo dices.-dijo sonriente-

Amaba su sonrisa.

Su mano tomó mi cintura y me hizo bailar por todo el salón al compas de la música. El pianista había dejado de tocar, y de no ser por Alex, yo no hubiera cesado.
Los invitados se retiraron, y solamente quedamos la familia de Alexander y la mía.

Celebrar porque nos habíamos comprometido me parecía un tanto necio. Solo celebrar la boda estaría bien, pero mi palabra no surgía efecto sobre mis padres, y menos sobre mis extravagantes suegros.


La mesa era larga, mi hermana menor, estaba sentada al frente mío. En la punta derecha, mi padre y mi madre, al igual que los padres de mi futuro esposo, solo que en la punta izquierda de la mesa. A mi lado, se encontraba Alex, y era bastante reconfortante, solamente que casi no pudimos hablar. Según mi padre era "una falta de respeto".

Al fin la cena terminó y Alex y yo nos pudimos retirar.
Nos dirigimos al jardín real. La luz de la luna era tenue y las Santa Ritas, aún se veían a pesar de la poca luz que allí había.

_Estás muy bella. Tu cabello resalta contra el vestido, y queda muy bonito.

Sentí arder mis mejillas.

_Gracias, tu también lo estás, Alex.

Empezamos a caminar por el jardín, tomados de la mano. Se sentía bien estar a solas por un momento, después de todo, estábamos comprometidos.

El gran reloj del castillo dió las doce. Miré a Alex con una sonrisa.

_Que sucede?-preguntó extrañado- Por que ríes?

_No lo recuerdas? Te quedarás el fin de semana.

_Oh si! Lo había olvidado! Lo lamento.

Al mirar hacia  atrás de Alex, vi una sombra correteando por los arbustos. No le di mucha importancia, hasta que al volverme hacia él sentí una extraña ráfaga de viento, que para mi sorpresa, mi prometido no había sentido.
Creyendo que era una liebre, nos dirigimos hacia el castillo, pero un nudo se instaló en mi estómago. Ya no me sentía como antes.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 09, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

EleonoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora