¿Quieres ser mi novia?

3.9K 200 66
                                    

El gran día había llegado, desde muy temprano las comitivas de las aldeas vecinas comenzaban a llegar a Konoha. La boda de Naruto, sin duda, era el acontecimiento del año, y todo el mundo shinobi estaba al tanto de eso. Los invitados con mayor envergadura, a medida que llegaban, eran reunidos en las afueras del lugar donde se celebraría la boda; debían ser recibidos por el mismo Hokage, pero para variar, éste aún no había llegado.

Temari había llegado a Konoha, junto a sus hermanos; de los tres, era la que se veía más radiante. Menos mal que en el trayecto, ninguno de sus hermanos le preguntó por qué estaba tan emocionada. Obviamente, ella hubiese mentido, diciendo que era efecto de la boda. La rubia estaba muy feliz, tenía razones de sobra para sentirse así, pero cuando supo que había que esperar al Hokage, y a los representantes de las demás aldeas, se exasperó para sí. Ella no quería perder su tiempo esperando al resto de las comitivas, ¡claro que no!, ella quería llegar pronto al lugar donde se celebraría la boda de Naruto. Pensar en el porqué de su apuro, la hizo sonrojarse levemente, vaya que estaba ansiosa por verlo; habían pasado dieciséis días, y por fin, volvería a ver su shinobi favorito.

Temari no estaba dispuesta a esperar, así que les dijo a sus hermanos que daría una vuelta mientras Kakashi apareciera. Sus dichos eran una mentira, pero era la forma más fácil de salir de allí. Sus hermanos al escucharla simplemente asintieron, y siguieron conversando, dejándola en libertad de acción. La chica, ocultando su entusiasmo, rápidamente se encaminó hacia el evento.

La rubia ingresó rápidamente a lugar tan ansiado. Encontró todo muy bien arreglado y decorado, se notaba que no era cualquier boda, pero Temari no estaba ahí para apreciar la ornamentación, sino para hallar pronto al moreno. Comenzó a pasear su vista por la multitud, pero sin éxito; decidió acercarse un poco más. Volvió a recorrer con su mirada a los invitados, pero sus ojos no daban con su objetivo. Temari comenzó a observar con detenimiento; vio que a su lado había un grupo de personas muy mayores, siguió observando; vio que atrás de ese grupo, habían familias civiles, continuó con su inspección; al frente de ella, había otro grupo, pero de shinobis más adultos; y para el otro extremo, vio a los más joven, civiles y shinobis.

La kunoichi caminó en dirección a ese último grupo, y pudo encontrar al fin, lo que tanto anhelaba, a Shikamaru Nara.

Avanzó con prontitud hacia el moreno, pero algo que vio, la hizo detenerse.

—¡a quién diablos estaba mirando, ese idiota! —murmuró crispada, la rubia, con su ceño fruncido.

Luego de unos segundos, la embajadora reaccionó.

—Tranquila, Temari —dijo mentalmente, la mujer—, no desesperes. Inhala y exhala aire, recupera la compostura, y te acercas dignamente, como si nada pasara. No puedes comportaste como una celópata. Él sólo está... está... está mirando.

La kunoichi inhaló y exhaló aire un par de veces, calmó sus emociones, y reanudó su marcha.

—¿A quién miras? —habló con seriedad, la rubia, apareciendo por detrás del estratega. La curiosidad la carcomía, era imposible no preguntar.

—No estoy mirando a nadie —respondió algo desconcertado, el pelinegro.

—No me digas —espetó, Temari, con un deje de molestia—. Ustedes siempre buscan conocer a las amigas de la novia, ¿verdad?

Shikamaru no podía creer lo que escuchaba.

—Claro que no —acotó cabreado, el moreno —, qué fastidio, vamos por allí. Shikamaru tomó la mano de Temari, y la jaló, para que ésta lo siguiera.

El primer besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora