Esto es un relato. De esos relatos que se transmiten de generación en generación y así sucesivamente. Mi abuela me la contó una noche que se había ido la luz y salían a flote esas leyendas que le contó su madre en situaciones similares.
Cuenta la anécdota de una madre soltera viviendo con su hija adolescente en un pueblo donde la vida era muy tranquila. Era una zona humilde y rural ubicada en algún lugar en la sierra del Perú. Aunque no por eso vivían mal; como dice la canción: "Nosotros los cholos, no pedimos nada. Pues faltando todo, todo nos alcanza."
Hija y madre se ayudaban mutuamente para ganarse el pan. De 8 am a 12 del día al colegio y de 12 a 3 pm a vender alfajores caseros en el centro del pueblo, mientras que la madre salía de sol de mañana a sol de tarde a trabajar en los campos de papas y maíz. Luego de recolectar las ganancias del día compraban comida para sus animales (pollos, cuyes, cabras, etc.) y se encontraban con un gran abrazo y un beso en la morada. Hacían los deberes domésticos, cenaban juntas y escuchaban las novelas por su radio vieja hasta dormirse. Y así era la vida de aquél pueblo, dura pero sublime.
En alguna primavera la joven conoció a un hombre en la plaza. Ella le vendía alfajores todos los días desde las últimas 2 semanas. Era un caballero, guapo, de aproximadamente 23 o 24 años. Cualquier mujer hubiera deseado estar con él. Siempre vestía con una camisa blanca de mangas largas, pantalones grises y sonrisa hermosa; la cual la joven era afortunada de ser la razón de aquél gesto.
Ella le habló a su madre de este nuevo amor platónico. Su madre entusiasmada por saber quién era el hombre animó a su hija para que lo invitara a almorzar un fin de semana, pero con anticipación para saber cuál era la comida favorita del joven. Una sugerencia de la cual luego se arrepentiría...
Pasaron un par de semanas y la hija, después de miles de consultas con la almohada, se armó de valor y decidió invitarlo a almorzar. "Sería un placer conocer a tu familia. Pero con una condición. No dejaré que ella se canse alimentando a tres personas. Yo la ayudaré a cocinar y también colaboraré con la limpieza de los platos". Ella estuvo de acuerdo con la encantadora idea del joven. Le preguntó cuál era su plato favorito. Este le respondió que le encantaba el lomo saltado acompañado con sopa de cerebro. La sopa de cerebro, fuera de ser algo bizarro, es un plato típico de la sierra del Perú. Se usa el cerebro de vaca, con especias y queso fresco. Yo mismo la he probado y es deliciosa. Quedaron para verse en tres días. Ella regresó a su casa sintiéndose inflada de amor juvenil y de expectativas.
Pasaron los tres días y el muchacho llegó a la hora exacta en la que habían acordado. Llegó con un ramo de flores. La madre se sonrojó al saber que era para ella. "Gracias por las flores joven." Ella le dejo libre la puerta y esperó a que entrase. Pero él no lo hizo. "De dónde vengo es parte de la cultura que me inviten a pasar." Explicó respetuosamente el Joven con una sonrisa y de muy buen humor. La hija soltó una risita al ver el carisma de su platónico. "Pase usted".
El almuerzo resultó ser uno de los mejores almuerzos que tuvieron en mucho tiempo. Estuvo lleno de risas y largas charlas. La hija estaba encantada de que a su madre le haya caído bien su amigo. El momento más divertido fue cuando le tocó lavar los platos junto con al invitado. La madre salió a comprar un poco de detergente y aprovechando la privacidad del lugar se dieron su primer beso.
Luego de muchos más almuerzos y salidas nocturnas, el muchacho se convirtió en parte importante de la familia. Todas las muchachas del pueblo se morían de envidia por el buen partido que tenía la hija. Se decía que él venía de muy lejos, tan lejos que nadie sabía con exactitud de dónde, también se decía que tenía mucho dinero y a pesar de eso nunca se le vio perder la humildad. Algo que si extrañó al principio a la familia era que él jamás entró a la casa sin que lo invitaran a entrar. Ni una sola vez. Si lo olvidaban, él se quedaba afuera esperando a que lo hagan. Nunca de mala gana, siempre con una sonrisa tierna y de buenos ánimos. Era un tipo misterioso.
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Cuentos para dormir
HorrorUna síntesis binaural. "Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, pero deje parte de la felicidad que trae." -Bram Stoker