Capítulo 21 (Final)

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-Gracias por todo- dijo plantando un pequeño beso sobre mi pecho, todavía desnudo.

Le sonreí acariciándole el pelo.

-Gracias a ti- susurré al cabo de un rato.

Se apoyó sobre sus codos para estar más alta y tener la cabeza elevada.

-¿A mi porqué?- preguntó pasando su dedo por mi frente, bajando a mi nariz, seguido por mis labios, mi cuello, mi clavícula y mi pecho, en el cual se detuvo haciendo pequeños círculos.

Disfruté de sus caricias y luego respondí:

-Por aceptar ser mi novia.

Detuvo las caricias de golpe.

-¿Cómo iba a decirte que no? Ni que estuviera loca para no darme cuenta de lo increíble que eres.

Y dicho eso, retomó las caricias en mi torso. Sonreí. Ella si que era increíble. Levanté la cabeza y la besé, suavemente.

-Me encantas- murmuré plantando un beso en el hueco entre su hombro y su cuello, que había descubierto que la volvía loca.

Terminé de incorporarme y acerqué la cestita de picnic que hasta el momento se había mantenido en un segundo plano.

-Esto también es para ti.

Me imitó hasta sentarse con las piernas tipo indio y acercarse a la pequeña cesta. Una fina ráfaga de aire pasó y Erin se estremeció. Cogí mi camisa y se la puse por encima.

-Te queda mejor que a mi- hice un puchero.

-No seas tonto- dijo entre risas.

Abrió la cesta y se relamió al ver tantos dulces y chocolates juntos. Aisha y Bruno me habían ayudado a elegir sus favoritos. Habían sido de mucha ayuda.

-¿Cómo sabias que estos me encantan?- preguntó asombrada.

-Tus mejores amigos me ayudaron.

Se colocó mejor la camisa.

-¿Están aquí?- miró a todos lados preocupada.

Solté una carcajada.

-No boba- le aseguré tranquilizandola- se fueron cuando llegamos.

Respiró tranquila y solté una carcajada más. Era tan perfecta sin pretenderlo. El resto de la noche la pasamos comiendo gran parte del contenido de la cesta. Y para cuando nos dimos cuenta, ya eran más de las cuatro de la madrugada. Le había prometido a Ismael que no la traería muy tarde a casa.

-Creo que deberíamos irnos ya. Tu padre debe estar preocupado.

Negó con la cabeza.

-Cuando estábamos en el restaurante y fuiste al baño lo llamé y le pedí permiso para pasar la noche contigo, en el hotel. Aceptó. Así que no te preocupes.

Sonreí. Me encantaría dormir de nuevo con ella. Permanecimos un rato mas tumbados sobre la manta, contemplando el cielo nocturno, las estrellas y la luna. Y cuando decidimos que ya era bastante tarde recogimos todo y pusimos rumbo al hotel que no quedaba muy lejos de donde nos encontrábamos. Lo bueno de los pueblos. Que al fin y al cabo está todo más o menos cerca. Cuando llegamos me metí al baño a cambiarme y cuando salí me encontré a la morena tirada en la cama durmiendo. Sonreí tiernamente. Había terminado agotada. Con mucho cuidado para no despertarla le quite el vestido y la arropé con una fina sábana. Luego me tumbé junto a ella, apagué la luz y tras contemplarla durante un buen rato quedé profundamente dormido. Lo cierto era que yo también había terminado agotado. Pero feliz. Muy feliz. Extremadamente feliz. Ya que aquella había sido definitivamente una de las mejores noches de mi vida. Y por fin podía decir oficialmente que Erin era mi novia. De nuevo. Y eso era más de lo que pudiera pedir.

A la mañana siguiente, cuando desperté, Erin no estaba a mi lado. Me incorporé de golpe pero me tranquilicé al escuchar el agua de la ducha. Volví a tumbarme y froté mis ojos en un intento fallido de despertarme. Poco después mi novia salió del baño con una camiseta mía únicamente como prenda y el pelo húmedo. Maldición. ¿Porqué era tan sexy? Aquello si que había logrado despertarme. Era un chute directo de adrenalina.

-¿Que miras tanto guapo?- dijo levantandose un poco la camiseta adrede porque sabía que eso me provocaba.

No aguanté. Crucé la cama y me sitúe ante ella. La cogí de la espalda y la acerqué a mi. Moría por besarla. Así que junté mi boca con la suya al mismo tiempo que ella saltaba, enredando sus piernas en mi cintura. Después giré y la coloqué suavemente sobre la cama. Me deshice de la camiseta que llevaba puesta y comencé a depositar pequeños besos por todo su estomago al mismo tiempo que sentía que se estremecía entera bajo mi cuerpo. Al llegar a su boca volví a besarla. Y en ese momento su móvil sonó.

-Mierda- musitó- no quiero cogerlo-se quejó como una niña pequeña.

Reí y le planté un pequeño beso en la nariz.

-Te espero. Seguramente sea tu padre.

Y en efectivo. Era su padre.


N/A:

Dedicado a... @CamilaBarbadilloArot espero que te guste mucho! 💜

Y este es el último capítulo. Enseguida publico el epílogo 💞

Os quiamodoro!! 💜💜💙💙💞💞

Diario de un chico visible (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora