La bruja del centeno.

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La bruja del centeno

"Los cálidos rayos anaranjados que irradiaba el sol,

se postraban sobre el dorado del centeno danzante,

armónicamente junto al viento, produciendo un ligero

silbido."

Una tenue luz grisácea apenas lograba introducirse entre las persianas de seda que protegían la habitación, de aquella pequeña cabaña en las afueras de Essen. El frío de invierno estremecía la madera de abeto, logrando así que los muebles y puertas crujieran. A la vista de todos sus familiares, se encontraba Alice Norway de apenas siete años, contorsionándose y escupiendo cualquier insensatez que su boca le ordenara, en la escena, sus padres la observaban reluciendo semblantes propios de una persona horrorizada, el miedo parecía consumirles totalmente, haciéndoles perder la cordura que aún permanecía en sus seres. De manera abrupta y sin cuidado, la puerta del cuarto se golpeó contra la madera de la pared, dejando ver en medio a un hombre de alta estatura, tez blanca con cabellos rubios lacios y ojos de un color miel; inmediatamente ordenó a todos que abandonaran la habitación, y así lo hicieron, dejando a la pequeña casi rendida al cuidado del reverendo.

-Estoy aquí, demonio- Exclamó con fuerza y autoridad. -Muéstrame a los brujos que atentan contra esta pequeña oveja del señor.

Alice yacía en su cama, con rasguños y los cabellos alborotados, su tez pálida le hacía lucir como un cadáver o como si se encontrara en los últimos momentos de su vida, agonizando. El reverendo, se mantuvo inmóvil, examinando a la pequeña con su mirada, esbozando una tierna y a la vez melancólica sonrisa. Se aproximó a ella caminando lentamente con cautela y en silencio, deteniéndose a la orilla de la cama, sentándose a su lado; postró su mano en la mejilla de Alice, removiendo algunos cabellos que descansaban en su semblante, recorrió su mano llegando a sus labios entre abiertos para cerrarlos con delicadeza.

-He venido a salvarte, Dios no te ha abandonado y no lo hará nunca pequeña, misteriosos son los caminos del señor, la prueba acabará pronto.

Un escalofrío recorrió su espalda, dejándole casi helado, su tez perdió color y permaneció estático. Miró a su derecha girando lentamente su cabeza, observando atónito al ser que se encontraba a su lado.

-Reverendo- Exclamó aquella aberración expectante. Su voz era grave, casi distorsionada, esta producía eco en toda la habitación. Era monstruoso, de extremidades largas y ojos sin orbita que trataban de mirarle, con pelos color carmín que portaba como follaje y dientes afilados similares a los de algún animal salvaje, también poseía dos largos cuernos que brotaban de su cabeza sin explicación alguna, produciendo una apariencia onírica.

-La muerte es sin duda una de las cosas más terroríficas para el mortal, ya que este sabe que eventualmente vendrá y juzgará a cualquiera sin importar la edad o sexo, la pequeña ya está condenada. -Comenzó con una pequeña risilla para terminar carcajeando.

-No lo está- Cerrando los puños y entre dientes, apenas pudo pronunciar. Los miedos que alguna vez vivió le atacaban devorando el poco valor que tenía. -He venido, junto a padre Dios para salvarle de este atormento, aún tiene mucho por vivir, ningún pagano logrará su cometido, es lo justo.

-¿Justo? - Interrumpió aun riendo. -Lo justo suele amoldarse a lo que uno cree, no hay tal cosa como la justicia, son cuentos que le hacen sentir mejor a usted, y a los miserables. -Comenzó a caminar por la habitación haciendo que la madera crujiese, tomó a la pequeña y le robo un beso en la mejilla. Miró al reverendo, el cual, se encontraba temblando, perdido en sus propios pensamientos. Sin más se fue del lugar.

La bruja del centeno (#HMA)(#SDA2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora