Capítulo 2 ---- Mifu

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Era todo muy confuso como para expresarlo con palabras.

No todos los días te levantas con el cuerpo totalmente entumecido e incapaz de apenas respirar por el dolor en las costillas que producen los pulmones al expandirse.

Y el maldito dolor de cabeza.

Si algo recuerdo bien de ese momento, fue el constante retumbar en mi cráneo.

En ese momento, pese a la situación, intenté dormirme de nuevo, pues no podía soportar tal angustia.

-Aargh... ¿Tanto bebí ayer?-susurré para mí mismo.

Pero una parte de mi cabeza me decía que llevaba sin probar el alcohol unas semanas.

-Es cierto... anoche yo estaba con... ¿con quién estaba? Era todo demasiado confuso, por lo que caí rendido al suelo, entregándome al plácido sueño.

TIEMPO DESPUÉS:

Volví a despertarme, no sé si minutos o horas después, pero al menos no me dolían tanto ni la cabeza ni el cuerpo en general.

Al apoyarme noté césped entre mis dedos.

-Mierda, está pegajoso.-Dije. Luego miré un rato mi mano y alcé mi cabeza hacia el cielo, el cual no se encontraba ahí.

Y me reí.

Solté una carcajada y me tiré de nuevo al suelo, para seguir riéndome.

"Menudo gilipollas", pensaréis, pero me parecía gracioso todo lo que había pasado.

Yo me encontraba encerrado en una especie de cubo enorme con un suelo hecho de césped artificial, con apenas dos o tres recuerdos de los últimos meses, y lo que era peor, sin mi Smartphone.

Maldito egoísta.

Y yo me preocupaba porque el césped estaba jodidamente pegajoso. Entonces me levanté, y con una decidida pose de vencedor un tanto ridícula, grité mirando el techo:

-¡Cuando encuentre al cabrón que me ha metido aquí le voy a partir la cara!

Fue confortable, la verdad. Mis tripas rugieron y mi boca estaba seca, por lo que tuve que agudizar mis sentidos para buscar algo de comida.

Y pude ver una mochila roja en el centro de la estancia.

Me acerqué a ella desesperadamente y abrí el único gran bolsillo que tenía.

Comencé a lanzar fuera de la mochila toda la mierda que había dentro: un lápiz, una libreta en la que nadie había escrito, una pequeña daga con pinta de ser letal en las manos adecuadas, un folleto con unas letras muy rojas en la portada que no me paré a leer, y finalmente, una bolsa con provisiones.

Solo había un sándwich de queso y un zumo de naranja, pero era suficiente para saciar mi hambre. Desenvolví el sándwich, me guardé el plástico envoltorio en el bolsillo, y le di un enorme mordisco a ese "suculento manjar" que por lo que parecía, sabía a cartón y estaba tan seco que apenas podía tragarlo. Agarré el zumo, y tras quitar el tapón me lo llevé a la boca. Estaba frío, y una gota se escapó por la comisura de mis labios para deslizarse por mi barbilla y caer en mi pecho.

Frío.

Eso me produjo un escalofrío y me hizo darme cuenta de que quería bañarme porque tenía un calor impresionante.

Calor.

Tras beberme el zumo, engullí el insípido sándwich y me levanté.

-Mierda... No sé cuánto tiempo voy a estar aquí encerrado, pero ya he gastado todas las provisiones... Soy imbécil.

Al menos el hecho de tener la barriga llena hizo espabilarme y ser más consciente de la situación.

Me agaché para agarrar el folleto de letras rojas, las cuales decían: “PLM LAS NORMAS". Lo abrí, y dentro estaban escritas unas cuantas tonterías que leí muy por encima:

1-Sobrevive.

2-Siempre estarás solo.

3-Gana y serás recompensado.

4-Todos los días son un reto.

5-Se fuerte.

6-Se inteligente.

 Vale.

Volví a tirarlo al suelo, y rebusqué entre la hierba el lápiz y cogí la libreta, en la primera página apunté decididamente y sin pensar lo que estaba haciendo:

"Lista de recuerdos".

Metí la libreta, el lápiz y la daga en la mochila, me la colgué de un hombro y me di la vuelta.

Me quedé mirando fijamente ese largo y extraño pasillo que había intentado ignorar todo este tiempo. -Supongo que si hay una salida, no la voy a encontrar sentado y esperando. Ya va siendo hora de saber qué es esta mierda.

Dicho esto, comencé a andar decididamente, sin pensar que en un futuro desearía haberme quedado en ese cubículo para morir por desnutrición o deshidratación.

Seguro que hubiese sido más agradable que todo lo que estaba por pasarme.  

TIEMPO DESPUÉS:

Solo quedaba ya en el centro del cubículo el folleto que había tirado, que estaba boca arriba y mostraba el dibujo de una persona sujetando un planeta Tierra que se consumía en llamas. ¿De qué me sonaba a mí eso?

AtrapadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora