Primero noté una brisa suave que agitaba mi pelo, más tarde el roce de algo parecido a hierba por todo mi cuerpo, una serie de pequeños espasmos recorrieron mis articulaciones, moví mis dedos, me costaba una eternidad hacerlo, parecían más pesados que nunca, así poco a poco.
Después irían los ojos.
Sentía como si un autobús acabara de pasar por encima de mí, los kilos parecían toneladas en mi cuerpo, mi corazón latía muy despacio, parecía que en cualquier momento dejaría de hacerlo, mi respiración era entrecortada, como la de un bebé recién nacido.
Abrí los ojos de nuevo, tuve que rascarlos, los tenía llorosos y algo irritados.
En los primeros segundos pude ver algo parecido al césped, estaba sobre una capa del mismo, probablemente artificial, el roce con este me hacía estremecer, era realmente desagradable.
Me incorporé tras varios intentos y dejando en el sitio casi todas mis fuerzas, estaba más aturdido que cuando desperté, todo me daba vueltas, de pronto sentí una fuerte punzada en la cabeza y más tarde un dolor intenso, parecía que un carnaval pasaba por allí, apenas duré unos segundos en esta posición cuando volví a caer al suelo desmayado.
TIEMPO DESPUÉS:
La misma reacción, de nuevo me incorporé pero esta vez no paso nada en mi cabeza, aunque aún me hallaba algo resentido.
Busqué un punto de apoyo casi a ciegas pero no pude encontrar más que aire, aquel lugar en el que me encontraba parecía eterno y no me resultaba nada familiar.
Nada me resultaba familiar. Empecé a pensar y tan solo podía encontrar recuerdos vagos, mi nombre, mi edad y algunas actividades o vivencias.
Pero entonces de nuevo aquel dolor sacudió mi cabeza, parecía que algo en mi cuerpo no estaba dispuesto a dejarme pensar. Conseguí mantenerme en mi sitio a duras penas para no tener que volver a pasar por el mismo proceso y lo hice, durante unos tres segundos cuando volví a caer en contra de mi voluntad.
TIEMPO DESPUÉS:
Me levanté casi sin pensarlo, no iba a dejarme caer de nuevo, con un esfuerzo casi sobrehumano me puse en pie, mis tobillos aguantaban como podían, quería estar de pie.
Solo pude divisar lo que parecía ser una enorme figura geométrica que no estaba techada con un piso recubierto de una especie de sucedáneo de césped.
Una vez visto me arrastré hasta uno de los cuatro muros de aquel cuadrado y me recosté, me dolían todo los huesos y no tenía ni idea de dónde estaba.
En frente de mí había un pasillo, enorme, apenas podía ver más allá de su entrada, a sus lados parecía haber pequeños botones o algo parecido de un color rojo intenso con algo escrito que no llegaba a leer.
Sabía leer, sabía hacer cualquier cosa que realizara un ser humano, sabía lo que era un ser humano y sin embargo no sabía quién era. ¿Dónde estaba? Solo cuatro muros blancos de grandes dimensiones, un largo pasillo con pequeños botones, un liso e insoportable manto de césped artificial y lo vi en el centro de aquella sala, una mochila de color azul oscuro, no muy grande justo en el centro.
Corrí hacía ella con extraños espasmos, me sentía muy torpe, llegué hasta esta y la observé.
La toqué por todos sus bolsillos, al fin del acabo seguía sin saber dónde estaba, no me podía fiar de una mochila.
No parecía tener nada raro, la abrí delicadamente y fui sacando su contenido, primero un lápiz de un tamaño considerable y con su punta ya afilada, después un libro, el que ojeé rápidamente para darme cuenta de que estaba completamente vacío, ni una sola letra, más tarde una daga, pequeña pero cortante, ¿para qué? Y por último una agendita pequeña o algo por el estilo que tenía en su portada escrito “PLM LAS NORMAS” en un rojo fuerte y bastante chillón.
Lo abrí, en su interior apenas habría unas dos páginas escritas a ordenador y de un tamaño común: -Sobrevive.
-Siempre estarás solo.
-Gana y serás recompensado.
-Todos los días son un reto.
-Se fuerte.
-Se inteligente.
¿Qué significaba aquello? Más que normas parecían consejos, me estaba empezando a asustar.
Ni siquiera sabía por qué no lo había hecho antes.
En la otra cara había un dibujo de un planeta en llamas y una figura humana que lo sostenía.
Abrí los bolsillos restantes dónde pude encontrar una botella de agua y comida empaquetada.
Como mucho para un día. Mil dudas vinieron hacía mí, empecé a golpear el suelo y a suplicar ayuda, algo que desde el primer momento resultó ser inútil.
Miré hacia el cielo, parecía real dentro de este espacio tan contrario, sería casi de noche por su color.
¿Quién soy? ¿Dónde estaba? ¿Quiénes me habían mandado allí? ¿Todo aquello era real? Demasiado por contestar y muy pocas fuerzas para pensar, bebí un trago de la botella y recosté allí mismo, no me importaba el frío ni lo que pudiera pasar, solo quería dormir.
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Atrapados
HororDos chicos se despiertan cada uno en una habitación gigante, completamente solos y sin recuerdos algunos. Los jóvenes descubren que para escapar deben de afrontar una serie de pruebas que pondrán su vida en juego... ¿Te atreves a acompañarles?