Inseguras, al fin se juntaban dos siluetas. Ambos temían, ella al rechazo, él por ella.
Cual obra de arte le observó el cuerpo y al verla temblorosa quiso expulsar el miedo de sus ojos. Tranquilo, le tomó primero las manos, observando como sus ojos se abrían sorprendidos, besó sus dedos con calma, ella esbozó una sonrisa. Cerrando los ojos nuevamente, dejó el paso libre para que su cómplice amara con decisión cada centímetro de su piel.
La belleza del otro era clara en los ojos de ambos, dispuestos a gritarse en ese momento lo que sentían. Se quisieron largamente a besos, en los labios, la cara, en las manos; y también en el pecho, el vientre y sus caderas.
La vergüenza volvió a irrumpir en ella, sintiéndose imperfecta, queriendo llorar cuando él halló en sus piernas, marcas púrpura de estrías. Acercando su rostro a las cicatrices, posó en ellas otro delicado beso y le miró a los ojos grises esperando apaciguar un poco su espíritu. Le dolía verla indefensa, huyendo del tacto ajeno.
Preocupados mutuamente tuvieron aquel dulce encuentro, se entendían con caricias, calmaban sus temores entre abrazos.
No duró mucho en volverse real, el recuerdo precioso de su amor, conociéndose sin prejuicios en una tarde veraniega.
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Los Amantes
Historia CortaAquí se escuchan las almas desde la piel de quienes aman. Cada uno tiene su punto de vista y su experiencia.