Pájaro agüero

2 1 0
                                    

¿Hasta dónde pueden llegar los sueños? Esta era una pregunta que, en los últimos meses, me atormentaba a diario.

Había comenzado una noche cualquiera con un sueño inofensivo. En él se presentaba, insistente, las figuras de un hombre y la de un pájaro.

Con el paso de las noches la imagen masculina se fue volviendo más y más nítida, como si se revelara poco a poco, hasta mostrarse tal cual era. Y junto a su nitidez se profundizaba su protagonismo. Miles de pájaros me asaltaban mientras el hombre intentaba salvarme. ¿Qué significaba?, ¿qué pasaba por mi mente para tener siempre ese sueño? Estas eran preguntas que acudían a mí varias veces al día mientras recordaba los sueños.

Cuando dejé de tenerlos sentí alivio y tristeza a la vez. Los pájaros casi se habían convertido en una fobia para mí y el hombre había pasado a ser parte de mi vida sin yo proponérmelo.

Así transcurrió el tiempo, hasta que un día, conduciendo tranquila hacia mi casa, un pájaro se estrelló contra el parabrisas del coche; el susto fue tal que solté el volante y llevé las manos al rostro, en un acto reflejo, para protegerme. A punto estuve de chocar contra otro vehículo que venía en sentido contrario, por suerte no pisé el acelerador y el otro conductor tuvo los reflejos suficientes como para esquivarme y permitir que me empotrara contra la defensa.

Por un momento quedé aturdida, como si despertara de un sueño extraño. Más tarde, segundos o minutos no lo sabría decir, la calle se llenó de gente que gritaba su protesta y preocupación por lo ocurrido.

Debí desmayarme, además de sufrir una fuerte contusión, solo eso explicaría que el hombre, al que había visto incontables veces en mi sueños, y al cual no conocía, estuviera allí, examinándome después de deshacerse del airbag.

Mi felicidad fue grande al saber que no tenía nada grave, y que el hombre que ocupaba mi pensamiento varias horas al día era médico y, además, estaba soltero (algo que descubriría mucho más tarde mientras disfrutábamos de un té en su casa).

Hoy nos casamos. ¿Quién diría que sería un pájaro el culpable de todo?

Historias cortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora