Manjar de dioses

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🌷Estefanía🌷

Y de un momento a otro las palabras cesan, dejando así lugar a las acciones, las cuales no llegaron enseguida. Me encuentro entre un limbo, entre el bien y el mal, el silencio y el ruido, entre su piel caliente y su rechazo frío. Temo, temo estar equivocada, temo no ser lo que ella esperaba. Pero sobretodo estoy extasiada con el simple echo de saber que me da el placer más grande que me haya podido imaginar jamás. El tenerla entre mis brazos, el permitirme besarla, besar cada rincón de su cuerpo, tocar cada espacio de piel. Y por un impulso casi inconsciente me abalanzo a ella de una manera desesperada pero siempre delicada.

Mi mayor temor ocurre, ella se aleja. Pero enseguida entiendo que es para llevarme a su recamara. Allí me ve de una manera tímida directamente a los ojos, y con una simple caricia le dejo saber que todo estará bien. La recuesto en la cama saboreo sus labios, y paso a su cuello en donde su respiración empieza a verse afectada. Bajo a su torso y de un movimiento torpe logro quitarle la camiseta. Dos pechos excitados a reventar se aparecen frente a mi, de pequeños besos rodeo sus pezones, hasta que por fin siento que se deja llevar y me dedico a darle placer, a hacerla gemir, a hacerla gritar, rodar los ojos, encorvar la espalda.

Esta mujer es deliciosa. Manjar de dioses. Afrodita. No me imagino ya besando otros labios, mordiendo otros pechos. Había tenido sexo muchas más veces de las que puedo contar; pero esto no es lo mismo. Aquí no esperé ni por un momento ser tocada, solo quise tocar; ser probada, solo quise probar. Le hice el amor. Lo sé, porque llegué al cielo.

Su sabor, su textura, el color dorado que ahora tiene a causa del sudor, o que yo veo así, la veo más viva, su pelo desordenado, una sonrisa en su hermoso rostro, una lágrima se escapa de su ojo.

-Hey, hey, eso no.
-Estefanía yo... yo... gracias.
-No me des las gracias...
-Gracias por todo.
-No, eso parece despedida.
-No podría, no podría ya despedirme nunca de ti.
-Sabes que eres la mujer más hermosa que haya admirado jamás ¿Te lo había dicho ya?
-Quizá lo mencionaste una que otra vez-sonrió-Perdón por no poder ofrecerte lo mismo...
-¿Ofrecerme? Oye de verdad no tienes la menor idea de que decir.
-No... pero si, ofrecer, tu puedes elevarme al paraíso o puedes arrastrarme por lo más caliente del infierno, a tu gusto... yo, yo no puedo...
-Calla.
-¿Qué?
-Si tu supieras todo lo que me haces sentir con una simple mirada fugaz, hasta las que son por error.

Musa perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora