Simplemente...TÚ [PRÓXIMAMENTE]

Capítulo 2

Narra Michelle

- ¿Y bien? ¿Qué es eso tan importante que me tenias que decir? -insinuó Sam, con tono de preocupación.

- Verás...como ya sabes, últimamente he estado teniendo el mismo sueño varias veces -comencé mientras nos dirigíamos al instituto.

- ¿Qué quieres decir?

- Es que...pienso que puede ser una visión.

- ¿En serio Michelle? ¿Una visión? Ni que fueras una banshee y pudieras predecir el futuro.

- Por favor, Sam. Si fueses un verdadero fan de Teen Wolf  sabrías que una banshee es un presagio de muerte, no de sueños sobre una chica encerrada en una maldita furgoneta.

- Bueno, lo que sea. Pero...¿y si tu sueño es en realidad el momento de tu muerte? -soltó con un aire misterioso.

Ahora la que lo tomaba por tonto era yo, ¿cómo ese sueño va a ser mi muerte? Ni que tuviese una vida tan interesante.

- Venga ya. ¿De verdad lo dices? Y se supone que la que dice las tonterías soy yo... -reproché mientras él me fulminaba con su mirada.

De repente, me choqué contra una farola y caí al suelo. Sobé mi codo, que estaba magullado, y miré a Sam. Me observaba con una cara muy rara, como si estuviese estreñido. Lo más seguro es que se estuviese aguantando la risa.

- ¡Me cago en la farola! ¡Respeta a la gente que va caminando, larguirucha!

- ¿¡Pero que haces Mich!? ¿¡Te has vuelto loca!? ¿Qué coño haces hablándole a una farola? -espetó Sam mirándome con la misma cara de antes.

- No me mires así, Sam. Pareces un mono en pleno estreñimiento.

- Anda torpe, levántate. No querrás ser el centro de atención durante todo el día.

- ¿Pero qué dices? Si sólo estamos tú y...

Acto seguido, miré al frente y me percaté de que ya habíamos llegado al instituto. Genial, una docena de estudiantes estaban mirándome como si yo fuese la loca del barrio.

- Además de torpe, ciega. Lo que faltaba. Levántate antes de que esté todo el instituto mirándonos -comentó Sam mientras me tendía la mano para ayudarme.

A lo lejos ví que tres figuras  se acercaban cada vez más a nosotros. Genial, eran Rebecca y su séquito, Cassandra y Brooke.

- Miren quién está aquí, si es la torpe de Michelle y su amigo el empollón italiano. ¿Es que no tenían suficiente con aguantarte en Italia como para que te vinieses a vivir a esta ciudad? -atacó Rebecca, o como yo la llamo: la rubia teñida.

- Eso, no te queremos aquí. Además, tu ropa es súper out, osea. ¿No supiste traerte ropa bonita de Italia? -dijo Brooke, con su tono de niña pija número 1 en el mundo.

- Anda cállate Brooke y no la cagues -respondió Cassandra. Podría decirse que del trío, ella es la menos...insoportable.

- ¿Por qué no os perdéis un rato y vais a dar pena a una peluquería? Seguro que allí te devuelven tu color natural, Rebecca -contraataqué con voz triunfante.

- ¡Es natural!

- Natural va a ser la leche que te voy a dar como no nos dejes en paz -respondí, sorprendida de mis palabras.

-¿Ah sí? Eso ya lo veremos.

- Oh niña pija, como te coja...

Me quité la mochila de la espalda y me abalanzé sobre ella, provocando que las dos caigamos al suelo. Me puse encima de ella y empecé a tirarla de los pelos, mientras que ella, con intentos fallidos, intentaba quitarme las manos de su teñido cabello.

- Vuelve a provocarme o insultarme, niña pija, y no volverás a ver la luz del día.

- ¡¡Socorro!! ¡¡Una loca me está pegando!!

Sorprendentemente, nadie hizo nada. Incluso algunos alumnos grababan el espectáculo con sus móviles. De pronto, apareció el director con una asesina mirada y me bajé rápidamente de Rebecca.

- ¡¡Ustedes dos, a mi despacho!! ¡¡Ya!!

Oh, oh...

***

- ¡Pero director, no puede hacerme esto! ¡Usted sabe que ella empezó!-suplicó Rebecca, con falsas lágrimas cayendo por su cara y corriendo su maquillaje.

- Y nos tuvo que salir mentirosa la niña -comenté mientras Rebecca me fulminaba con su mirada.

- Me vengaré Cooper...

- ¡Director, ella me amenazó! -exclamé mientras señalaba a Rebecca con fingida debilidad.

- Ya basta, las dos os habéis ganado una hora de castigo después de clases. Y...Rebecca, ve considerando hacer un hueco en tu agenda. Durante toda esta semana participarás en el trabajo comunitario, ya sabes que la organización necesita voluntarios. Te hará falta para fomentar tu...compañerismo.

- ¡Pero...!

- Ni peros, ni poros. Irás, a no ser que quieras que llame a tus padres.

- Ugh... -suspiró Rebecca mientras se levantaba de la silla y se iba del despacho dando un portazo.

Esperamos varios segundos hasta que ya no se escuchaban los pasos de Rebecca y nos dedicamos miradas cómplices.

- ¿Qué tal lo hice?

- Perfecto, Will -dije mientras chocábamos los puños -. Me sorprende que también la hayas mandado a la organización.

- Se lo merecía; estuve allí desde que te chocaste con la farola. Además, no es la primera vez que Rebecca se mete en líos. Puede llegar a ser un poco... estresante.

- ¿Sólo un poco?

- Bueno, está bien, es bastante insoportable -confesó.

La verdad es que me esperaba un "cada uno es diferente y hay que aceptarlo", pero si hablamos de Rebecca, tampoco me sorprendía demasiado. Siempre anda metiéndose con los más débiles y tímidos. Ojalá algún día reciba su merecido.

De repente sonó el timbre que indicaba que empezaban las clases. Mierda, me olvidé de ir a por los libros.

- Lo siento Will, tengo que irme. Llego tarde a clase

- No te preocupes -dijo con un tono amable-.Pero no te olvides de tu castigo-.

- Vale, ¡hasta luego!

Cogí mis cosas y salí del despacho.
Fui corriendo hasta mi taquilla y observé mi horario.

- Genial, ahora me toca Economía. Lo que faltaba.

Por si fuera poco, además del castigo que me roca después de clase, tengo la peor asignatura a primera hora. Vaya comienzo de día.

Saqué el libro de Economía de mi taquilla y corrí por todo el pabellón hacia el aula de Economía. Genial, la asquerosa de mi profesora de Economía estaba entrando por la otra puerta.

Como si mi vida dependiera de ello, abrí de un tirón la puerta y corrí los más rápido que mis piernas me permitieron, lanzándome al primer asiento vacío que vi.

Ni siquiera me fijé en quién tenía a mi lado, cuando una voz extrañamente familiar me susurró al oído:

- Vaya, eso es lo que llamo una entrada estelar de última hora. Un poco más y la Marichupi te pilla.