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Frío, la única descripción que le puedo dar a tal sensación que produce en mi pecho dolor.

El pasto es adornado con una densa capa blanca y cada lugar yace decorado con los adornos más llamativos. Los niños esperan ansiosos los regalos que les entregaría el señor de traje rojo y yo retorno a mi hogar para pasar las fiestas con lo que podría llamar, a si mismo, familia. Aún así la intranquilidad no me abandonaba. Tal festividad como Navidad es una de las cuales no volví a disfrutar hace un año.

No paro de pensar en él, ¿cómo se encontrará? Ya estoy a solo pocos pasos de arrepentirme de haber vuelto a mi casa. Tampoco quisiera incomodar a la atormentada madre de Midoriya, ella casi rogaba ante mi para que fuera a pasar "tiempo de calidad" con mis seres queridos. De todos modos, Midoriya se encuentra con su madre, no tengo que preocuparme mucho. Pienso que soy muy sobre protector con él, en realidad tengo que hacerlo, puedo y quiero. Hice una promesa y no la voy a quebrantar...

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Casi son las 12 de la noche, exactamente faltan 10 minutos y todos se encuentran en sus respectivos cuartos. Solamente estamos mi hermana y mis otros 2 hermanos mayores; según dijo mi hermana, nuestro padre estaba realizando su laborioso trabajo de héroe, no me sorprendí en absoluto por su ausencia en una fecha especial, sin embargo dolía. No podía negar que, aunque fuera por una noche, ansiaba un momento familiar.

En mi hogar siento un inmenso frío, la calidez que recordaba ahora son solo memorias callejeras que fueron calcinadas. Nuevamente esa calidez se refleja en los distintivos orbes musgosos de Izuku, su calidez me envolvía y yo disfrutaba gustoso, ahora, ya nada es igual.

El reloj continúa con su "tic-tac" característico, el tiempo pasa rápidamente y yo no soy consciente de mi entorno. Sin darme cuenta, el reloj de mi cuarto marca las doce, me acomodo en mi cama para contemplar la vista que me brinda la ventana de mi habitación. Observo las estrellas y luego siento como mi hermana entra a mi cuarto, volteé con desinterés para mirarla, ella me muestra una pequeña cajita amarrada con una cinta y me la entrega, suspiré y le dije: "gracias, feliz navidad", finalmente se retira. Abro la caja y contenía una foto de yo y mi madre cuando era solo un niño, sonrío, ya que los momentos que compartí con mi madre son de los pocos que apreciaba verdaderamente. Permanezco observando la foto por unos momentos, cierro los ojos recordando la cálida sonrisa de mi madre y suspiro para luego dejar la fotografía sobre mi pecho.

Me despierto más temprano de lo normal. Mi única petición era ver a Midoriya, quiero entregarle su regalo que hacía meses tuve guardado. Salgo de mi hogar con sutileza para no ser descubierto por mi hermana o hermanos, suspiro y doy inicio a mi caminata hacia la morada los Midoriya. Al ser un día festivo no se escucha ningún ruido, el silencio sepulcral domina las calles, y, solo la nieve cae modesta hasta él níveo suelo. El frío no para de fastidiarme, a pesar de tener las prendas que me dan calor, era inevitable dejar que el gélido invierno me envolviera.

[•••]

Doy tres suaves golpes a la puerta de la residencia Midoriya e Inko-San, la madre de Midoriya, me recibe con sorpresa en su hogar. Esta vez me hago pasar como una visita, suspiro y tomo asiento; le explico a la madre de Midoriya mi anticipada e imprevista llegada, ella sin problemas ni reproches me deja quedar, lo que yo agradezco.

Prudente es mi entrada a la habitación de Izuku, él aún duerme, de forma inconsciente muestro un gesto de alegría al estar a la cercanía de éste. Lentamente me acerco a su rostro y planto un gentil beso en su frente, acaricio sus suaves y rizados cabellos mientras contemplo su fornida y delicada anatomía.

「 Un Año 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora