유일한 - ú n i c o

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Todos sabemos que la perfección no existe. Se ha comprobado sobradamente que el concepto de belleza es una construcción social. Y además, una que ha cambiado mucho a lo largo del tiempo.

Park JiMin, no representa a la perfección, ni mucho menos la belleza. Aunque sí, para mí es perfecto y bello. Lo más imperfectamente perfecto y bello que contemplé nunca.

–¿Yoongi hyung? –siento unos brazos rodearme cuello desde la espalda, saltando sobre mí. Me tambaleo un poco inestable, y no necesito girarme para saber que es él. Canturreando entre risas y colgándose de mi cuerpo, a sabiendas de que soy incapaz de sostenerlo.

–Me estás destrozando la espalda, mocoso –replico molesto, mi mirada venenosa lo fulmina de reojo, a pesar de que me siento inmensamente feliz de tener toda su atención.

Siempre es así. No puedo ser de otro modo, esta es mi absurda manera de manejar mis sentimientos.

Y se preguntarán... ¿qué sentimientos son esos?

Ni yo mismo lo sé.

–¿Nos vamos a casa? –dice tras haber terminado el ensayo.

–Vamos...

Hay ocasiones en las que simplemente siento rabia y celos. Unos celos infantiles e irracionales por lo carismático y espontáneo que puede llegar a ser, de forma simple y natural... Es parte de su personalidad ser brillante como el mismísimo sol, deslumbrando a quienquiera que lo mire mientras sonríe. Es todo lo que no soy; todo lo que podría ser, pero que no soy ni seré nunca. Envidia, sí. Esa es la palabra que describe el cómo me quema el corazón cuando lo veo ser y no soy... Cuando me siento cada vez más pequeñito hasta volverme completamente invisible a su lado.

Hay otras ocasiones donde siento ternura. Una inmensa y profunda ternura al observar sus pucheros y ver su inocencia en ellos; o al descubrir sus ojos brillantes y acuosos cuando se siente triste o conmovido por algo. Sólo me provoca abrazarlo y proteger esa dulzura e inocencia del mundo exterior. Deseo acariciar sus suaves mejillas de algodón y susurrarle que todo va a ir bien; o por el contrario, estrujarlas entre mis dedos hasta que su ceño se frunza en disgusto.

En otros momentos, lo que siento es una infinita molestia. Porque he de confesar que soy un ser tranquilo y relajado. Me gusta la paz, y Park JiMin es como una molesta mosca en medio de la noche. De esas que no te dejan dormir tranquilo. El zumbido es su cantarina y risueña risa, esperando el momento indicado para posarse sobre ti y obligarte a ponerle toda tu atención. Es tan desesperante... Me desespera no ser capaz de ignorarle cada vez que se posa sobre mí.

También hay ocasiones donde siento decepción. Sí, me siento decepcionado cuando lo invito a tomarnos juntos unas copas y me responde que está demasiado cansado. O cuando nos dejan elegir compañero para hacer alguna actividad, y él elige a JungKook o a TaeHyung sin reservas. También me decepciono cuando sé que está mensajeándose con la chica de turno... Evito pensar en ello, evito prestar atención a esos pequeños e insignificantes detalles. Pero la extraña y desagradable decepción no se va...

Hay otros momentos en los que siento cariño. En ellos, rememoro todos nuestros recuerdos juntos y sonrío, concluyendo en que no los cambiaría por nada del mundo. Momentos en los que no puedo concebir una vida sin Park JiMin merodeando por los alrededores, preguntándome cosas absurdas, y colándose en el estudio para cotillear mis nuevos proyectos. Hay momentos donde le siento parte de mí, del mismo modo en que sientes a tu familia, como algo irremplazable, duradero e inquebrantable. Él tiene una genuina parte de mi corazón... Todos los miembros la tienen, aunque quizás la de JiMin es un poquito más grande.

También hay ocasiones en que me invade la vergüenza. Me avergüenzo y me sonrojo estúpidamente cuando accidentalmente nuestras miradas se cruzan. Me avergüenzo cuando me quedo hipnotizado mirándole bailar, con la excusa de aprenderme los pasos de la coreografía. Y él se da cuenta de ello, no es idiota. Me avergüenzo cuando me descubro abrazándole, tocándole, o reposando mi cabeza sobre su hombro sin tomar en cuenta que el mundo sabe que soy de todo, menos cariñoso. También me avergüenzo en la intimidad, cuando necesito o me apetece masturbarme y, de forma sugerente y tentadora, le descubro colándose en mis más profundas fantasías...

Y esto me lleva a mi último sentimiento: la lujuria. Porque sí, tengo que reconocer que hace mucho tiempo que deseo a ese chico, lo he aceptado. Deseo enterrar mis dedos en su cabello, deseo abrazarle por la cintura y pegarle a mi cuerpo, deseo probar el sabor de sus voluminosos y apetecibles labios. Lo miro y me controlo para no dejar mi mano vagar por su trasero en los descansos, o posar mis labios en su cuello cuando le susurro algo al oído. Lo deseo profundamente de muchas formas, y entre ellas una muy sexual y obscena.

*

Siento el delicado tacto de la cortina acariciar mi rostro, haciendo que abra los ojos con pereza. Mi cuerpo se siente pesado tras un agotador día pre-comeback. JiMin está tumbado frente a mí en el sofá, apoyado en el otro reposabrazos y completamente dormido aún. Todos lo estábamos. Salvo Jin hyung, al que puedo escuchar moviendo cosas en nuestra habitación.

La brisa fresca se ha colado entre las rendijas de la ventana, moviendo de forma sinuosa e hipnotizante la cortina una vez más para acariciar el cabello rubio del menor esta vez. 

La luz del sol, oscilando entre rosa y anaranjada por el atardecer, nos ilumina entre las persianas, confiriendo a su rostro un aspecto plácido, tranquilo e irreal. Su vista parece más un sueño que una escena común de nuestro hogar. Y es aún más perfecta cuando su fina línea de pestañas se entreabre con pesadumbre para mirarme, como si sintiera mis ojos fijos sobre él.

Me sonríe y se refriega los ojos entre bostezos, acomodándose un poco mejor sobre el reposabrazos.

–Hyung... ¿qué hora es? –pregunta volviendo a cerrar los ojos con un suspiro.

–Las ocho y cuarto...

En momento como este, cuando JiMin se convierte en un ser irrealmente perfecto ante mis ojos, sé con firmeza que la vida lo ha puesto frente a mí como un castigo. El porqué debo ser castigado, aún no lo sé.

Pero su existencia es un castigo para mí.

Es un castigo cada vez que siento celos, ternura, molestia, decepción, cariño, vergüenza o lujuria...

Es un castigo que él exista en el mismo mundo que yo. Recordándome cada día cuán pequeño e insignificante soy.

Es un castigo que él exista en el mismo mundo que yo. Y no pueda odiarle.

Es un castigo que él exista en el mismo mundo que yo. Y no sea mío... 

KATHARSIS | YoonMin (YoonGi's) #LUS17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora