esta es una historia de mi pais = )
Todo comenzó aquella noche de verano en la que los siete personajes de esta historia nos encontrábamos casi embriagados a causas del whisky barato que habíamos comprado para aquella acampada.
Nos hallábamos lejos de casa, casi a orillas de un río que en plena montaña y más de cuarenta kilómetros de la civilización, en medio de bosques y senderos perdidos, los viajeros conocían como el Paso del Con Con.
Casi embriagados como mencioné, y con una soga de seda de unos dos metros en las manos, esta historia se dio.
Jugando con la soga en mis manos a orillas de la fogata, observaba las pequeñas brazas que sobresalían, y pensando en qué hacer para que la noche fuese interesante, me decidí a contar aquella vieja historia que mi abuelo se atrevió a contarme cuando yo era apenas un mocoso.
– El Loco Cabrera- comencé-, fue un ovejero de donde vivo... que conste, la historia no da miedo, pero sí es interesante-.
– ¡Ya, ya!, sin rodeos, cabro chico- dijo Wilson, el acordeonista del grupo del cual soy tecladista, y con el cual tuvimos cierto incidente en Salamanca.
– Bueno, pues...el Loco Cabrera era un ovejero de donde yo vivo, aunque vivió hace cuánto-, miré a Danilo, uno de los adultos con los que fuimos al viaje-, ¿cincuenta años?, estaba casado y tenía un niño con su pareja.
Un día dispuesto a llevar a su rebaño hasta el rincón del guindal, más o menos a cinco kilómetros de aquí, se decidió a salir temprano de casa, y partió junto a su hijo. El niño, dicen que tenía entre doce y trece años, y entre controlar a las bestias y esperar al pequeño, el viaje dejó exhausto al Loco Cabrera, tanto, que se vio en la obligación de detenerse aquí.
Acamparon con las ovejas pastando por el lugar y en la noche, sin tener idea de por qué, mientras su hijo dormía, se acercó a él, besó su frente. Tomó un tizón que había sobre el fuego, y luego de besar a su hijo, clavó el tizón sobre su frente. El número seis quedaría marcado sobre su piel si lograba quedar vivo, después de tanto forcejear contra su padre y si es que el llanto lograba regresarle la consciencia.
Los gritos y patadas no cesaban, y el tizón seguía en la frente del niño, aunque como pudo, se zafó y trató de huir a la oscuridad que abrigaba al Paso del Con Con. Pero, de nada le sirvió. El Loco Cabrera lo alcanzó de igual manera, lo sostuvo un instante y así el pequeño se encontró frente a frente con el cuchillo que degolló su garganta y lo desangró hasta morir.
El sujeto por su lado sin bastarle lo que había hecho, mutiló a su propio hijo y lo tiró a las brasas que aun ardían.
Cuando se dio cuenta del crimen que había cometido lo invadió mas profundamente la locura. Como una peste que azota sin piedad cada rincón de tu cuerpo, carcomiéndote la cordura lentamente para que sientas la culpa de tus endemoniadas acciones.
Con el arma aun empapada en sangre, fue cortando su cuerpo de a poco, estaba completamente desquiciado, borracho de demencia.
Pareciéndole poco el crimen contra su hijo, mientras se cortaba, una oveja se le acercó, la miró, y sin piedad hundió el cuchillo sobre su cuello.
El suave pelaje felpudo blanco se tiñó de rojo y así, una a una arremetió contra las catorce ovejas que llevaba.
– ¿Y esa es la historia?- preguntó Eduardo, un amigo.
– Tenías razón- dijo Magdalene, su novia.
– ¿Sobre qué?- pregunté.
– No da miedo- agregó Bryan, otro amigo. Hijo de Danilo.
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Weas randomleatorias
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