Harry Morrow Styles
HOLMES CHAPEL
-Viene el viernes-dijo Harry en respuesta a la pregunta de su abuelo George- así que yo me voy antes de que llegue... y creo que sería mejor que me mantuviera alejado durante toda su estancia. Le diré a alguien que lo recoja en el ferry. Nick me debe una por haberle hecho los planos de su garaje, así que puede hacerlo él.-Se pasó una mano por la cara- Si no vamos a buscarlo, seguramente se meta en un callejón y nadie volverá a saber de él. Algún personaje fantasmagórico podría secuestrarlo.
-Siempre has tenido una imaginación portentosa-replicó George- Pero tal vez en este caso podrías dejar de lado la imaginación e intentar ser un poco más amable. ¿O eso está pasado de moda en tu generación?
-¿Amable?-preguntó Harry, que contuvo la rabia- Este hombre va a hacerse con el control de mi casa durante un año y me va a echar. De mi casa. ¿Y por qué? Porque de niño era capaz de ver un fantasma. Ya está. Me van a confiscar la casa porque, de adulto, tal vez pueda ver algo que los demás no podemos.-Su voz transmitía todo el deprecio que le provocaba la situación.
-Es un pelín más complicado que eso, y lo sabes-dijo su abuelo con calma.
-Ah, claro. No puedo olvidar sin más todos los secretos, ¿verdad? Lo primero es la madre del niño, Johanna, que le ha ocultado a su propio hijo de veinte años de visita a esta isla. Y, por supuesto, está el asunto del Gran Misterio Styles que debe ser resuelto. Es un interrogante de doscientos años que lleva atormentando a esta familia desde...
-Doscientos dos.
-¿Qué?
-Que lleva sin resolver doscientos dos años.
-Claro.-Harry suspiro y se sentó en uno de los viejos sillones en la casa que su familia poseía desde 1805- Un misterio que nadie ha sido capaz de desentrañar desde hace doscientos años, pero que por alguna inexplicable razón este forastero será capaz de resolver.
George estaba de pie con las manos entrelazadas a la espalda y la vista clavada al otro lado de la ventana. Aunque apenas había empezado la temporada estival, el tráfico ya comenzaba a intensificarse. Pronto, los coches irían pegados al parachoques del coche delantero mientras circulaban por la tranquila avenida.
-Tal vez el misterio no está resuelto porque nadie lo ha investigado de verdad. Nadie ha intentado... encontrarla.
Harry cerró los ojos un instante. Después de que su tía abuela Susy muriera, habían tardado meses en desentrañar su ridículo testamento. Dicho testamento estipulaba que un chico, Louis Tomlinson, que no había pisado la casa desde que tenía cuatro años, debía vivir en ella durante un año. En ese tiempo tenía que resolver el misterio familiar, si quería, claro. El testamento de la tía Susy dejaba bien claro que si no quería llevar a cabo la investigación, no tenía por qué hacerlo. En cambio, podía pasar el tiempo navegando, contemplando a las ballenas o haciendo el millar de cosas que se les ocurría a los habitantes de Holmes Chapel para entretener a las hordas de turistas que invadían su pueblo cada verano.
Si ese fuera el único secreto involucrado, Harry podría haberlo soportado, pero ocultar una vida entera de personas y de sucesos era pedirle demasiado. Sabía que se volvería loco intendando evitar que ese chico descubriera que su madre, Johanna Tomlinson, pasaba todos los años el mes de agosto en casa de su tía Susy a fin de documentarse para sus exitosas novelas históricas. Harry inspiró hondo. Tal vez pudiera cambiar de táctica.
-No sé por qué un forastero ha recibido este trabajo. Es imposible lanzar un arpón sin darle a alguien cuya familia lleve aquí siglos. Si se le hubiera encargado a alguna de esas personas el trabajo, ese chico no tendría que venir. Los investigadores podrían resolver el misterio y los secretos que Johanna insiste en guardar estarían a salvo.
La mirada que le echó su abuelo lo silencio. No era nada nuevo, nada que no se hubiera dicho antes.
-Ya has dejado clara tu postura-dijo Harry-. Un año, nada más, y luego este chico se va y todo vuelve a la normalidad. Yo recuperaré mi casa y mi vida.
-Salvo que tal vez para entonces sabremos lo que le pasó a Sabrina-repuso George en voz baja.
A Harry le molestaba muchísimo estar furioso mientras que el viejo permanecía tan tranquilo. Sin embargo, sabía cómo equilibrar la balanza.
-Bueno, repíteme por qué la querida tía Susy no buscó a tu estimadísima Sabrina.
El apuesto rostro de su abuelo adoptó una expresión tormentosa. Como en el mar. Irguió los hombros todavía más y sacó pecho.
-¡Por cobardía!-gritó, con la voz estentórea que había atemorizado a tripulaciones enteras. Sin embargo, Harry lo llevaba escuchando toda la vida y ni se inmutaba-. ¡Por pura cobardía! Susan tenía miedo de lo que podía suceder si descubría la verdad.
-Lo que quiere decir que temía que su adorado fantasma desapareciera y la dejará sola en esta enorme casa.-aventuró Harry con una mueca- Además, la gente creía que era una solterona que había heredado dinero de Jabones Styles. El dinero del jabón había desaparecido hacía mucho tiempo, pero la tía Susy, Johanna y tú las apañastes para mantener esta casa, ¿verdad? El hecho de que para ello tuvieron que airear los trapos sucios de nuestros ancestros solo para molestarme a mí.
Su abuelo volvió a mirar por la ventana.
-Eres peor que tu padre. No tienes respeto por tus mayores. Además, debes saber que yo aconsejé a Susan con su testamento.
-Por supuesto que sí- replicó Harry-.Y todo se hizo sin consultarme.
-Sabíamos que te negarías, así que ¿para qué preguntar?
Como Harry no respondía, su abuelo se volvió para mirarlo.
-¿Por qué sonríes?
-Tienes la esperanza de que este chico se enamore de la historia romántica del fantasma Styles, ¿verdad? Ese es el plan.
-¡Claro que no! Sabe de eso de la red... ¿Cómo se llama exactamente?
-¿A mí qué me dices? No me has consultado en nada.
-La red... Esa cosa donde se busca información.
-Para que lo sepas, yo también sé usar la red, internet, y puedo asegurarte que la Sabrina Morrow que buscas no está allí.
-Todo sucedió hace mucho tiempo.
Harry se levantó del sillón y se colocó junto a su abuelo para mirar por la ventana a los turistas que ya comenzaban a llegar.
Eran tan distintos que los lugareños como los delfines de las ballenas. Sin embargo, resultaba entretenido ver a las turistas cruzar los adoquines con sus zapatos de tacón.
-¿Cómo va a encontrar este chico lo que nosotros no podemos?-preguntó Harry con voz sosegada.
-No lo sé. Pero tengo un pálpito
Harry sabía por experiencia que su abuelo estaba mintiendo o que se estaba resevando información. Había mucho más detrás del motivo por el que Louis Tomlinson iba a tomar posesión de Styles House durante un año, pero George no se lo iba a contar. Y Harry sabía que jamás se enteraría de toda la historia hasta que su abuelo estuviera dispuesto a contarla.
Sin embargo, no se iba a rendir. Todavía no.
-Hay cosas sobre él que desconoces.
-En ese caso, tienes que contármelo todo.
-La semana pasada hablé con su padre, y me dijo que su hijo está atravesando una mala racha ahora mismo.
-¿Por qué lo dice?
-Estaba comprometido para casarse o algo así, pero rompieron hace poco.
-Si es así, disfrutará de su estancia-dijo su abuelo-. A su madre siempre le ha encantado el pueblo.
-¿Hablamos de la misma madre que él no sabe que ha estado aquí todos los años?-A Harry le costaba controlar su enfado. Agitó una mano-. Da igual. Este chico cortó con su novio o su prometido o lo que sea... que no sé lo que era. Ya sabes lo que eso significa, ¿no? Se pasará el día llorando a moco tendido y atiborrándose de chocolates, y después verá...
-Un fantasma.
-Sí-convino Harry-. Un fantasma guapo que nunca envejece y que es muy comprensivo, muy cortés y muy simpático, y se enamorará de él.
-¿Tú crees?
-No es para tomárselo a broma-replicó Harry-. Se convertirá en otro hombre de otra generación que entrega su vida real por una vida vacía.
Su abuelo frunció el ceño.
-Susan nunca quizo casarse y su vida distó mucho de estar vacía.
-Si consideras que las reuniones semanales para tomar el té eran satisfactorias, pues no, su vida no estaba vacía en absoluto.
George miró a su nieto con el rostro desfigurado por la furia.
-Bueno-dijo Harry al tiempo que levantaba las manos. Me equivoco con la tía Susy. Sabes que la quería mucho. Toda la isla la quería y hoy no sería ni la mitad de lo que es sin el duro trabajo de mi querida tía.-Inspiró hondo-. Es que este chico es distinto. No es de la familia. No está acostumbrado a los fantasmas, a los misterios familiares ni a las leyendas de doscientos años. Ni siquiera está habituado a viejas mansiones destartaladas ni a islas en las que puede comprar una chaqueta de mil dólares pero ninguna tienda vende ropa interior de algodón.
-Ya se acostumbrará.-Su abuelo lo miró con una sonrisa-. ¿Por qué no le enseñas tú?
Harry puso cara de miedo.
-Sabes lo que es y lo que querría de mí. Sabes que se está preparando para ser... para ser...
-¡Suéltalo, muchacho!-gritó su abuelo-. ¿Para qué se está preparando?
-Para ser arquitecto.
Su abuelo lo sabía, pero no comprendía la desazón que a Harry le provocaba el tema.
-¿Acaso no es lo que tú eres?
-Si-contestó él-. Eso es precisamente lo que soy. Pero yo tengo un estudio de arquitectura. Tengo... soy...
-Ah-musitó George-. Entiendo. Tú eres el capitán y él es un grumete. Querrá aprender de ti.
-Igual no lo sabes, pero ahora mismo estamos atravesando una recesión. El mercado inmobiliario se ha hundido. Una de las profesiones mas afectadas es la de arquitecto. Nadie contrata. Eso hace que los recién licenciados estén desesperados y se vuelvan agresivos. Son como tiburones que se alimentan los unos de los otros.
-Pues conviértelo en tu becario.-le soltó su abuelo- Al fin y al cabo, le debes tu vida a sus padres.
-Sí, se la debo, y es otra de las razones por las que no me puedo quedar. ¿Cómo ocultarle todos estos secretos? ¿Cómo ocultarle a su propio hijo lo que hacía Johanna mientras estaba aquí?-preguntó Harry, con un deje frustrado en la voz-. ¿Comprendes la situación en la que me ha puesto el ridículo testamento de mi tía? No solo se supone que tengo que guardar los secretos de las personas a las que les debo la vida, sino que mi estudio arquitectónico está en Nueva York y este chico es estudiante de Arquitectura. ¡Es una situación imposible!
George pasó por alto la primera parte del sermón.
-Por qué te molestan sus estudios?
Harry hizo una mueca.
-Querrá que le enseñe, que vea sus planos, que los analice y los critique. Querrá saberlo todo de mis contactos, de mis... querrá saberlo todo de mí.
-A mí me parece estupendo.
-¡No lo es!-exclamó Harry- No quiero ser el cebo que echan de carnaza. Y me gusta hacer cosas, no enseñarlas.
-¿Y qué gloriosos planes piensas hacer mientras él está aquí? -le preguntó con retintín-. ¿Están relacionados con las mujeres ligeras de cascos con las que paseas por ahí?
Harry suspiró, exasperado.
-Solo porque las mujeres de hoy en día se pongan menos ropa no quiere decir que tengan menos principios. Ya lo hemos discutido cientos de veces.
-¿Te refieres a la de anoche? ¿Dónde estaban los principios de esa? ¿Dónde la conociste?
Harry puso los ojos en blanco.
-En The Old Red Lion .-Era un bar cerca del embarcadero, que no tenía precisamente fama de decoroso.
-No quiero saber qué barco capiteneó el susodicho. Pero ¿quiénes son los padres de la muchacha? ¿Dónde se crío? ¿Cómo se llama?
-No tengo la menor idea-dijo Harry- Tess o Taylor, no me acuerdo bien. Se fue en el ferry esta mañana, pero lo mismo vuelve más adelante.
-Tienes treinta y seis años, no estás casado y no tienes hijos. ¿El apellido Styles va a morir contigo?
Harry fue incapaz de contenerse.
-Mejor eso que tener que lidiar con un estudiante de Arquitectura.
Aunque Harry era más alto, su abuelo consiguió lazarle una mirada intimidatoria.
-No creo que debes preocuparte por la posibilidad de que se sienta atraído por ti. Si tu santa madre viviera, ni siquiera ella te reconocería ahora mismo.
Harry se quedó donde estaba y se pasó una mano por la barbilla.
Su abuelo le habia dicho que ese sería el último año de vida de la tía Susy, de modo que había organizado el trabajo de su estudio de arquitectura para pasar los últimos meses con ella en la isla. Se había mudado a la cada de invitados y había pasado todo el tiempo posible con la tía Susy, que era uma mujer muy comprensiva. Siempre le había divertido cuándo iba a celebrar una reunión para tomar el té, de modo que pudiera irse en su barco. Jamás lo crítico por llevarse a casa a cierto tipo de mujeres u hombres. Y, sobre todo, fingió desconocer por completo el motivo por el que Harry estaba allí.
Durante las últimas semanas que pasaron juntos, habían compartido muchas cosas. La tía Susy le había contado anécdotas de su vida, y mientras pasaban los días, comenzó a hablar de George. Al principio, le explicó quién era.
-Es tu quinto bisabuelo-dijo ella.
-¿Tengo cinco?-bromeó él.
La tía Susy hablaba en serio.
-No, George es el tatarabuelo de tu bisabuelo.
-¿Y sigue vivo?-preguntó Harry, que se hizo el tonto mientras le llenaba el vaso de ron. Todas las mujeres Styles aguantaban muy bien el ron. <<Es por la sangre marinera que llevan dentro>>, le había explicado George.
Harry se percataba de que su tía perdía fuelle con el paso de los días.
-Se está acercando a mí-le dijo su abuelo a Harry, y George comenzó a pasar todas las noches con ella. Habían vivido juntos muchos años-. Más que ninguna otra-dijo George, y vio lágrimas en esos ojos que nunca envejecían. George Styles tenía treinta y tres años cuando murió, y durante doscientos años había conservado su aspecto.
Sin embargo, pese a todo lo que Harry había compartido con su tía, nunca habia intentado siquiera contarle que podía ver, hablar y discutir con su abuelo. Todos los varones Styles habían podido hacerlo, pero nunca se lo contaron a las mujeres de sus vidas.
-Deja que crean que George les pertenece-le dijo su padre a Harry cuando era pequeño-. Además, el ego de un hombre quedaría destrozado si se supiera que pasa las noches con un muerto. Esejor que las mujeres se preocupen por las posibilidad de que tengas una aventura.
Harry no terminaba de ver clara esa filosofía, pero se había mantenido fiel al código de silencio. Los siete Harry Morrow Styles podían ver el fantasma de George, y la mayoría de las hijas y algunos de sis descendientes también. Harry creía que George podía decidir quién lo veía y quién no, pero el viejo nunca se lo había confirmado.
Decir que resultaba raro que ese muchacho, ese tal Louis Tomlinson, pudiera ver al fantasma Styles se quedaba muy corto.
Su abuelo George lo miraba con el ceño fruncido.
-Tienes que ir a un barbero y que te quite la barba, y llevas el pelo demasiado largo.
Harry se volvió a mirarse en un espejo. George había escogido ese espejo en China durante aquella última y desastrosa travesía. Harry se dio cuenta de que tenía muy mal aspecto. Desde la muerte de su tía abuela, apenas había salido de su barco. Llevaba meses sin afeitarse ni cortarse el pelo. Tenía canas en la barba y mechones canosos en el pelo, que a esas alturas le llegaba por debajo de la nuca.
-No tiene nada que ver con mi aspecto británico, ¿verdad?-comentó Harry con expresión pensativa. Si durante el año siguiente no podía mantenerse lejos de su adorada isla, sería bueno que no pudieran reconocerlo.
-No me gusta lo que estás pensando-dijo George.
Harry se volvió hacía su abuelo con una sonrisa.
-Creía que estarías orgulloso de mí. A diferencia de ti, no intento conseguir que un chico inocente se enamore de mí.-ese era otro comentario que sin duda le borraría la sonrisa a su abuelo.
La explosión fue inmediata.
-Nunca he hecho que un chico...
-Lo sé, lo sé-dijo Harry, que se apiadó del guapo fantasma- Tus motivaciones son puras y decentes. Estás esperando el regreso, o la reencarnación o lo que sea, de la mujer que amas, de tu preciosa Sabrina. Y siempre le has sido fiel. Ya me lo has contado antes. Llevo oyéndolo toda la vida. La reconocerás cuando la veas y luego los dos se irán hacía el horizonte de la mano. Lo que quiere decir que o ella muere o tú vuelves a la vida.
George estaba acostumbrado a la irreverencia y a la insolencia de su nieto. Aunque nunca lo reconocería, ese nieto en particular era el que más se parecía a él cuando estaba vivo. Siguió con el ceño fruncido.
-Tengo que saber qué le pasó a Sabrina-se limitó a decir.
Lo que no le contó es que ya sabía que había un límite de tiempo. Tenía hasta el 23 de junio, fecha que llegaría en unas cuantas semanas, para descubrir qué le sucedió a la mujer quien quería tanto que ni la muerte pudo separarlos. Si no reconstruía la historia, posiblemente nadie, ninguna de las personas que habían estado involucradas durante tanto tiempo, pudiera encontrar la felicidad que se merecía. Solo tenía que conseguir que su terco y cerrado nieto creyera.