La mazmorra

25 3 12
                                    

-¿Ahora qué?- preguntó Eint.

-Llamémosle, nos tendrá que explicar más sobre el tema.

Eint asintió. Los dos se dirigieron hacia el salón donde se encontraba el teléfono fijo. Llamaron varias veces pero no contestaban, tan sólo se escuchaba los pitidos del teléfono.

-No lo cogen- dijo Rosseanne.

-Lo llamaremos más tarde si quieres. Mientras, podríamos ir haciendo las maletas. No creo que podamos regresar aquí durante un tiempo.

Rosseanne asintió con la cabeza.

Todo estaba listo ya, pero todavía no conseguían contactar con Porter.

-Pues nada, habrá que esperar.

***

-¿Dónde crees que está?

-¿Quién?

-Blody Mery.

-¿La mujer esa de la carta?

-Sí.

-No lo se, pero no nos debemos de distraer.

Continuaron caminado entre la lluvia dirigiéndose a un lugar donde sólo ellos conocían.

***

Sonaba el teléfono del salón. Eint salió corriendo hacia él y descolgó de una manera muy brusca.

Rosseanne le seguía por detrás.

-¿Sí?

-¿Señor Cartoon, es usted?

-Sí soy yo, dígame.

En la otra parte de la línea se escuchaba a un hombre cansado, que le faltaba la respiración, y la lluvia fuerte e incesante.

-Tienen que venir ya, enseguida. No creo que falte mucho tiempo para la media noche.

-De acuerdo pero tiene que decirme dónde se encuentra o dónde quiere que vayamos.

Hubo un pequeño silencio hasta que contestó.

-Cerca del puente, en el reloj... Lo siento, no me queda tiempo- colgó.

-¿Qué ha dicho? ¿Un puente?

-Algo así. Pero aquí hay tres puentes distintos. ¿Cómo sabemos cuál es?

-Si no he escuchado mal ha dicho algo sobre encontrarnos en un reloj. Tal vez sea cerca de un campanario.

- No hay ningún campanario cerca de un puente.

-Pero hay un campanario cerca de un riachuelo. El campanario de la Iglesia X.

-¿Y lo del puente?

-Lo ignoraremos por el momento. No hay tiempo que perder.

Cogieron las maletas y se fueron directos al coche que se encontraba en ese momento en el garaje.

Antes de salir, Rosseanne cogió dos paraguas. Cada vez la lluvia se hacía más intensa.

Una vez dentro de él, Eint comenzó a conducir sin parar mientras que el limpiaparabrisas no dejaba de funcionar.

-Es aquí, Eint, frena el coche. Ya estamos.

Rosseanne miraba por la ventanilla y divisó la gran torre de la Iglesia. Se encontraban en el borde de un acantilado.

Corrieron hacia la entrada del edificio y llamaron a la puerta. No tardaron ni un segundo en abrirla unos monjes. La pareja entró rápidamente. Cerraron la puerta detrás de ellos, no sin dejar que entrara unas gotas de agua.

-¿Rosseanne y Eint Cartoon?- preguntó uno de los monjes. Se habían colocado alrededor de ellos.

Llevaban una capa color amarillo podrido, con una capucha que les tapaba la mitad de la cara, lo cual hacía que no se les pudiera diferenciar.

- Sí, por supuesto- dijo extendiendo el brazo para cogerle de la mano, una mera cordialidad.

-Seguirme- dijo mientras se giraba y se dirigía hacia una puerta de la capilla. Acababa de ignorar el gesto de Eint.

Los otros monjes iban tras ellos.

La abrió dejando ver una escalera en espiral el cual se iba hundiendo en el suelo. Bajaron a paso lento. El camino estaba iluminado por unas antorchas que pendían en las paredes, generando una luz tenue y misteriosa.

Al final del recorrido se toparon con otra puerta de madera que, al abrirla, produjo un crujido, como si hubiera pasado un largo tiempo siendo inutilizado.

Al otro lado había un largo pasillo y diversas puertas a los lados. Parecía ser una mazmorra bastante grande.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Rosseanne, ya que no acostumbraba a lugares tan tenebrosos y fríos.

Caminaron hasta la penúltima puerta, y tras abrirla, entraron a una habitación vacía con tan sólo un pequeño ventanuco con rejas que se encontraba en la parte superior del muro.

Pero de repente se escucha un golpe. Los monjes habían cerrado la puerta detrás de los Cartoon, dejándolos encerrados.

Rosseanne, presa del pánico, comenzó a gritar y golpear la puerta para que les sacaran.

-Lo siento- dijo una voz familiar al otro lado de la puerta. El sonido de unos pasos indicó que se habían marchado.

Tras unos minutos intensos, Rosseanne y Eint se tranquilizaron.

-No ganaremos nada con los nervios. Debemos pensar con mente fría cómo salir de aquí- dijo Eint.

Su mujer asintió.

Se sentaron en el frío suelo rocoso y Eint cerró los ojos para asimilar lo que acababa de ocurrir.

El extraño de la carta les da una localización dudosa y con la rápida conclusión de Rosseanne se dirigieron hacia una Iglesia un tanto apartada de la ciudad. En ella, unos monjes misteriosos les conducen a unas mazmorras en la cual les encierran. Es un tanto raro e ilógico.

Habían tantas preguntas que surgían una tras otra, pero en la mente de Eint sólo se repetía una y otra vez la frase "lo siento" de aquel monje que se le hacía tan familiar.

-Eint, mira esto- Rosseanne le sacó de su trance. Estaba en cuclillas mirando a una esquina de la habitación.- Mira- señaló algo blanco que sobresalía de entre las rocas del muro.

Eint lo cogió. Era un trozo de papel doblado. Lo abrió cuidadosamente porque estaba corroido por el tiempo y duro como si se hubiera secado de la humedad. En él había escrito con una ortografía horrible lo siguiente:

"se que eres un prisionero i quieres escapar. llebo poco tiempo trabajando en esto pero lla no me queda mucho. Te lo dejo a ti. Si quitas las rocas de esta parte te encontraras con un pequeño pico. Continua mi agujero pero te adbierto, el muro es grueso i si aces mucho ruido te oiran."

Los dos comenzaron a apartar las rocas y pronto se encontraron con un pico pequeño pero útil.

-Tenemos una oportunidad de salir- dijo Rosseanne con una sonrisa.

Rosseanne y Eint |¤| "El misterioso caso de Blody Mery"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora