3.- No comparto lo que es mío

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  Ya habían pasado seis semanas desde que el esclavo Harry trastocara el mundo de Severus Snape.

No era que Severus sufriera mucho con el cambio, aunque si alguien hubiera de preguntarle, él lo negaría sin ningún remordimiento.

Harry se había auto impuesto el arreglo del jardín, y si bien no habían pasado ni siquiera dos meses, y a pesar de que el muchacho no usaba magia, ya se podía apreciar la diferencia. El chico había cortado el césped, quitado la maleza y había sabido convencer a Snape de plantar otro tipo de flores más allá de las rosas, las que ya resplandecían. Incluso el pozo de agua ya no se veía tan tétrico.

Otra de las cosas que Severus disfrutaba enormemente era la comida de Harry. Por supuesto Snape no decía nada al respecto, pero se notaba en el hecho de que jamás se quejaba y también porque se comía todo lo que el muchacho le servía. Hasta se le notaban algunos kilitos más, los que a decir verdad, lo hacían verse más saludable. Incluso se comportaba menos gruñón.

Esa mañana Lucius se había aparecido en la chimenea sin previo aviso, requiriendo su presencia en la oficina que ocupaba en el Ministerio. Después de los saludos de rigor y diez minutos más de charla insustancial Malfoy dijo como a la pasada–Elegiste un buen esclavo Severus.

"Por fin llegamos al meollo del asunto" pensó Snape y elevó una ceja –No entiendo a que quieres llegar con ese comentario –Ofreció, suspicaz, el pocionista.

Lucius sonrió encantador –Sólo digo que es un buen esclavo ¿Está mal que lo diga? –Malfoy se cruzó de brazos tratando de parecer ofendido.

Snape frunció el ceño –Jamás te he escuchado decir nada positivo respecto a los muggles y ahora, de la nada, me sales con un cumplido, ni más ni menos que hacia un esclavo. No tengo mucho tiempo para perder, así que deja las tonterías de lado y ve al grano. ¿Qué es lo que quieres con él?–Preguntó con tono aburrido.

Lucius bufó –Quiero que me lo prestes –Dijo sin más rodeos.

Snape no entendía por qué o para qué Lucius querría que le prestara a su esclavo siendo como era que él poseía varios, muggles y elfos. La idea jamás le habría pasado por su mente. Nada bueno podía resultar de poner a Harry en manos del aristócrata. –Sabes que no me gusta compartir lo que es mío –Dijo negándose a la solicitud.

Lucius molestó, aunque no lo demostró –El Señor Tenebroso irá a mi casa a comer y tu esclavo ciertamente sabe lo que hace en la cocina. Sólo lo usaré una tarde –Snape notó cierto brillo extraño en los ojos del rubio. Algo en la absurda petición de Malfoy no terminaba por convencer a Severus. La situación le gustaba cada vez menos.

–¡Por favor Lucius! –Protestó Snape con un resoplido –¿Me quieres decir que no puedes conseguir al mejor chef de toda Inglaterra, si lo quisieras? No veo para que quieres un simple esclavo muggle. Me temo que mi respuesta sigue siendo negativa. Además, dudo que el Señor Tenebroso vaya a apreciar el hecho de que lo vas a obligar a consumir alimentos preparados por un ser tan inferior. Créeme Lucius, en esta ocasión no hago más que salvarte de pasar un mal trago. Ahora, si me disculpas, es tarde y debo regresar a mi laboratorio. Tengo algunas pociones macerando que necesitan mi atención –Lucius se quedo en silencio, no podía debatir aquello.

Snape se fué con paso calmo, lo que definitivamente contrastaba con el tumulto de actividad que era su mente. La petición de Lucius lo había desconcertado al principio, pero no era necesario un título en psicología para entender cuáles eran las intenciones del rubio. Y Severus sabía que no eran nada buenas, así como también sabía que Malfoy no se quedaría con los brazos cruzados. El aristócrata ya había puesto sus ojos en Harry y no descansaría hasta cumplir su propósito. Severus habría de tener mucho cuidado de ahora en más, o temía lo peor para su esclavo. Una vez en la chimenea, tomo la vía flu para volver a su casa. En cuanto puso un pie en la sala llamo a la elfina. Esta apareció con un plop e hizo una reverencia. Si, debía tomar precauciones especiales, los Malfoy eran peligrosos.


O-o

Un par de semanas más tarde Snape estaba especulando respecto a si valía la pena salir o no. Ese día en particular tenía varios asuntos que atender en Diagon Alley y en el Ministerio. Y si bien Lucius no había vuelto a insistir y todo parecía en calma, el pocionista no quería dejar a Harry solo tanto tiempo. Sabía que el rubio podía estar al acecho, sobre todo porque sabía de la reunión que Severus tenía con los Innombrables, pero no tenía otra opción. El Señor Tenebroso le había ordenado hablar con la Jefa de ese departamento y no había cómo negarse.

Antes de salir Snape doblegó las barreras que guardaban la casa y le indicó a Harry que no saliera de la casa bajo ningún pretexto.

El muchacho no entendía a qué tanto alboroto, pero ya estaba acostumbrado a que su amo le ordenara qué hacer y qué no. Como hacía todos los días, había pasado un par de horas atendiendo el jardín, y estaba entrando a la cocina cuando escuchó un ruido proveniente de la chimenea. Pensando que su amo regresaba fue a la biblioteca a recibirlo.

Cuando el fuego se desvaneció Lucius Malfoy estaba parado frente a la hoguera como si fuera el dueño de casa. El rubio lo miró de arriba abajo, pero no fué desprecio lo que Harry percibió en su mirada, no podía ponerle un nombre, pero era lo mismo que solía ver en los ojos de los magos en el mercado, cuando compraban un esclavo atractivo. Un escalofrió le recorrió de pies a cabeza y de pronto se sintió incomodo. Sin olvidar la educación impartida por su dueño, Harry hizo una reverencia y dijo –El amo Snape no se encuentra en este momento, salió, probablemente no vuelva hasta tarde...

Lucius interrumpió –Perfecto –Fue lo único que dijo. Tomó la muñeca del esclavo y lo arrastró a la sala de recepción. Sin ninguna consideración arrojó a Harry sobre el sofá –Lo esperaré, pero si, como dices, ha de tardar todavía, entonces tendrás que entretenerme –Sonrió lujuriosamente.

Harry intentó apartarse sin mucho éxito. Por supuesto sabía que algo como eso habría de ocurrir tarde o temprano, después de todo era una de las cosas que le habían enseñado cuando lo entrenaron para ser un esclavo, pero ¿¡Cómo permitirlo, si ni siquiera su amo le había tocado de esa manera!?

El rubio deslizó sus manos por las piernas del joven, subiendo hasta llegar a los botones de la camisa. Harry, sintiendo que no era correcto que otro hombre que no fuera su dueño o por lo menos sin la autorización del amo, para ser tocado de una manera tan íntima, con un movimiento involuntario, apartó la mano del rubio de un golpe.

Malfoy no podía creer el atrevimiento de ese maldito muggle. Sintió la furia hervir en su sangre ¿¡Cómo se atrevía!?

Harry se percató de su error y quiso enmendar su falta –Señor Malfoy ¿No desea una bebida primero?

Lucius entrecerró los ojos. Condenado muchacho! ¿Lo estaba provocando? En realidad, no importaba. A pesar de su rebeldía, quería poseerlo –No. Cuando quiero algo lo pido –Y mirando lujuriosamente al muchacho añadió –O lo tomo –Y sin más tomó la tela de la camisa del esclavo y de un brusco movimiento arrancó los botones –Pensaba ser suave contigo, pero veo que prefieres la rudeza –Lucius comenzó a tironear la ropa mientras Harry continuaba resistiéndose.

El esclavo sintió el miedo inundando su mente, dejándola en blanco. No sabía que hacer ¿Iba a terminar violado por otro mago que no era su amo?

Malfoy despojó al esclavo de la camisa y sonrió con malicia –Vaya, veo que Severus no te ha marcado como su propiedad. Si se descuida alguien podría robarte ¿No te gustaría ser mi esclavo? –No sabía que había llevado a Lucius a decir aquello. Narcissa lo mataría de enterarse de algo así, pero el deseo por ese muchacho era más poderoso que la razón, Y por el momento sólo quería disfrutar de tan suculento bocado. Ya habría tiempo para pedir perdón más tarde.

Harry sonrió –¿En verdad mi señor quiere que sea su esclavo? –El joven jugueteó con sus dedos en el brazo del rubio.

Lucius sonrió complacido. Estaba claro que nadie podía con el encanto de un Malfoy –Si te portas bien y me complaces en todo –Dijo meloso.

Harry en un rápido movimiento invirtió los papeles, se subió en el otro cuerpo –¿Y podré llamarlo amo? –Preguntó el esclavo.

Malfoy colocó sus manos en el trasero del joven –Deberás llamarme amo Malfoy, ¿por qué no practicas ahora mismo?

Harry se levantó y tiró del brazo del rubio –Amo Malfoy, este no es un buen lugar para complacerlo ¿Por qué no me acompaña a una habitación más cómoda?

Lucius se dejó guiar por el esclavo. Se había dejado llevar por el deseo y había estado a punto de perder la elegancia tomándo al chico así, sin más, en la sala. El cambio de habitación le entusiasmaba.

Lucius entró en una de las habitaciones de huéspedes a la que Harry lo había llevado. El esclavo lo animó a recostarse mientras le desabrochaba los botones de su túnica. Harry metió sus manos acariciando la blanca piel desnuda y Malfoy cerró los ojos con una sonrisa disfrutando de las caricias. De pronto el íntimo contacto se perdió y el sonido de la puerta cerrándose con fuerza le hizo abrir los ojos.

Lucius se sentó en la cama ¿Dónde demonios estaba el esclavo? Frunció el ceño, ese maldito lo había engañado ¡Ahora conocería al verdadero Lucius Malfoy!

Se puso de pie e intentó abrir la puesta, pero sin éxito. Estaba cerrada con llave. Estúpido muggle! pensó, como si una puerta lo fuese a detener. Sacó su varita y con un simple movimiento hizo volar la puerta. Lucius salió al pasillo y allí, no muy lejos, estaba el esclavo mirándolo temeroso.

O-o

Harry comenzó a acariciar al señor Malfoy, y vió como éste cerraba los ojos, ¡Era el momento perfecto! Ahora o nunca pensó. Debía escapar fuera como fuera. Se apresuró a salir de la habitación y cerró la puerta. Nervioso metió la llave en la cerradura y la giró. No sabía cuánto tiempo ganaría, pero tendría que ser lo suficiente para ocultarse. Con suerte, su amo no tardaría en regresar a casa.

Se recargó contra la pared con la respiración agitada ¿Cuál seria un buen lugar para ocultarse? –Gipsy –Se le ocurrió llamar a la elfina, pero esta no apareció ¡Demonios! cuando se trataba de preparar comida, siempre estaba allí, pegada a su cuerpo, lista para quitarle el sartén de las manos ¡Y ahora que estaba a punto de ser violado, se iba a quien sabe donde! Harry escuchó un fuerte ruido, y una explosión hizo que la puerta impactara contra la pared. Harry temió lo peor. El señor Malfoy debía estar muy molesto. Corre, le dijo una vocecilla interna y Harry intentó alejarse pero un rayo lo lanzó contra el suelo. El muchacho quiso arrastrase, huir. Era en lo único en lo que podía pensar en ese momento.

Malfoy lo alcanzó y le puso un pie encima para que dejara de avanzar –Tú, maldita sabandija, ¿Cómo te atreves?

–¿Qué ocurre aquí Lucius? –Severus, desde el fondo del pasillo, estaba mirando la escena ceñudo mientras una temerosa elfina se escondía detrás de él.

Harry sintió un poco de alivio al ver a su amo y cuando miro a la elfina lo entendió, ¡Ella había ido por el amo!

–Severus deberías educar mejor a tu esclavo!–Reclamó el rubio y Harry temió lo peor. El era un simple muggle, por supuesto que el amo le daría la razón al mago.

Snape se cruzó de brazos –¿Puedes decirme qué fue lo que hizo mi esclavo para que merezca un castigo? –Preguntó el pocionista calmadamente.

–Me desobedeció ¿¡te parece poco!? –Reclamó el rubio –Unos azotes y verás que quedará como un manso corderito. Yo estoy dispuesto a hacerlo por ti. Se de tus susceptibilidades al respecto. Y aquí tienes las consecuencias! –Ofreció el rubio, al parecer no estaba dispuesto a quitar el dedo del renglón

–Gracias por la oferta Lucius, pero ya sabré yo como castigar a mi esclavo. Ahora ¿Hay alguna razón para tu visita? Creo que sabías que estarían fuera ¿no es así? –Severus continuaba calmado.

Lucius se acomodó la camisa apresurado –No creí que la reunión fuera a llevarte tanto tiempo, yo terminé temprano en la oficina y decidí venir a tomar una copa contigo –Contestó el rubio.

–¿Quieres que nos tomemos esa copa entonces? –Preguntó Severus moviéndose a un lado y señalando con la mano hacia la sala, esperando que Lucius marcara el camino y al mismo tiempo, así pondría su cuerpo entre Malfoy y Harry.

–No, gracias, Recordé que tengo un encargo de Narcissa. Ya sabes como es ella. ¡Salazar me proteja si me olvido de cumplirlo!–Dijo Lucius alejándose.

–Lucius –Llamó Snape. El rubio se detuvo frente a la chimenea –El esclavo solo seguía mis órdenes. Como ya te he dicho en otra oportunidad: No me gusta compartir lo que es mío –Dijo disculpando a Harry y esperando que con eso dejara en paz al pobre esclavo.

Lucius lo encaró molesto –¡Entonces deberías marcarlo! Ese esclavo ahora te llama amo, pero ¿Por cuánto tiempo? ¡Para un hombre de tu inteligencia, puedes ser bastante obtuso Severus! –Bufó el rubio y se fué molesto.

Snape miró a Harry, quien estaba aún en el suelo –¿Piensa deshacerse de mi, amo? ¿Por eso no me ha marcado amo? -Preguntó el chico, con un tono muy cercano a la angustia.

Snape no entendía muy bien la actitud del esclavo –¿Harry sabes cuales son las forma de marcar a un esclavo?

El joven negó con la cabeza –No puede ser peor que ser el esclavo del señor Malfoy –Dijo mas entusiasmado.

Snape elevó una ceja –¿Has visto como los muggles marcan a sus reses quemándoles las piel con esos objetos metálicos? –Preguntó.

En esta ocasión Harry asintió –Yo puedo soportar eso amo –Dijo confiado.

Snape sonrió burlón –Si bien la idea es la misma, el proceso necesario es el doble de doloroso. Si solo quemara tu piel, cualquier mago podría eliminar la marca. Para marcar mágicamente a un esclavo se debe realizar un hechizo que produce un dolor insoportable solo comparado con un crucio –Severus esperaba que con eso bastara para atemorizar al muchacho.

–¿Que es un crucio? –Preguntó Harry inocente.

El pocionista a veces olvidaba que Harry era un simple muggle –Es un hechizo de tortura. Puede volver locas a las victimas ¿no te asusta tanto dolor? –Snape no quería dañar al esclavo, pero muy en el fondo deseaba marcarlo, tomarlo como su propiedad.

Harry se arrastró hasta abrazarse a las piernas del pocionista –Por favor amo, podré resistirlo, se lo prometo. No me aleje de su lado, no quiero ser el esclavo de nadie más –Suplicaba el joven.

Snape estaba impresionado. Ese era el valor Gryffindor que había estado buscando en su esclavo desde que lo trajera a casa, pero la idea de que este fuera el verdadero Harry Potter ya había sido descartada –Hay una segunda forma –Dijo sin querer, no quería comportarse como Lucius, no deseaba violar al joven.

Harry lo miro ilusionado –Lo que sea amo, estoy dispuesto a todo con tal de seguir siendo su esclavo –Afirmó convencido el joven.


Snape gruñó, ¿Cómo se le había escapado decir eso? –Escucha no pienso tratarte como Lucius, ¡no soy un violador por Merlín! –Exclamó el pocionista

Harry se abrazó fuertemente de la pierna de su amo una vez más–Cuando el señor Malfoy me tocó, no pude evitar pensar que estaba mal, que era algo que no deseaba, algo sucio y desagradable. Pero, si usted quisiera mi cuerpo yo se lo ofrecería con gusto.

¿Había escuchado bien? Harry deseaba ser marcado con la segunda opción...

Continuara...  

Nota: Si! a marcar a Harry! jo,jo,jo... a esta historia le restan dos actualizaciones. 

  Gracias a los lectores por seguir con mi historia y a mi beta Suzuki1969 por su infinita paciencia!   

Mi esclavo se llama HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora