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Mark se sentó en su cama y observó las huellas que Donghyuck había dejado en las sábanas la noche anterior. Acomodó su almohada, y ya estaba listo para tumbarse en ella, cuando de pronto sintió el colchón hundirse ante el peso de la rodilla de Donghyuck.

Mark lo miró con una -exagerada- expresión de desesperación en su cara.

—¿De nuevo?

Donghyuck le dedicó una de sus sonrisas en forma de corazón y también una de sus miradas que sólo significaban dos cosas: malicia y travesuras.

—De nuevo.

El menor esperó a que Mark se acostara, para luego lanzarse encima de él. Mark balbuceó indignadamente debajo del chico, mientras que Donghyuck no podía hacer más que reír en la curvatura de su cuello. Mark tomó a Donghyuck por la cintura en un intento de sacárselo de encima, pero Donghyuck era como un cadáver, no se movía en lo absoluto; la única diferencia era que él estaba terriblemente caliente.

—Quítate de encima —ordenó Mark, apenas consiguiendo pronunciar las palabras en medio de su risa. Los labios y dientes de Donghyuck rozaron su piel, sorprendiendo a Mark y haciendo que los dos rieran nerviosamente.

Donghyuck nunca seguía las órdenes, así que Mark tenía que enseñarle a obedecer.

Logró empujar al menor, colocándose encima de él. La cara de Donghyuck estaba mirando hacia el costado y su tendón, que comenzaba desde las clavículas y finalizaba en su oreja izquierda, se hacía visible. Mientras Mark estuvo distraído, Donghyuck aprovechó la oportunidad y empujó al otro chico al otro lado de la cama, a su costado. Donghyuck colocó su pierna por encima de las de Mark y trató de calmar su risa poco a poco. Ganó esta vez.

—Eres un demonio —dijo Mark.

—Mi mamá dice que es mi encanto —respondió Donghyuck, logrando sacarle una sonrisa.


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Mark pensó que solo el toque de un demonio podría quemar tanto, como la piel de Donghyuck quemaba contra la suya.

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