Thomas no tenía miedo, no podía tenerlo, todo estaba planeado y además, estaba ya ocupado molestándose con esa chica inferior que consiguió resolver el enigma antes que él, ¿o acaso no era tan inferior como él pensaba?.
Esta y otras dudas como la forma en la que Raquel consiguió resolver el puzzle rondaban en su cabeza constantemente. No sabía cuánto tiempo llevaba cayendo, ni a qué velocidad iba. Todo estaba demasiado oscuro, tan oscuro que podría estar parado tumbado en un sitio y el no lo sabría, se fiaba de su instinto para creer que aún estaba en movimiento.
Efectivamente no se equivocaba, después de un largo tiempo una luz se empezó a materializar justamente en frente suya, pero avanzaba a un paso excesivamente lento, parece que después de todo no iba tan rápido como él creía. Eso explicaba la tardanza en llegar al final de todo este asunto.
La luz se fue acercando poco a poco hasta que alcanzó los pies de Thomas. Sorprendentemente no cayó de una gran altura, si no todo lo contrario, acabó sentado en un suelo que se sentía tremendamente gélido. Debido a que sus ojos estaban acostumbrados a la oscuridad, el chico no veía absolutamente nada de lo que se encontraba en frente. Sorprendentemente la sala se encontraba en un absoluto silencio que Thomas no esperaba, últimamente se estaba equivocando demasiado en sus deducciones y eso no le gustaba nada.
Poco a poco su vista se fue acostumbrando a la abundante luz del sítio. La sala donde se encontraba era completamente cuadrada y no muy grande. Las paredes eran de un material blanco que Thomas no reconocía, ¿mármol quizás? Además, situadas en 3 de las 4 paredes, se encontraban unas ventanas de cristal, pero una persiana metálica impedía visualizar las habitaciones adyacentes, si es que había. El único objeto disponible era una silla, aparentemente de madera vieja. Justo en frente suya, situado en la pared se encontraba un botón rojo con un gran cartel encima que decía "PRESIONAME". Thomas no era de las típicas personas que siguen órdenes con facilidad, sin embargo no tenía mucha más opción debido a que la sala estaba completamente vacía, a excepción de la silla ya mencionada antes. Además, Thomas tenía una idea de para qué podía servir el botón. Lo pulsó y las cortinas metálicas empezaron a subir lentamente, destapando el secreto que se ocultaba al otro lado de cada ventana. Thomas observó a su alrededor, feliz de haber acertado en su teoría. Detrás de cada cristal se encontraban salas semejantes a la suya, solo que en algunas no había nadie dentro. Aproximadamente había 4 salas más a su lado derecho y 4 más a su lado izquierdo, por lo tanto, teniendo en cuenta la fila de atrás, había un total de 18 salas, de las cuales solo 15 se encontraban ocupadas, incluyendo la suya.
Una voz aparentemente distorsionada empezó a resonar en toda la sala, sin dejarle tiempo al chico para analizar el aspecto del resto de participantes.
- Bueno, pues aquí está el último de vosotros, a ver que busque el discurso... ¿Donde lo dejé? - Se escucharon varias cosas cayéndose al suelo y diversos golpes. - ¡Aquí estás! Oh, ¿estaba el micro encendido? Ups, haced como que no habéis oído nada ¿vale?
Muy bien. - carraspeó un momento antes de empezar el ya mencionado discurso. - Felicidades por pasar la primera prueba del test ultra mega secreto de las matemáticas hiper ultra secretas. - Todos miraron con cara de extrañados. - ¡No me miréis así! Se que no es el mejor nombre del mundo pero al menos tiene su gancho. Oh mierda, ahora sabéis que puedo veros, esto no estaba planeado para ir tal que así, ¡aún quedaban dos pruebas para saberlo! Mira, ¿sabéis qué? A tomar por saco el discurso. - Se escucharon varios papeles cayéndose al suelo, la misteriosa voz respiró profundamente antes de reanudar su monólogo. - Supongo que ya lo sabréis, pero de 800 personas sólo vosotros habéis conseguido encontrar la entrada oculta. Esto ya de por sí es un logro, ya que más de 200 personas fueron capaces de deducir que las dos entradas propuestas no eran las correctas, solo que estas se rindieron antes de encontrar la verdadera puerta. - A Thomas se le hizo un nudo en la garganta. Él había sido el último en entrar por lo que sí 3 de esas 200 personas hubiesen hallado la salida antes que él, Thomas no hubiese podido acceder y estaría fuera de la posibilidad de completar el test, lo cual sería una pena ya que él era la persona más inteligente en todo Python Hill, que 200 personas formularán la misma hipótesis que él no significaba absolutamente nada. - Por vuestra confianza, inteligencia, capacidad física y capacidad de observación, habéis conseguido acceder a la auténtica prueba para entrar a la mansión de Robert. - Se mantuvo en silencio durante unos segundos, Thomas observó como alguien movía su boca dos habitaciones a su izquierda, aparentemente hablando. - ¡Buena pregunta! El test al que han pasado el resto de personas es imposible de resolver. Las máquinas de corrección van a dar cualquier respuesta como incorrecta, de esta forma nadie va a poder acceder a la casa a través de la inmobiliaria. Está totalmente reservada para alguno de vosotros, podéis estar tranquilos. - Otra persona formuló una pregunta 3 habitaciones a su derecha ¿Qué quién soy? Ya lo descubrireis en un futuro, siempre y cuando consigáis pasar todas las pruebas, claro está. - Al ver que aquella voz estaba respondiendo las preguntas, Thomas se decantó por formular la suya propia.
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La casa de 10 dolares
Mystery / ThrillerUna inmobiliaria ha puesto una mansión perteneciente a un famoso matemático por un precio de 10 dolares. Parece un chollo ¿verdad? La única pega que tiene la casa es que tienes que pasar un test, un test aparentemente imposible... O eso se creía