~Quiero quedarme contigo~

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La primera vez que lo vio, pensó que era un niño bastante común, de esos que te encuentras caminando por la ciudad, en manada. No tenía una apariencia excepcional como él, más bien, un frágil y delicado cuerpo que lo hizo dudar de su género. Y el cabello rizado que adornaba su cabeza, era de un tono verdoso, que le recordaba al pasto, al tranquilo césped que veía cuando sus padres lo llevaban de vacaciones al sur. Le indujo en una sensación de tranquilidad, que él no se esperó.

A su vez, el otro, cuando lo vio, sintió que estaba ante un chico genial, de esos únicos, que en la calle se distinguen de los demás. Se percató de su apariencia tan altanera, con tintes salvajes, que probablemente en un futuro florecería, pero aún así, no incitaba miedo, más bien, respeto. Y aquel cabello rubio en punta, como si estuviera chamuscado en cada una de sus esquinas, ciertamente se veía desgreñado como el suyo. Sin embargo, en una versión demasiado cool, que hizo que sus ojitos brillasen de la emoción, justo en el instante en que su mirada chocó con la del contrario.

Hubo unos incómodos segundos de silencio, donde el palpitar de sus corazones era el único sonido viviente, y la visión del otro era lo único que existía.

Ninguno entendió por qué no podían apartar la mirada, a pesar de que empezaba a ser molesto, simplemente no querían hacerlo. Mas, Izuku fue el primero en visualizar el pavimento de la vereda. Katsuki alzó una ceja al ver eso, para luego terminar chasqueando la lengua mientras miraba el techo de la cafetería con las manos en los bolsillos. Aparentando distracción.

— ¡Katsuki, compórtate! —regañó su madre, poniendo una mano sobre la cabellera rubia, y agitándola tan ferozmente que remecía la cabeza del dueño.

Izuku no pudo evitar pensar que aquel rudo chico se veía muy tierno en esos momentos.

—Discúlpanos Inko. Este niño todavía tiene algunos problemas de modales, pero ya estoy búsqueda de una "cura". —resaltó lo último mirando de reojo a su hijo.

—No te preocupes. —rio la mujer regordeta, pero con tanta ternura encima, que se notaba que era la madre del tímido niño a su lado. — ¿Nos sentamos?

Una vez instalados en la cafetería, Izuku se mantuvo cabeza gacha y Katsuki de brazos cruzados lo miraba amenazadoramente, buscando y buscando... ¿Qué? Él no lo sabía.

— ¿Cómo está tu esposo? —preguntó Inko dando un sorbo al café recién pedido para ellas. Los niños comían una copa de helado.

—Bien, te envía saludos como siempre. No pudo venir porque está trabajando, pero ya sabes que el interés estaba.

—No te preocupes.

—Y bien, ¿qué era eso tan urgente?

Izuku Midoriya había escuchado de su madre, igual que Katsuki Bakugou de la suya, que esas dos mujeres eran amigas desde la secundaria. Muy buenas amigas, que aún seguían en contacto, pero luego de casarse había tenido más problemas para verse, debido a los hijos, los trabajos, etc. Finalmente habían acordado esta cita a pedido a Inko.

—Verás, sé que esto es repentino, pero... Tengo que viajar, como mi marido murió hay unas cosas en el extranjero que nos pertenecen, pero dicen que tengo que ir personalmente a buscarlas, no pueden ser enviadas... y si salgo, no sé cuánto me tarde e Izuku debe seguir yendo a la escuela...

—Ya veo. ¿A qué escuela va?

—A la primaria Hakone.

—Bastante lejos que la de Katsuki.

—Mira, si no puedes, yo...

— ¡No hay problema! Nosotros —abrazó a su pequeño— nos quedaremos con el lindo Izuku en lo que tu vuelves. —sonrió, mientras su hijo trataba de quitársela de encima.

Quiero quedarme contigo / I want to stay with youWhere stories live. Discover now