Melissa

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Aún seguía impactado, no tenía la menor idea de si lo que había visto fue real o solo mi cabeza mostrándome solo otra vez una de esas imágenes que solo podría soñar. Pasaron las horas y yo continuaba en clases, en realidad no tenía problemas ya que mis clases se basaban solamente en materias relacionadas a literatura y matemáticas cosas verdaderamente básicas que a mí me gustaba resolver de mil maneras distintas, no soy un genio, más bien mí el profesor explicaba bastante lento cosas que podías entender muy fácilmente pues la mayoría de mi grupo estaba preocupado con cosas como una disputa que dividió al salón por problemas amorosos de unos pocos, o pensando en la fiesta que tendrían esa noche y lo peor es que siempre me sentí que yo era un chico infantil, en realidad si lo era ya que pocas veces entraba a mis clases desde que empezó el nuevo semestre, me parecían casi todos personas con las cuales no podía entablar una plática de la cual encontrara algo interesante.

Un día como cada mañana solo me dispuse a llegar a la escuela y sentarme en una banca que estaba en la zona de descanso a leer un buen libro, no solía darme cuenta de nada mientras leía éramos simplemente el aire los pájaros y yo. Pero un día algo perturbo mi tranquila lectura, era una chica la cual sin querer dejo caer un monedero rosa de su mochila yo solo voltee y la recogí grite - ¡oye chica creo que se te callo esto! mi sorpresa fue grande cuando me di cuenta que era ella, la chica del día anterior ella solo la tomo y me dijo –Gracias. Liberando de su boca una sonrisa la cual por dentro de mí me hacía hervir la sangre, pero mi cara solo mostraba desinterés, y continuaba leyendo.

Esa tarde como las demás acudí a mi ensayo de jazz, nos encontrábamos ensayando para lo que sería nuestro próximo show de fin de curso yo estaba bastante nervioso ya que era mi primer protagónico en un número y no tenía la menor idea de mi coreografía, una nueva tanda de bailarines novatos se había incorporado al elenco entre los cuales se formó un grupo de 12 chicos los cuales éramos los 12 príncipes de Atlantis, representando a 12 poblaciones diferentes la cuales se conocían por la sociedad que llevaban de acuerdo a su clima y forma de vivir, yo me encontraba representando al príncipe de las montañas, príncipe de la región más fría de la isla y tenía como princesa a la mejor bailarina de la academia, ella era helena una chica la cual tenía toda su vida en ese academia, ella tenía una técnica y una gracia incomparables, me sentía de verdad muy nervioso en realidad no me podía concentrar solo de pensar que si algo salía mal todo sería mi culpa.

Al terminar la clase yo me quede esperando a que mi hermana terminara su ensayo, estaba conversando con un chico llamado Eliot el cual era un cantante y estaba ayudando con el show –oye tengo un pequeño favor que pedirte no sé si te interesaría ayudarme con una canción- Dijo el –La verdad necesito alguien que me ayude en el piano. –En realidad yo no sé tocar el piano solo tomé un mes de clases de escalas y nada más –le dije. –No importa será como ensayar una coreografía además tenemos un mes y solo son 2 canciones bastante repetitivas y sencillas. –bueno creo que no estará mal mientras no tenga que cantar- le dije, el solo me vio con cara de pícaro y dijo –solo necesito que seas mi coro. –eres un maldito loco, pero tendrás que entrenarme muy bien- Reímos y mis padres llegaron por mí y me dirigí a casa.

Pasaron los días yo seguía ensayando para ambos eventos y como nunca en mi vida había cantado en público me dedique a practicar en la banca donde solía leer, un día sin previo aviso, Emile una vieja amiga llego a donde yo estaba y me pidió que la acompañara con ella a su aula porque estaba aburrida y su profesor no había acudido y quería platicar con alguien, accedí y fuimos ella y yo estábamos abrazados en la puerta de su salón platicando de cómo había sido nuestro fin de semana, en eso la llamaron una amiga dentro de su salón, y fue y yo me pare al lado de la ventana y sentí una mirada justo en mi nuca y voltee. –Hola. - dijo la chica que me volvía loco –Hola soy Alejandro y ¿cuál es tu nombre pequeño duende en la ventana?, -dije yo lo que la hizo reír –mi nombre es Melissa, mucho gusto. –solo cruzamos las miradas un par de minutos y cada quien volvió a su lado. – "dios, dios, ¡Dios!" Pensé en mis adentros "como puede ser posible que solo le dijera eso que diablos me pasa soy Alejandro nunca me pasan estas cosas a mi" después de un rato de simplemente quejarme y odiarme a mi mismo, llego la hora de ir a casa, continúe ensayando día tras día, tratando de que las canciones coordinaran el sonido del piano con mi voz, pero no lograba concentrarme solo de pensar en Melissa, era su nombre lo que llenaba mi cabeza.

De el sueño al desveloWhere stories live. Discover now