1. El principio del fin.

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Creo que lo que nunca me gustó de mi vida era que parecía más de los demás que mía. Y está bien, creo, está bien que nunca dije nada en voz alta porque creí que hacían lo mejor para mí pero después de seis intentos de suicidios...chicos, creo que están fallando.

Hace dos años, cuando tenía quince decidí perder peso. Odiaba a la chica del espejo, no tienen idea de cuánto. Claro, esta sería otra estúpida historia de la bulimia y la anorexia, pero esperen, hubo algo más. Hubo alguien que después me hizo dejarlo y me dio la mejor satisfacción que pude haber encontrado en mis desordenes alimenticios. Me dio amor y me hice adicta a él. Pero vamos despacio, es una historia que debo detallar bien.

No sólo quiero que la lean, por favor, que se sienta.

Un día estaba en el baño, habíamos comido tanto esa noche y toda mi familia estaba en la piscina, si lo intento...no escucharían. Así que empecé. Bulimia en todo su esplendor.

— ¿Qué crees que haces?

Ahí estaba ese nudo en la garganta y el frío recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, mierda, mierda, mierda.

Me lavaba las manos y me frotaba la cara, esperando que no se noten mis ojos rojos por la fuerza con la que vomité.

  — ¿De qué hablas?

— El vómito, ¿crees que nunca me daría cuenta? Lianna, estás loca y tienes que parar ya o sino, te juro, te doy mi palabra de que lo cuento a mi papá.

Y...ahí está, Ginger, damas y caballeros. Me pregunto si alguna vez han idealizado la perfección, porque se los aseguro que Ginger es el prototipo perfecto, desde pequeñas siempre fue la delgada, la linda, la educada, la más sobresaliente, "¡qué niña para más educada!" Y creo que el único defecto de su vida, es tenerme a mí como hermana.
No quiero que se mal entienda esto, yo la amo. La amo con cada latido de mi corazón, y sé que ella igual, que ella me ama muchísimo pero, ¿me entiende? ¿Alguna vez alguien lo hará?

— No me llames loca, tú eres delgada, hermosa y tienes un novio perfecto con una familia perfecta.

"Loca" Cuando tienes problemas de desorden alimenticio esa es una palabra que no debería existir.

— Si vas a hacer pendejadas, al menos asegúrate de usar el privado en la computadora. Ya para.

Y ya no solo era loca; ahora pendeja.

Odié a mi hermana, la odié por no entender y la odié aún más cuando pudo haberme detenido con un poco de inteligencia y psicología, ella pudo haber detenido todo...pero en fin, Ginger fue una molestia los siguientes dos meses hasta que su novio de toda la vida le pidió matrimonio. Pasaba tanto tiempo en los preparativos que en mí y yo no podía estar más feliz por éso.

En el colegio mis amigas me elogiaban cada vez más, me invitaban a ir de compras con ellas, cosa que ellas antes evitaban porque sabían que a la tienda de ropa a la que ellas iban no había mi talla, ahora...ahora sí podía probarme esa ropa.

Y todo iba bien, iba todo tan bien hasta que ahí, tratando de subirme el cierre del señido vestido, la escuché. Era Katherine.

  —  Dime que viste el enorme trasero que tiene, sus piernas están grotescas.

Mi corazón se rompió, escuché como luego Nicole la callaba diciendo "silencio, silencio ella está al lado." Así que sí, Katherine...yo estaba al lado.

Mi corazón aún gordo y destruido se miró en el espejo y aunque la balanza decía lo contrario pude jurar cómo me vi más gorda que antes, me sentía sucia, me sentía vacía, nada era suficiente.

Cómo morir y no amar en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora