La mansión

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El recorrido del aeropuerto a la casa del Gran señor (nótese mi sarcasmo) duró alrededor de dos horas y media, estaba bastante retirada, yo supongo que es una casa de campo o algo por el estilo ya que está un poco a las afueras de la ciudad.

Cuando por fin llegamos me sorprendí al ver una gigantesca mansión estilo barroco que se notaba antigua pero muy bien cuidada. Para poder llegar a la entrada principal tuvimos que pasar por al menos 3 controles de seguridad en el que registraron al vehículo, al chofer y a mi. Sigo sin entender porqué me tuvo que contratar a mi si su casa (he de suponer que es suya) es una fortaleza que a simple vista es impenetrable, pero mi trabajo no es cuestionar, fui entrenada para seguir órdenes por más absurdas o ilógicas que fueran.

Cuando por fin llegamos a la entrada principal, en la puerta estaban una mujer de mediana edad con un uniforme de mucama y un hombre ya grande con un traje de pingüino, tal vez fuera el mayordomo. Bajaron a saludarnos y a ayudarme con el equipaje.

-Señorita Floyd, un placer recibirla- dijo la mujer sonriendo inocentemente- mi nombre es Anne y soy la jefa de mucamas de la casa, cualquier cosa que necesite, envíe a alguien para hacérmelo saber.

-Lo agradezco señora Anne, apreciaría si me pudiera enseñar mis aposentos para dejar mi maleta y ponerme a trabajar lo más pronto posible.

Anne se me quedó viendo como si fuera de otro planeta, a veces me pasaba eso porque mi voz no tenía cambios de tono perceptibles como la de las personas comunes y, a veces, eso descolocaba momentáneamente a los demás. La señora, se recompuso de forma rápida y me ofreció otra de sus amables sonrisas.

-Claro, por favor sígame- empezó a caminar junto con el mayordomo, volteé rápidamente para ver si Joe (el mastodonte del aeropuerto) nos seguía, pero no lo pude encontrar por ningún lado, así que empecé a caminar atrás de la señora Anne y el otro empleado.

El recibidor era completamente hermoso, tenía un candelabro grande y elegante, además de un tragaluz circular adornado. No había muchas cosas, lo que hacía que se viera aún más refinado y limpio. Había escaleras a ambos lados que se unían en la parte de arriba, como si de un palacio se tratara.

 Había escaleras a ambos lados que se unían en la parte de arriba, como si de un palacio se tratara

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-Señorita, ¿no viene?

La voz de la señora Anne me sacó de mis pensamientos, y me hizo darme cuenta que estaba más rota de lo que pensaba. Quedarme en medio de un vestíbulo contemplando su belleza ciertamente no estaba en los protocolos de entrenamiento, y eso me haría merecedora de un castigo peor que la muerte misma. Lo bueno es que mis instructores no estaban aquí para ver como quebraba cada norma que me habían impuesto.

Subí tranquilamente las escaleras sin mostrar ninguna emoción en mi rostro, para que ellos no se pudieran percatar del dilema que surgía en mi interior, ¿acaso el que mis instructores no me estuvieran vigilando me daba el derecho a romper las reglas y enseñanzas con la que fui criada? No lo creo, haría todo lo que estuviera en mis manos para serenarme y reparar las fracturas de mi condicionamiento para no sentir.

La señora Anne y el mayordomo me guiaron por una serie de pasillos que se me antojaron interminables, si no fuera por mi gran entrenamiento, estoy segura que estaría completamente desubicada. Finalmente, Anne abrió una puerta que estaba al final del pasillo y me hizo señas para que entrara primero. Mi mente quedó en blanco y olvidé totalmente el pacto que había hecho conmigo misma minutos antes.

Era una recámara parecida a las de los cuentos de hadas, antigua pero con un toque moderno, con colores dorados y crema que hacían que la habitación se viera sumamente elegante. Me encantaba, la aprovecharía al máximo antes de tener que regresar a los cuarteles de mi organización, en donde mi cuarto era de 2X2 metros y lo compartía con otra persona.

 Me encantaba, la aprovecharía al máximo antes de tener que regresar a los cuarteles de mi organización, en donde mi cuarto era de 2X2 metros y lo compartía con otra persona

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Le pedí al mayordomo que dejara mis maletas en la cama, ya habría tiempo para desempacarlas después.

-Gracias, me iré a empezar a trabajar, supongo que primero necesito conocer la mansión de pies a cabeza

-Lo siento señorita Floyd, pero el señor Belikov fue muy claro en sus instrucciones, y él desea llevarla a recorrer las instalaciones personalmente en cuanto se desocupe del trabajo.

Es un imbécil, como si me fuera a pasar algo que no pudiera manejar en su preciada mansión. Tal vez tenía miedo de que encontrara algo que no debía, pero no tendría porque importarle, si lo iba a cuidar necesitaba estar al tanto de todos los aspectos de su vida, no importa si quería esconder sus sucios secretos de mí, era mi deber saberlos para poder realizar un trabajo más eficiente.

Pensé de ignorar sus órdenes e irme a explorar por mi cuenta, pero si iba a estar alrededor de él por un tiempo, no me convenía empezar con el pie izquierdo.

-Bueno, no se puede hacer nada contra eso ¿o si?- dije con el tono más irónico que me fue posible conseguir, aunque no fue mucho debido a mi condicionamiento, pero inmediatamente me reprendí a mi misma, debo mantener la compostura- ¿puedo ir al gimnasio a ejercitarme por lo menos?

-Claro señorita Floyd, si desea cambiarse a algo más cómodo, la llevaré inmediatamente al gimnasio.

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⏰ Last updated: Mar 11, 2018 ⏰

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Un mafioso y su asesinaWhere stories live. Discover now