Quattor: Regresión

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Mi dolor sabe a chocolate con mermelada de limón en el centro. Sin darme cuenta lo he ansiado, y ahora que lo pruebo de nuevo me hace llorar de placer. La explosión cítrica de su clímax revienta las fisuras que había intentado cubrir con aguja e hilo, dejándome deshecha y convirtiéndome en lo que más he extrañado.

Una vez que experimentas algo tan fuerte y ruidoso dentro de ti, no hay forma que pueda erradicarse completamente. Como una mala hierba que nunca muere. Siempre prevalece un pequeño pedazo. Un pequeño pedazo de ego. Un pedazo de suciedad; de fealdad.

Se aferra tanto a ti que al final no notas que es un invasor, se vuelve lo único que existe hasta consumirte...

Ser destruida, toda la tú que conoces y conocen, es verdaderamente hermoso.

Es cómo si a través de los años recogieses todos los colores que el mundo tiene para ofrecer: azules sensuales y maliciosos junto con magentas tímidos y furiosos. Colores que se aferran, reclamando su lugar dentro de ti.

Pero esto los borra. Te despoja de todo lo que has conocido, te entierra en una regresión completa, para que solo haya lugar para él.

El abandonarse a sí mismo puede ser hermoso, mas no romántico.
Es sucio y sangriento. Es dolor que se enreda en tus costillas hasta que terminas arañando la tierra, sollozando por aire. Es el epítome de la experiencia humana y la crudeza. Es repulsivo y tramposo; un aliado a medias. 

Mi dolor es seguro. Es reconfortante... lo único que nunca me abandonará.

No tengo voluntad para abandonarlo... no tengo voluntad para dejarlo abandonarme.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2017 ⏰

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