Don't let me down || Harry Styes

Introducción.

Mierda. Llego tarde, bastante tarde.

El molesto ruido del teléfono interrumpió mis pensamientos.

-¿Sí?

-Mackenzie, ¿se puede saber dónde diablos estás?

-Lo siento papá, estoy de camino, tardaré diez minutos - espero que esa excusa sirva.

Ni por asomo podía contarle la verdad, ¿contarle que he estado con Lucy?, no.

Con lo mucho que la odia acabaría castigada de por vida, aunque realmente no acabo de comprender por qué su odio hacia ella.

Lucy fue la primera y única en acercarse a mí, gracias a ella pude sentirme que formaba parte de algo, que para alguien era importante.

-Está bien, pero date prisa, ahora te veo cielo, te quiero.

Al cabo de unos quince minutos llegué a la puerta del gimnasio el cual era dueño mi padre. Era muy importante para él porque después de ser abandonado por mi madre, fue el único ingreso económico que teníamos y gracias a eso, pudo mantenernos y darnos algunos caprichos.

Cuando entré me quedé impactada, había cambiado mucho desde la última vez que estuve aquí, mi padre no era muy fan de verme aquí junto todos estos hombres boxeadores. Eché un vistazo alrededor y vi a mi padre hablado con un chico, muy atractivo, de pelo rizado.

Parecía enfadado, apretaba con fuerza los dientes, lo cual hacia que resaltara su mandíbula. Asustaba un poco.

Me acerqué insegura a ellos. No habían notado mi presencia aún.

Hice un ruido con la garganta, lo que provocó la atención de ambos.

-Harry, ya continuaremos esta conversación en otro momento más apropiado-  entonces este tal Harry posó sus ojos esmeralda sobre mí, escaneándome de arriba a abajo.

Soltó un bufido y al pasar por mi lado me dio fuertemente en mi brazo con el suyo. Claramente el muy subnormal lo hizo aposta.

Gilipollas.

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