[4] Diversión Peligrosa

3.2K 274 60
                                    

Ofiuco.

Siempre que se despertaba temprano iba a buscarlo, recorría un extenso trayecto con sus pies descalzos hasta encontrar la habitación del otro.

Los terceros 91 días del año eran los más helados y silencios en los límites de Agua, sus dedos se congelaban y las piernas se le entumecían, pero eso no le importaba, si no llegaba a tiempo se regañaría a sí mismo.

No tardó mucho en atravesar tres o más pasillos cuando distinguió la puerta, con esos grabados que ya sabía de memoria y no dejaban de fascinarle.

Al entrar lo encontró, estaba en el centro de la habitación con escasa luz. Se veía concentrado por lo que haciendo el menor ruido se acercó como siempre a sentarse sobre la cama.

Lo escuchó susurrar cánticos, unos que se sabía de memoria -los habían aprendido juntos- mientras un aura violácea lo rodeada, el collar en su pecho con su signo grabado comenzó a levitar y de él se desprendían pequeños puntos de luz -similares a los que se veían en las tierras de Aire que según sus tutores se llamaban Luciérnagas- las pequeñas motas luminosas se esparcieron por todo el lugar danzando como si tuvieran vida propia.

Le fascinaba contemplar todo ese acto del mayor, pero más le encantaba verlo abrir por primera vez en el día esos ojos cobrizos misteriosos, que solo se posaban en él, acompañado con una sonrisa pequeña y un mínimo rubor en las mejillas.

Debía de tener una cara de bobo por lo que el otro se reía mientras se acercaba lentamente.

Una pequeña pelusa brillante pasó frente a sus ojos cortando el contacto visual, rápidamente la atrapó entre sus manos, sus ojos dorados se iluminaron al contemplarla, pero no pasaron más de tres segundos que ésta se oscureció.

Suspiró, le deprimía su naturaleza, su compañero era de oscuros cabellos y ropas como la noche, pero su interior desprendía una brillante luz cegadora.

En cambio, él, por fuera era como la pura nieve con albina cabellera, pero por dentro solo se encontraba la negrura de lo infinito.

Gruñó aplastando el negro charco que se había formado en su mano, se sentía maldecido, podrido por dentro. Si no fuera por sus tutores y el chico junto a él ya habría dejado las tierras hace bastante tiempo.

Si tan solo la oscuridad no representara a la muerte.

Si tal vez pudiera disfrutar convertir lo puro en charcos de oscuridad.

¿Le dieron a elegir el poder de las tinieblas o fue pura coincidencia? Según le habían dicho, solo existe lo inevitable.

Demonios, de seguro su rostro se mostraba afligido por pensar así y seria regañado, lo podía saber con tan solo ver la mueca que formaba su opuesto.

Éste se sentó a su lado y lo abrazó. Odiaba esto, lo hacía ver débil, odiaba todo, ya no quería tener que depender de los mayores, su potencial era bueno, el mismo, pero no lo entendía, lo... odiaba.

¿Por qué? ¿Por qué siempre huían de él? ¿Por qué nunca podía detener sus lágrimas? ¿A caso no había llorado lo suficiente ya?

L-lo odiaba, p-por ser luz, por no tener defectos, por ser el único que lo veía llorar y quebrarse, porque siempre estaba ahí para consolarlo, por estar más cerca del cielo mientras él estaba más cerca de infierno, lo... Se odiaba. Ya no-

-Hey, cambia esa cara y.... recuerda, la luz solo podrá ser controlada si hay oscuridad, mientras más brille la luz más fuerte será la sombra, el uno sin el otro no son nada, se complementan... Yo no soy nada sin ti.

Nightmare Zodiac [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora