Capítulo 1

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Con el pasar del tiempo todo cambia, incluyendo a las personas y Yamaguchi Tadashi no era la excepción. Su vida hasta este punto había tenido bastantes subidas y bajadas antes de llegar a tener la tranquilidad y estabilidad de ahora, tuvo muchos momentos malos, pero como siempre las cosas buenas abundaban, las sonrisas, las buenas noticias, etc. Uno de sus mejores momentos fue cuando tuvo en sus brazos por primera vez a sus hijos, sus mellizos, Natsuki y Haruki, otro momento similar fue cuando descubrió que tendría otro, al principio la noticia lo tomó por sorpresa, pero ¿A quién no? Sus pequeños apenas habían llegado a los cinco años y ya tenía otro en camino aunque a diferencia de su primer embarazo en este momento él era alguien estable, no era un adolescente que apenas podía cambiar un pañal. Le encantaba su vida, sentía que por fin había encontrado su lugar o al menos eso creyó durante esos años.

—¡No quiero volverte a ver! — se escuchó un portazo seguido de la respiración agitada de Tadashi, estaba aguantando las ganas de llorar, de desplomarse ahí y no moverse en días, pero no podía, debía ser fuerte, por sus pequeños, debía sonreír y cuando la mañana llegue mostrar una sonrisa. Inhaló y suspiró repetidas veces tratando de regular su respiración antes de sentir las mejillas húmedas, sus lágrimas habían comenzado a salir sin su permiso junto que sentía una gran presión en el pecho pues cuando volteó pudo ver a su pequeño parado en el marco de la puerta con un puchero en los labios dando señal que estaba a punto de llorar. Caminó hasta él para tomarlo entre brazos y abrazarlo como si el mundo dependiera de ello, todo era tan difícil, sentía que sus fuerzas se habían ido, que había llegado a un callejón sin salida, se sentía como un muchacho que lo único que quería hacer era encerrarse en su habitación por días, y lo hubiese hecho de no ser que dos pequeños dependían de él. Hundió su rostro en el cuello de su pequeño dejando salir sus lágrimas provocando que el pequeño también comience a soltar lágrimas aferrándose al cuerpo del mayor.

— mami no llores. — dijo el pequeño rubio como pudo mientras sus manitas comenzaron a acariciar las pecosas mejillas del mayor.

— sí, sí, cariño, ya no voy a llorar ¿Si? Pero tú también debes parar. — le regaló una sonrisa haciendo lo que podía por parar su llanto. Se acomodó para poder sujetar al menor con un solo brazo y poder limpiar sus lágrimas con delicadeza haciendo que poco a poco el llanto de ambos vaya parando.

Yamaguchi Tadashi se había desplomado frente a su hijo, un pequeño que acababa de cumplir cinco años y no entendía nada, no entendía que desde aquel momento su vida cambiaría y que tendría que ser fuerte. Lo acomodó entre sus brazos acariciando sus rubios cabellos mientras caminaba por la casa tratando de hacer que el pequeño duerma, para su suerte no había comenzado con las típicas preguntas, agradecía que no era un pequeño curioso pues no sabría qué decirle, no es como si pudiera decirle: "eché a tu padre porque me está siendo infiel con la chica de la tienda que le andaba moviendo la cola" no podía, ni él mismo podía asimilarlo, peor un niño. Una vez dormido lo fue a dejar a su respectiva cama al lado de la de su hermana que dormía plácidamente, se quedó ahí unos minutos velando el sueño de sus hijos, era como si estuviera recargando fuerzas para lo que se venía.

¿Qué haría ahora? Fácil, llorar, llorar hasta quedar seco, hasta que sus lágrimas ya no puedan salir y hayan limpiado cualquier rastro de miedo he inseguridad. Apagó las luces de todas las habitaciones antes de entrar a la suya y ni bien tuvo la puerta cerrada dejó salir todo, estaba sentado en el suelo apoyado en la puerta mientras sus brazos abrazaban su vientre ligeramente notorio, no podía creer que hace tan solo un mes estaba festejando el cumpleaños número cinco de sus hijos y la noticia de que había alguien creciendo en su vientre. Quería correr a los brazos de su hermana y desahogarse, quería que le dijera que todo esto es un mal sueño, que pronto despertaría y volvería a aquellos días en dónde nunca creyó que algo así sucediera.

Aún Te Quiero...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora