Nudes [JiJi]

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Hong Jisoo era fotógrafo de profesión.
Si, de esos a los que les pagan por ofrecer su tiempo y pasión por fotografiar cuerpos y hacerlos hermosos.

Pero a él eso poco le importa. Y es que Jisoo no siente ningún gusto por los cuerpos vestidos.
Él cree que la belleza absoluta está en los cuerpos desnudos. Ya sean de personas altas, bajas; delgadas, gordas; negras, blancas; hombres mujeres...la belleza está en la desnudez. Y él es la persona adecuada para sacar esa belleza a la luz.

La pena es que las pocas veces que le contratan para fotografiar desnudos son para catálogos de juguetes, ropa interior o semejantes y le piden o fotos simples, o sexys o centradas en el objeto. Podía contar con una mano las oportunidades que había tenido de hacer una fotografía mas artística de desnudos.

Podría dejar su empresa de fotógrafos y ser freelance, pero con nada más que veintidós años, con casi nada de experiencia profesional y en un mercado tan concreto...no tenía garantías de éxito.
Por esa razón tenía miedo de dejar su empresa. Y debido al contrato no podía buscarse él sus clientes.

Era algo desolador, pero mientras que no cobrara por ello, podía fotografiar a gente de vez en cuando ya fuese cobrando o no.

Tal vez era algo ambicioso, pero era su sueño.

Desde que con poco más de catorce años había descubierto lo hermoso que era fotografiar cuerpos desnudos había querido dedicarse a ello.

Sus padres le miraban mal, sus profesores con compasión y su abuelo...ni mencionarlo. Pero era su sueño.

Igual que también era su sueño el encontrar a una pareja con un cuerpo hermoso. Un cuerpo sobre la media.

Si bien para él todos los cuerpos desnudos eran arte, quería encontrar a alguien que fuera igual de hermoso o hermosa con ropa.
Y que se dejara fotografiar.

Porque para él, tener a una persona a la que amar y poder atesorar con fotos que realcen todas sus virtudes...era casi una utopía.

Solo imaginarse convertir su propio dormitorio en un estudio...desnudar su cuerpo lentamente, decorar la cama...tal vez con rosas...o con pétalos de camelias rosas...Ayudarle a tumbarse entre ellas y prender los focos.
Fotografiarle dese arriba, desde un lado...poner algunos pétalos decorando en su vientre...y besarle cada vez que se acercara a ver las fotografías.

Tal vez alguna vez le dejaría atarle. Podrían hacer la sesión de noche, con poca luz. Tan poca que brillara solo en su piel. Él se encargaría de fotografiar toda esa belleza. Cada poro, cada nudo...

Pero estaba soltero.

Tenía alguien en mente, pero era algo imposible.
No solo le sería imposible acercarse a él, sino que también mirarle a la cara.

Porque esa persona era su vecino del edificio de al lado.
Si, el que se había mudado menos de tres meses antes y cuya habitación estaba justo frente a su salón.

El chico no era muy alto, pero pese a ser un varón tenía una complexión delgada y delicada como una chica.
Tantos días y noches observándole y fotografiándole desde la lejanía le habían permitido observarlo bien.

Si bien era bajito, su cuello era esbelto con líneas marcadas. Quería besarlo, dejar marcas y hacerle unas bellas fotografías. También quería dejarlas por sus hombros, ni muy anchos ni muy pequeños. Y por sus marcadas clavículas tan hermosas que incluso daban hambre.

Todo su torso parecía esculpido en yeso. No muy musculoso, pero aún así delgado. A lo personal opinaba que le faltaban unos kilos, pero apreciaba también las marcas de la delgadez.

Si todo lo dicho ya rozaba la perfección, una vez mirabas más abajo de las costillas era asombroso...completamente hermoso.

Su vientre ligeramente abultado como un bebé estaba decorado por un delicado ombligo que esperaba ser besado y enmarcado por unas preciosas líneas que bajaban hasta su entrepierna guiando la mirada a lo que probablemente era la única parte de su cuerpo que indicaba su masculinidad.

No era ni muy grande ni muy pequeño, lo adecuado para ese cuerpecito.

Más abajo sus piernas. En ocasiones depiladas y en ocasiones sin depilar, pero siempre igual de rectas, esbeltas y delgadas.

Y sus articulaciones...todas igual de hermosas y delicadas, de aspecto frágil pero tremendamente flexible.

En los días en los que había tenido el placer de verle con su novio había podido descubrir como de hermosa era la curvatura de su espalda al arquearse y lo bien que se veía realzando la suave curva de su trasero, como todo en él, ni muy grande ni muy pequeño. Lo suficiente para poder dar un pequeño mordisquito.

Sus manos, así como sus tobillos parecían haber salido de un cuadro. Perfectos, delgados y delicados pero a su vez con fuerza. Cada dedo te quitaba un profundo suspiro.
Y sus tobillos, adornados con una fina cuerdecita roja parecía que iban a romperle y hacerle caer, pero eran tan fuertes como su mirada y su mandíbula cuando se torcía.

Pero aún si su cuerpo era tan perfecto, su vecino parecía amar las piezas de ropa más anchas de lo normal.

Y eso sorprendentemente era agradable a la vista.
Las mangas cubrían sus hermosas manos, pero él se las arreglaba para que eso no fuera un inconveniente.
Tampoco lo era toda la tela que le cubría ya que pese a que podrían caber más de tres como él en cada prenda, aún se podía intuir su delgado cuerpo bajo ella.
Tal vez eres eso, el poder de la imaginación el que le hacía hermoso incluso vestido.

Jisoo no podía creer su suerte.
Aún no cabía en su mente que alguien tan perfecto, promiscuo y amante de la desnudez en la intimidad viviera tan cerca suyo.

Siempre dejaba la cámara cerca de la ventana e incluso había girado el sofá ya que era más interesante la ventana que la televisión.

Más de una vez había creído ser descubierto, pero por el momento no había encontrado ninguna denuncia en su buzón ni ningún novio celoso en la puerta.