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La cabeza me daba vueltas. Cada músculo de mi cuerpo se había vuelto completamente líquido y mi corazón estaba corriendo. Probablemente estaba aplastando a Sophie, pero, Cristo, no podía moverme. Mi cerebro se negaba a pasarle el mensaje a mi cuerpo.

Afortunadamente, no parecía importarle. Su rostro estaba presionado en mi cuello, su aliento jugando con mi piel. Sus dedos estaban sin fuerzas a lo largo de mi espalda, contrayéndose al azar con un espasmo leve haciendo eco de su pequeña vagina apretada.

Olía tan increíble. El fresco y limpio aroma de su cabello arremolinándose a través del aire para mezclarse con el erótico olor del sexo sin inhibiciones. Acostado allí con ella, encima de su cuerpo y todavía enterrado profundamente en su interior, nunca querría moverme de nuevo mientras viviera. Había tenido algo de sexo increíble antes, pero nunca me había venido de la forma como lo hice follando a Sophie Buchanan.

Su pierna se enderezó un poco, su pie acarició mi pantorrilla y me apoyé sobre los codos para mirarla. Por un segundo, sus ojos permanecieron cerrados antes que los abriera para mirarme.

—Gracias —sonrió aturdida.

No esperaba que dijera eso. A pesar que fue una mierda increíble para mi ego. Al inicio. Y entonces como que me golpeó, era algo así como que iba a continuar con un ―fue divertido‖ o algo parecido.

—Mmm... Por nada —murmuré.

Una risa dulce la recorrió; bajó la mirada hacia mi pecho por un segundo antes de llevar sus ojos de nuevo hasta los míos. Esta vez, sostenían una pizca de timidez, un toque de vergüenza.

—Para que lo sepas... esto no es algo que haga mucho. Como, nunca he hecho algo como esto.

—Como que deduje que el sexo con un desconocido no es lo tuyo.

—Es un poco fuera de lugar para mí.

No estaba seguro de cómo responder. No tenía idea qué decir. En parte porque todavía tenía mis bolas profundamente dentro suyo y cada movimiento y giro de su cuerpo enviaba una vibración débil a través del mío. Afortunadamente, continuó así que no tuve que decir nada.

—Esto fue un poco como, bueno... no estoy segura de lo que fue, pero tenía que hacer esto.

—Um, bien —dije, sin entender, pero también dándome cuenta de que se estaba preparando para explicarse y desaparecer. Toqué su rostro con la palma de mi mano, rozando su mejilla con mi pulgar—. Sabes, no tienes que explicarme esto. Puede que no tengas mucha experiencia con este tipo de cosas, pero eres jodidamente buena en eso, así que estoy seguro de que no me quejaré.

Se rió bajo y mi aliento se atoró por lo impresionante que se veía de cerca. Su rostro se enrojeció, sus labios se hincharon, sus ojos brillaron en mi dirección.

—Eso es muy dulce de tu parte. —Sonrió.

—Palabra de honor —juré.

—Tienes una gran cantidad de tatuajes para ser un boy scout.

—Bueno, ha pasado un tiempo, pero todavía recuerdo todo el asunto del honor.

Me moví un poco, provocando que Sophie respirara fuertemente mientras me deslizaba. Ese pequeño jadeo, ese sonido entrecortado, agitó de nuevo algo en mí. Jesús, era como el Viagra personificado. Ofrecí una rápida oración a cualquier deidad que pudiera estar escuchando para tener más condones en la cartera.

Me levanté de ella y me quité el preservativo, lo arrojé a la basura junto a una mesa cubierta con partituras y baquetas. Metiéndome de nuevo en mi pantalón, me volví para verla sentada y ajustándosela ropa también. Pasó los temblorosos dedos a través de los enredos que había causado y me miró con una repentina vulnerabilidad abrumadora que me atrajo más. Me arrodillé en el piso delante de ella, mis manos yendo a descansar sobre la suave piel cálida de sus muslos.

Copperline #1  (Edward Styles)Where stories live. Discover now