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ㅡ Señora Kim, su comida es lo mejor que me pasó en la vida luego de JiMinnie.

ㅡ Gracias, JungKookie, ahora, termina de comer antes de ir por JiMin.

A TaeHyung la situación le resultaba hasta graciosa.
Jeon JungKook estaba en la cocina de su casa devorando lo primero que la señora Kim le puso enfrente. Todo para que cuando llegaran al restaurante donde comerían pudiera pedir algo pequeño y gastar menos dinero.
Una buena estrategia para cuando se pierde en una apuesta con JiMin.
Madre e hijo intentaban no reírse del pobre Jeon, aunque TaeHyung si tenía razones para burlarse.
Al final, se había retirado del bar con la mejor sesión de besos de su vida y como bonus el teléfono de Min ocupando un lugar en su lista de contactos.

Ambos jóvenes miraron al reloj, apurados por distintas y bastante similares situaciones.
JungKook debía cumplir su apuesta con JiMin y TaeHyung iba a verse en una pequeña cafetería local con YoonGi. Definitivamente estaba nervioso. No era su primera cita con aquel muchacho, en realidad, si todas las veces que se habían cruzado en aquel bar que había comenzado a amar contaran, serían alrededor de nueve o diez citas, en realidad fueron más, pero ninguno iba a reconocer que se habían juntado alrededor de quince veces con escusas tontas solo para verse las caras durante el último tiempo.
Por increíble que sonara, Kim y Min iban casi todos los sábado a aquel lugar simple y solamente para verse. Aunque también tuvieron algunas salidas nocturnas diferentes, una vez fueron al cine y Tae aún conservaba su boleto, o cuando fueron al parque de diversiones donde el recuerdo que el menor guardó fue una tira de fotos en blanco y negro de aquellas cabinas fotográficas.

Quizás. Sólo quizás. Lo que sentía el castaño no era simple atracción física y pasajera, como JungKook decía. Iba más allá, un sentimiento real, lindo y duradero, de esos como los que JiMin amaba relatar en los pequeños escritos que hacía en sus tardes de aburrimiento.
Un sentimiento tan lindo y válido como el que sus dos amigos sentían entre sí.
Y el nerviosismo no era por ver a aquel muchacho, más bien era por lo que había planeado para esa tarde.
TaeHyung estaba preparado para dar un siguiente paso, realmente asustado frente al rechazo, más que nada porque podría arruinar muchas cosas. Pero daba igual.
Si no se atreviera a esto se condenaría a una amistad realmemte eterna.
Y sagrado cielo, no quería una amistad con YoonGi.
Quería más. Mucho más.

Salió de su mundo de pensamientos casi autodestructivos sobre los posibles escenarios donde sería rechazado frente a muchos de distintas formas nada bonitas cuando la figura castaña de su amigo se levantó.
Jeon se iría en cualquier momento, eso daba la señal del siguente paso de su plan.
Conseguir cómo ir a aquella cita.

ㅡ Yo... Muchas gracias por la comida, Mamá Kim. Me debo ir a recoger a JiMinnie.

ㅡ Todo sea por mi pequeño tacaño, espero que JiMin no te deje en bancarrota, aunque sabes que siempre puedes quedarte en la cama de Tae. A él le encanta el sofá, ¿verdad, cariño?

ㅡ Ajá, sí, claro. ㅡ Los otros dos estallaron en risas. ㅡ JungKookie, ¿un pequeño aventón al centro?

...

ㅡ Bien, evita todo lo que tenga más ceros de los que establecimos. Vivirás con JiMin y todo lo que quieras, pero seguro terminas en mi casa, ni pienses hacerlo. Ese bendito sofá merece la muerte...

El castaño asintió, Jeongguk también durmió a veces en el sofá sagrado de la señora Kim, el cual era genial para sentarse a ver televisión. Más no dormir en él, eso significaba el dolor de huesos constante por lo menos de una semana consecutiva.
Dormir en casa de TaeHyung no era opción.

ㅡ Hyung, le deseo buena suerte esta tarde, y sabe que ante cualquier caso, siempre y cuando yo no termine durmiendo en su sofá, mi hogar y el de ChimChim tiene un lugar para usted.

Realmente odiaba cuando Jeon empezaba con los calificativos de respeto, porque daban a entender que sus palabras eran totalmente sinceras, y que tenía un total apoyo a su persona.
Cielos, JungKook podría ser un gran imbécil que amara cortarle las esperanzas cada tanto, pero nunca lo haría a drede y con sinceridad. JiMin, JungKook y su madre siempre fueron su apoyo incondicional.
Y siempre habían estado unidos contra todo, desde que eran pequeños de ocho años que intentaban comprender la mala situación de la casa del menor de ellos y todas las dificultades que se les habían cruzado por el camino.
Ellos tres eran uno, no importara cuándo frío o calor hiciera, a cuántos kilómetros de distancia estuvieran, si uno necesitaba de los otros dos, irían a total velocidad a salvarse.
JungKook, JiMin y TaeHyung eran el ejemplo vivo de esa famosa frase; "Todos para uno, y uno para todos".

Agradeció a JungKook con un abrazo y respiró decidido.

Se limpió las manos en sus jeans y bajó del auto.
Había pedido a JungKook que lo dejara en la avenida principal del centro, a unas calles de la cafetería.
Mientras caminaba vio una florería, encontró las flores de temporada con una especial belleza. Su madre no era una aficionada de las flores, pero disfrutaba de tenerlas en su casa, por lo tanto TaeHyung conocía los significados de algunas.
La belleza de una de esas flores le recordó sin duda alguna a YoonGi.

Luego de comprar un pequeño ramo para regalar, fue caminando hasta la cafetería para esperar la llegada de su chico.

No pudo evitar sonreír cuando sintió un peso liviano en su espalda y dos manos cubrir sus ojos.

Mom, He's My Boy ㅡ TaeGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora