Capítulo 1: Trece Años Después

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No recordaba una helada como esta, en la mansión Lakeview era raro ver como la nieve que provenía de High Hrothgar caía en estos terrenos de Falkreath. En otras ocasiones un poco más comunes, la nieve alcanzaba a caer en el túmulo de las cataratas lúgubres y el viento arrastraba un poco los copos de nieve, algunos alcanzaban a llegar, otros no avanzaban ni un metro antes de se vaporizados por el sol.

La ciudad de Falkreath no tenía que pasar por esta situación, aunque no estaba completamente al lado, la garganta del mundo estaba justo a nuestro lado. Los ermitaños de Hrothgar deben haberse acostumbrado a este clima y esta situación, ¿Y cómo no? ¿Acaso alguna vez han abandonado el monasterio? Es una vieja edificación de piedra, el frio abraza eternamente las piedras del suelo y paredes, las bajas temperaturas no deben ser ya un inconveniente para ellos, al menos para los más viejos...

Mi madre estaba en Riverwood comprando leños para el fuego, mencionó que cuando llegara a casa sería mi turno para salir a casar un ciervo para un guiso, la cena de esta tarde. Lydia, mi tía, desde que papá desapareció se ha encargado de la reparación y mantenimiento del hogar. Ella cuenta como papá la trajo aquí y le ofreció administrar toda la mansión, desde entonces ha alimentado a los caballos, va a la mina cerca de Riverwood a extraer hierro, roca, arcilla, materiales para repuestos del hogar, entre otros. Ahora que no está, se siente en la obligación de realizar las tareas que él ya no puede hacer.

Yo estaba en el balcón de la sala oeste, ahí dormimos mi tía y yo, escuchaba el martilleo de mi tía, clavando nuevas tejas para el techo desgastado por los años. Miraba la mesa de encantamientos al fondo del pasillo. Mamá la mira a veces con melancolía, recuerdo que antes de que papá se fuera, él le dijo a mi madre:

"Una espada con buen filo es mortal, pero no todo muere de un solo golpe, un encantamiento ayuda bastante a facilitar el trabajo"

Siempre traía podrás de alma de sus viajes, traía objetos encantados que le encantaba sustraer sus encantos y estudiarlos y aprender los, adoraba sus pasatiempos.

Las piedras de alma eran algo muy común en los bolsillos de mi papá, le encantaba coleccionar armas, sobre todo encantadas, daño por sopor, absorción mágica, vampirismo, cualquier arma encantada era bienvenida a su colección.

El martilleo sonaba justo en mi nuca, estaba matándome, por lo que decidí salir de la casa. El exterior me recibió con el cacareo de las gallinas y el olor de la boñiga de las vacas, algo natural a este punto. Mis labores en la mansión involucraban el cuidado de los animales, mantener comestibles los alimentos y organizar la casa. La cocina era una tarea que teníamos los tres, solo había una tarea de la que se encargaban ellas dos solas, bajar por la trampilla, en la sala norte de la casa.

Escuchaba los cascos de Eyra, la yegua de mi madre junto a un hombre con un ciervo en otro caballo. Desmontaron y le ordeno al hombre dejar el ciervo al lado de la entrada. Parecía fresco y la herida mortal de una flecha estaba vendada para evitar que la contaminación de la carne. Comer ciervo era algo que no hacíamos siempre, cazarlos requería esfuerzo y aunque le dieras a uno con una flecha, la mayoría no suelen morir, por lo que: o sigues el rastro de sangre y pasas todo el día detrás de una presa que llama la atención de lobos o abandonas.

-Cazador, te he pagado una buena cantidad de oro ¿me juras que está recién cazado?

-Si, señora, podre ser un cazador furtivo, pero eso es motivo para que duden de mi palabra- era un elfo oscuro, uno viejo, parecía de fiar. Al comprar un ciervo, eso involucraba que ya no debía salir a cazar nuestra cena.

-Bjorn, encárgate de despellejara, y dile a tu tía que, si me puede ayudar a adelantar la cena cortando la leña para el fuego, yo me encargare de hervir el agua y preparar los ingredientes.

The Elder Scrolls: Skyrim El Hijo de DovakhiinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora