LOVE YOU

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-Elizabeth, te has sacado cuatro. No sé qué decir al respecto jovencita. Debe de esforzarse más; esto es Historia del Arte, no únicamente se estudia sino que se debe de entender. Leer para comprender... por interés personal... - comenzó el profesor ¡En voz alta para que toda la clase se enterase!

¡Cómo lo odiaba! ¡No era mi culpa si no sabía enseñarme bien! Me aburría como muerto dentro del cajón cuando daba su monótona clase. ¿No son los profesores los que deben de alentarnos y ayudarnos a sentirnos interesados con su enseñanza? ¡Porque éste no hacía nada más que preguntarnos cosas de niños chicos siendo nosotros unos pelotudos grandes de 17 años o más! Por ello me sacaba bajo siendo yo una chica que quería aprender; no sabía enseñar y así no me servía.

¡Vamos arriba profe! No era la única a la cual le iba mal en su materia, seguramente el 80% estaba en la misma que yo, así que mucho no me preocupé por su estúpido regaño.

-Sí, sí. Como diga - le contesté sin la mínima importancia, siguiendo en la mía.

Cualquier profesor normal me hubiera reprendido por mi forma de expresarme, pero él siguió repartiendo pruebas, mirándome como si yo fuera la retrasada que no sabía aprobar. Además de ser un fastidio andante era un idiota en potencial crítico. Joder, como deseaba que se fuera a la mismísima mierda.

-Me encantaría que te cayera un meteorito y así no verte más la cara, cabeza de chorlito - susurré ofuscada.

-Ya veo la vena sobresaltar de tu yugular - murmuró mi compañera, con la que mejor me llevaba dentro de mi salón, burlonamente -. Tú aura desprende una bruma tóxica verde y se darán cuenta por el olor putrefacto.

-Pues espero que les caiga un meteorito... mejor un asteroide tan grande como China a estos sabiondos - le devolví, copiando lo que el profesor escribía en la pizarra -. Por cierto, ¿cuánto te sacaste?

-Ocho.

-¡Estás sobornando a éste tarado! - casi grité, llamando la atención de los chismosos más próximos, importándome poco que mirasen.

Mi compañera se rió de mi cara, saboreando el que ella fuera capaz de aprobar esa bazofia y yo no. Fue ahí cuando mi odio a la clase y al profesor ascendió a un nivel máximo. Rodee los ojos y seguí en mi mundo, haciendo como sí nadie existiese.

Pero alguien sobresalía; él. Sí, aquel chico, el sociable, agradable y gracioso chico de ojos rasgados. Aquel que me tenía enganchada como polilla a la luz, como ladrón a la ambición de dinero. Había ingresado el año anterior de intercambio desde Corea del Sur a mí país. Hablaba coreano perfectamente (cosa que hacía llamar la atención de todos y que enloquecía a las chicas), inglés fluido y español de básico a intermedio. ¿Cómo lo sabía? Mi compañera, que conversaba con él, me lo contó. También sabía que su familia seguía viviendo en Corea, que él vivía junto a un amigo en un departamento en el centro, que le gustaba bailar y que era excelente cantando.

Y su nombre es Kim YouJin. Sí, el chico del que estaba colada y él que nunca se fijaría en mí. Esto lo tenía más que claro, sin embargo me convertía en una completa embobada al mirarlo cuando podía. Seguramente si lo supiera me hubiera denunciado por acoso visual en primer grado, pero no me culpen, era demasiado llamativo como para no darte cuenta de que se encontraba cerca.

Es que ¡joder!, su sonrisa; siempre noté que a pesar de ser súper hablador, al momento de sonreír era muy coqueto. No era de sorprenderse que fuera el centro de enfoque en el bando femenino tanto de la clase como del instituto. YouJin era muy amable, siempre compartía sus útiles con los compañeros, siempre ayudaba con los deberes a los que les costaba hacerlos. Muy comprensivo, atento cuando le hablaban y estudioso, con buenas calificaciones. Muy divertido a la hora de hacer reír a los demás.

Love You | Kim YouJin | KNKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora