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James Brooke había llegado a las costas de Londres a las cinco cincuenta de la tarde. El capitán Winslow le había dicho que llegarían a las tres sin más tardar desde Barcelona. Pero James sabía que su capitán estaba más loco que una cabra en las montañas.

Miró a lo lejos de aquellas casitas londinenses de tenues colores que daban la cara hacia el océano. Mientras que su casa, la última al final de la colina, se alzaba de entre los escombros como un titán. Sus enormes ventanales y grandes jardines, hacían que James se sintiera orgulloso de haber pertenecido a una honorable familia de burgueses de la gran potencia marítima.

Su esposa, Margaret Brooke reprendia a su ama de llaves por haber perdido la llave que daba al sótano de la casa.
Era la quinta vez que Ofelia la perdía y sin darse cuenta, la llevaba a los costados de los bolsillos de su falda.

Pero no era hasta que se ponía a jugar con el pequeño Marcus cuando escuchaba el tintineo de las llaves al momento de correr.
Tomaba la llave con ojos confusos, dándose golpes en la frente una y otra vez, llamándose tonta y distraída hasta que prometía -como siempre- jamás volver a perderla.

Margaret le tomó la mano como si fuese una niña chiquita, colocó una pulsera color plata en la muñeca de Ofelia y se aseguró de que la mirara fijamente por unos segundos. Tenía una llave soldada a ésta, sería imposible que la pierda, puesto que Margaret se aseguró de abrocharla bien.

"Creí que los perros eran los únicos que debían de llevar una correa" espetó , dejando caer unas gotas de saliva en el rostro de Ofelia.

Marcus miró a su madre del otro lado del sillón. Sintió un pequeño escalofrío cuando su madre avento la mano de Ofelia a la pared. La mujer sólo puso una mueca de dolor, pero no hizo ninguna queja.
El pequeño tomó su conejo de peluche en brazos y salió corriendo del lugar.

Subió por las escaleras en forma de espiral. Miles de fotografías familiares le miraban fríamente mientras subía, o esa era la sensación que Marcus tenía al momento de ver a sus tatara abuelos en aquellos marcos viejos.

"Ellos vendrán por mi mamá" contó una vez a su madre mientras estaba arropándolo para dormir.

"No digas tonterías hijo, tu familia nunca vendría del más allá para hacerte daño" tomaba el peluche favorito del niño y lo acomodaba a su lado. "Si algun día vienen a visitarte, es porque eres un buen niño y desean conocerte"

Claro que decirle a un niño de siete años que su familia regresará de la muerte en forma de espíritus flotantes, hacia pensar que también habrá fantasmas malos que querrían dañarlo también.

James tomó se acomodó en el asiento de su auto, miraba por todos lados como si fuese la primera vez que viajaba en uno.
Dejó de lado a pequeño portafolio y cerró los ojos en un intento fallido de imaginarse la gran alegría que tendría su esposa de verle.

Habían pasado seis meses desde que se embarcó en el "Helena" para ir a Barcelona a un supuesto trato de negocios.
Creído estaba el hombre, de que su mujer inglesa, no sabía de la existencia de su mujer catalana.

Sonreía orgulloso cada vez que Margaret le preguntaba sobre su viaje y está, tontamente se creía todo.

"Londres es un poco más alegre cuando usted vuelve mi Lord" dijo Bruno sin apartar la vista de la carretera.

"Haces que mi ego aumente un poco más cada vez que dices algo así" Bruno soltó una ligera risilla y miró a James por el retrovisor.

Ofelia junto con Franco y Eleanore estaban parados en la entrada de la gran casa de los Brooke.

Franco tenía en brazos un hermoso arreglo de flores que había comprado hace dos días para James. Siempre había sentido un especial cariño por su amo y agradecía cada centavo que le llegase a la bolsa viniendo de él.

Eleanore solía llamarlo lame suelas, ya que consideraba que tenía todos esas atenciones con el amo, con el fin de recibir más dinero del que debía.

"Espero que la mesa ya este lista, Franco" dijo Ofelia sin apartar la vista de la fuente del jardín.

"¿pero por quién me tomas querida? ¿cuándo he faltado a mis deberes por un de tus tantas estupideces? "

"¡¿crees que pierdo la llave a propósito?!" Dijo Ofelia claramente ofendida "¡Tu tienes un repuesto! ¿por qué te quejas conmigo si tu bien podías haber entrado a la bodega por la comida? "

Eleanore reía en silencio por las tonterías que soltaban esos dos. Cubría sus labios con la palma de la mano y sonreía para si.

Los quería, no había duda de eso. Pero solía imaginárselos como un par de hermanos discutiendo por una rebanada de pan.

El auto color negro estaba entrando por las rejas de la casa. Los sirvientes se callaron de inmediato y se pararon firmes para recibir a su amo.

James sonrió al verles por la ventana.

"Vaya que ya los extrañaba"

"Y nosotros a usted señor"

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Mamá

Gracias 2.1

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⏰ Last updated: Sep 26, 2017 ⏰

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EvanWhere stories live. Discover now