La Diosa del Amor en el Tiempo

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Los personajes no me pertenecen, son del mundo Supernatural. No espero ofender a nadie, solo escribo por diversión y son fantasías mías.

Los chicos viajaron en el tiempo a causa de un caso. Debían encontrar cierto artículo religioso que les ayudaría en contra de Lucifer. Castiel los ayudó a duras penas para transportarlos, pero como siempre, no se quejó, ni dijo cómo le afectaría en su salud hacer el dichoso viajecito. Castiel no fue con ellos, se quedó para poder regresarlos enteros y también, para que no vieran en la penosa situación en que se encontraría para recobrar fuerzas.

Sin embargo, todo resultó mal. No encontraron dicho artículo, o se equivocaron de época, no, quizás de año, porque estaban al principio del mil novecientos, debió ser una pista falsa. Después, cuando quisieron volver al presente, no pudieron, al parecer, Castiel necesitaba descansar más tiempo y debían quedarse en ese lugar un tiempo extra. Debían buscar algo que los ayudara a volver.

Sam y Dean se encontraban al medio de la plaza, afortunadamente, tenían puestos sus trajes de época, no muy reales, pero lo suficiente como para parecer de ese lugar. Estaban discutiendo sobre sus posibilidades para volver, cuando Dean quedó estático en su puesto como si lo hubiera golpeado un rayo poderoso.

—¿Dean? —preguntó Sam.

Volteó para seguir la mirada de su hermano y primero se sorprendió, para luego, sacudir su cabeza con fastidio.

—Sí, Dean, está muy bonita, pero no puedes...

Quedó callado, al ver que se acercaba directo hacia ellos. Sam sonrió al ver pasar a la dama tan elegante, con ese vestido de principio del siglo veinte y un sombrerito precioso. Su sonrisa se desvaneció cuando les dio directo una mirada a los dos.

Sam creyó escuchar un suspiro o algo así de su hermano, como si de pronto quedara sin aliento. Después supo lo que estaba pasando, o eso creyó.

—¿Dean? —tanteó.

Su hermano no le hizo caso, en vez de eso, siguió mirando como tonto a la chica, que acababa de pasar por su lado y seguía rumbo directo por la calle principal de tierra.

—¿Qué?...

Dean seguía impactado.

—Una chica, Dean, hermosa.

—¿Eh?

—No era una gran belleza, pero...

—¿De qué estás hablando?

—¡Dean!

Dean dejó botado, prácticamente, a su hermano y salió detrás de la chica. Sam abrió las manos en señal de extrañeza.

—¡Dean, estamos en un caso! —le gritó Sam a todo pulmón, pero el otro ni siquiera volteó a verlo.

Dean debía hablar con ella, aunque no sabía de qué, ni por qué, pero debía. Corrió todo lo que pudo para alcanzarla.

—¡Señorita!, ¡señorita! —le gritaba, pero esta no respondía.

Caminaba muy rápido con esos piececitos tan lindos y ese vestido tan largo, el cual tenía que recoger con ambas manos para poder caminar, ¿cómo lo hacía?

La chica entró a una librería, que para ser un pueblito pequeño se veía muy bien dotada, porque Dean, antes de entrar también, se detuvo a examinar los ventanales con algunas obras con empaste antiguo. La chica se perdió de vista, así que volvió a la puerta y entró. La campanilla anunció su llegada.

Un viejecito estaba en el mesón de atender, leyendo. La chica no se veía por ningún lado, pero quizás estaba entre los estantes. No sería difícil encontrarla, solo había dos separaciones y la librería era pequeña.

La Diosa del Amor en el Tiempo (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora