Como lo que venía siendo mi rutina desde ayer, me levanté a las 6:30 A.M por una rápida caminata y un desayuno exprés (ya que me llevaba una media hora poder levantarme de la cama y otra media bañarme). Por lo tanto, había llegado a la cafetería con cinco minutos de antelación, victoriosa.
Entré con una gran sonrisa en mi rostro a pesar de que estaba toda sudada por el gran calentamiento global que éste año había superado a todos los anteriores con sus calores. Cuando pude visualizar a Evolet sentí como mi corazón golpeteaba con júbilo.
—Ah, ya estás aquí—sonrió—. Justo a tiempo.
Me acerqué con regocijo, no pudiendo ocultar la emoción por comenzar a trabajar.
—Sólo recuerda que estás en periodo de prueba. Si dejas caer una sola cosa, ya sabes dónde está la puerta—señaló severa.
Mi sonrisa lentamente murió por la seriedad de su tono y carraspeé, recomponiéndome.
—No tendrás problemas—hablé convincente. Creo que intentaba convencerme más a mí que a ella.
—Eso espero—hizo un mohín—. Acompáñame, te daré tu uniforme y ya podrás comenzar. Angie va a ser quien te va a guiar por ésta semana—señaló a una chica castaña que limpiaba unas mesas mientras caminaba hacia un pasillo medio oculto por el mostrador.
—. Y si veo que estás lo suficientemente capacitada como para trabajar aquí comenzarás a movilizarte por ti misma.
La seguí mientras visualizaba todo mi entorno. Estaba algo fascinada por la cafetería, ya que Evolet logró ambientarla totalmente a los años 80, realmente se notaba el esfuerzo que había hecho en cada cosa. Estaba todo acomodado tan meticulosamente que podías imaginarte a ti mismo junto a una jukebox1 bailando alocadamente con todas las personas ahí presentes y sincronizando al estilo Beach Movie.
Me entregó el uniforme, el cual era una imitación de los vestidos de aquella época en color azul y cuando lo tomé en mis manos caí en la gravedad del asunto. Iba a trabajar en una cafetería y yo tenía experiencia nula en trabajos, ni siquiera sabía cómo atender a una persona correctamente. Entré en pánico, pero lo disimulé con una sonrisa que intentaba demostrar cuan contenta estaba por tener esa oportunidad.
¿Es muy tarde para renunciar?
— ¿Trajiste tu currículum?—preguntó mientras caminaba rápidamente hacia el frente del local, donde se podía apreciar una gran masa de estudiantes demasiado estridentes.
—Eh...—alcé mis cejas en confusión. ¿Acaso debía traer algo? Mierda.
Me miró resoplando.
— ¡Pero niña! ¿Cómo quieres que te contrate si no tengo ningún papel que me muestre tus datos y existencia?
Hice una mueca casi predecible y le sonreí, queriendo transmitirle tranquilidad.
—No se preocupe, se lo traeré mañana.
Negó revoleando los ojos.
—Es el último día que te lo acepto, si no me lo traes para mañana ningún trabajo será tuyo—me señaló con aquél dedo acusador, al cual ya le había tomado rencor.
Asentí sin emitir palabra, ofuscada. Ya me habían reñido demasiado, ¡Y ni siquiera había empezado a trabajar!
Miró a su alrededor, y cuando visualizó a Angie se dirigió hacia ella casi trotando.
—Encárgate de la nueva, me iré a casa a controlar que mi esposo no se haya mandado de las suyas de nuevo—masculló casi con desdén y, en un santiamén, ya se encontraba atravesando las puertas de salida.
Me quedé parada en el mismo lugar sin saber qué hacer.
Ay, madre, ya me estoy arrepintiendo de esto.
— ¡Hola!—Angie se colocó frente a mí, meneando su mano—. Sígueme, te diré qué debes hacer. Pero primero, debes ponerte tu uniforme.
Apreté los labios al darme cuenta que lo mantenía apretado contra mí con fuerza, como una chiquilla asustada. Casi quise reírme de lo patética que seguro me veía.
Me lo coloqué rápido, intentando no engancharlo en ninguna parte de mi cuerpo, y así no parecer más torpe de lo que ya me veía.
Angie comenzó a caminar hacia una mesa, y como un perro que sigue a su dueño, fui detrás de ella. Supongo que es lo que ella esperaba, ¿No?
—Buenas tardes—Angie les regaló una flamante sonrisa—. ¿Qué desean ordenar?
El grupo de chicas frente a ella, las cuales eran unas tres, observaron el menú que se colocaba en cada mesa y, luego de discutir entre ellas, pidieron un Iced Latte, un Iced Mocha, un Americano y unas papas francesas.
—Muy bien, en unos segundos estará listo su pedido—anotó todo en su libreta y se giró, dirigiéndose a la cocina que estaba a la vista de todos, detrás del mostrador.
La seguí en silencio, y observé como algunas personas ya estaban impacientándose.
— ¿Crees que puedes hacerlo?
Salté por su repentina voz y la miré, de repente sintiendo que podía hacer todo. Asentí repetidas veces y limpié mis manos en el delantal, quitando el sudor.
—Por supuesto—respondí segura.
Creía que iba a hacerlo bien, no es que el trabajo tenga mucha ciencia. Sólo es tomar el pedido, dejar el papel en la cocina, colgado, donde el cocinero lo pueda ver y entregarlo. Demasiado fácil.
—Bien, te toca atender aquella mesa—señaló detrás de mí, y me giré.
Detrás de mí, en una larga mesa contra la ventana, se encontraba Payton junto a Aaron y... todos los amigos de Aaron. Sí, en ese grupo se encontraba Alix. ¡Y eran mis jodidos primeros clientes! Estoy segura que esto va a ser un completo desastre.
¿Por qué, Dios?
Jukebox 1: Una jukebox, también conocida en castellano como sinfonola, gramola o rockola, es un dispositivo parcialmente automatizado que reproduce música.
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Cuando Me Recuerdes |CANCELADA|
Romance"Porque no hay marea que nos separe, y porque siempre llegaré a ti." Esta expresamente prohibido copiar o adaptar sin el consentimiento de la autora. Todos los derechos reservados.