CAPÍTULO 1 : EL DÍA EN EL QUE TODO COMENZÓ.

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Los truenos en el cielo rugen, la lluvia cae sobre el cementerio en el que me encuentro...
Estoy a punto de ir a enterrar a mi esposa entre relámpagos y luego me suicidaré yo,  ¿piensas que estoy loco?. No te preocupes es normal que pienses eso, yo nunca pensé que un simple error por descuido humano fuera capaz de hacer de una ciudad un infierno, en este momento si te lo preguntas estoy escribiendo esto en un húmedo cuaderno mientras la lluvia continúa cayendo. Mientras que la culpa me visita manifestándose en recuerdos y remordimiento que me insta a desear coger de una vez mi pistola para suicidarme de una vez mas no lo haré sin antes contarles como llegué aquí, a éste lugar y a ésta decisión. Les contaré desde el día que mi vida entro a esta nueva era, la era del fin. Mi historia es ésta...

Era un día soleado. Pero pese a eso había un viento muy fresco que te hacía sentir volar con el agradable soplo de aire cual caricia.
Yo estaba sentado en una banca del parque, pensativo y disfrutando de dicho viento. Saqué mi móvil del bolsillo y ví la hora, el reloj digital del móvil marcaba las 3:00 pm (15:00).
Mi casa estaba a menos de un kilómetro del parque. Decidí irme a la casa, nunca me imaginé que a partir de ese momento mi estancia en el pueblo se volvería tan extraña.
Mientras iba caminando, dejando  detrás el parque haciendose pequeño ante la vista por la distancia, pude observar que la calle y las casas parecían más solitarias de lo normal como si estuviera en una ciudad fantasma.
Llegué a mi casa, saqué las llaves de mi bolsillo y con ellas abrí la puerta para encontrarme con mi esposa sentada en un sofá viendo la televisión.
- ¿No has visto las noticias? - me dijo mientras bajaba volumen de sonido al televisor con el control remoto - la gente está muy asustada y han dicho en el noticiero que es mejor no estar demasiado tiempo fuera de casa o en lugares públicos.

Me lleve la mano a rascarme cabeza como confundido y le dije - ¿En serio?, ¿Por qué dicen eso?.

- Se trata de una nueva enfermedad, según dicen, es como una especie de rabia que hace que las personas se comporten distinto y les ocaciona demencia - me dijo ella.

- Sí, pero tranquila, ¿que te asegura que esa enfermedad llegue a la ciudad? - le respondí mientras le tomaba las manos.

- De todos modos hay que estar prevenidos, dijeron que es como infección pero que es progresiva y en cuestión de unas 12 horas la persona infectada estaría ya con la demencia que provoca la enfermedad y se comportan muy agresivas - me dijo ella.

- De acuerdo, tomemos precauciones, pero nada más para que te sientas más segura - le respondí con un tono de voz romántico.

- Gracias - me dijo ella muy complacida - ¿quieres comer algo?.

- Sí, pero prefiero ir a comprar algo en el supermercado que está cerca, ya que no podremos salir mucho compraré los suficientes alimentos para muchas semanas - le respondí mientras abría la puerta - regreso en un rato.

- De acuerdo pero no te demores demasiado - me dijo ella sentándose de nuevo en el sofá.

Entonces salí de la casa y vi que el día estaba mucho más oscuro que cuando entré a la casa, el viento soplaba con más fuerza. Esto me pareció raro pues hace unos minutos el día estaba perfectamente soleado y sin rastros de que lloviera, pero en el cielo las nubes grises se apoderaban de el volviéndose gris y nebuloso.
Suspiré y seguí con mi camino hacia el supermercado que estaba a unos 300 metros de mi casa, para comprar lo que le dije a mi esposa.
Llegué a la entrada supermercado después de unos minutos e ingresé para hacer las compras. Al entrar me di cuenta que estaba bastante solitario, no me sorprende por que mi esposa me ha contado lo que sucede, pero aún así se siente extraño.
Mientras estaba escogiendo lo que compraría escuché un sonido un tanto gutural dentro del supermercado pero no sabía exactamente de donde provenía. Así que seguí escogiendo los productos que necesitaría para estas semanas, sin embargo, el sonido se escuchó de nuevo pero esta vez más claro y me ha dado la impresión de que fue como un lamento entre una especie de agonía, así que fui a ver. Me dirigí hacia los baños para empezar por ahí, con un canasto de algunos productos que había tomado en mano. Al parecer no me equivoque al empezar a buscar por ahí, efectivamente de ahí provenía y al parecer lo que emitía esos sonidos era una mujer muriéndose pero al parecer su cadáver yacía en el piso y lo que escuché fue la agonía de su muerte o por lo menos eso pensaba.
Cuando terminé de seleccionar y empaquetar todos los productos me fui hacia la caja registradora donde cobran las compras realizadas por los clientes para avisar de la escena que encontré en el baño y para pagar pero la caja registradora estaba sin alguien que la manipule. A partir de éste momento el miedo empezó a invadir mi mente y por si lo pasado no fuera suficiente, volví a escuchar aquel sonido pero ésta vez activo mi corazón como nunca pues sabía que corría peligro y que la enfermedad de la que habló mi esposa ya había llegado a la ciudad. Derrepente escucho pasos que se acercaban a mi con un grito desgarrador vuelvo a ver y veo como la mujer que estaba tirada en el baño que ahora me doy cuenta es la encargada de la caja registradora daba pasos muy lentos y con los brazos extendidos al frente como intentar atraparme lo más pronto posible, sus ojos en blanco, sin iris, sin niña, solo en blanco. Abría la boca y parecía que estaba hablando pero solo salían sonidos guturales, como una especie de rugidos pero sea lo que me quisiera decir estoy seguro que no debería tomarle importancia u tomarle más importancia a lo que me quiere hacer, estoy seguro que no ha de ser caricias precisamente. Yo impactado con lo que veía apenas pude reaccionar, sin embargo lo hice, salí corriendo con las cosas en la mano como si no hubiera un mañana y regresé a la casa para refugiarme.
Cuando llegué a la casa, saqué desesperadamente la llave y abrí a la velocidad que me dio la mano para entrar casi de golpe a la casa. Cansado solo puse las llaves en una mesa que estaba cerca de la puerta, saqué el móvil y vi la hora, eran las 4:35 pm (16:35). Me senté en el sofá y llamé a gritos a mi esposa.

- ¡Ana!, ¡¿dónde estás?! - y agucé el oído.

- Estoy aquí - dijo ella saliendo de la cocina - he estado viendo que hay en la nevera para comer y se ve que hay bastante comida pero no viene mal lo que has traído.

Entonces suena el teléfono...

La Era Del FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora