En mi funeral todos hablan, todos quieren hablar y se pintan con una vergüenza invisible en los rostros formales, y tú te avergüenzas de tener que callar todo el tiempo de la vida que no hablaste. Y te encaminas a mi ataúd con una flor en la mano, ya morí para tus posibilidades, y reivindiqué en mi caída el derecho a amar con desesperación, el derecho inalienable de todo humano de amar con locura, ya abrazando estatuas, hasta abrazando estatuas. Y tú me miras de reojo desde tu lugar, mi piel mortecina, mi piel ceniza, y te estremeces un segundo como un brindis cruel, y sabes que debajo de mis párpados muertos: Ágape Inconsumible aún no se duerme. Cuanto pesó finalmente ese día: Todo el silencio del tiempo pesó por ese día. Todo camello pasó por el ojo de una aguja ese día. Cada palabra que nunca dijiste, cada expresión que se consumió en el alma, resucitó desde el silencio ese día, y como un Aqueronte fantasmal te inundaron por el resto de tu vida. Tú, ensayo en que la vida se ensaya, cráter donde se hunde el tiempo, donde se desgajan las palabras desanimadas en joyas de silencio y todos sonidos blancos y negros y grises. Yo, actor tras bambalinas, que alucina aplausos, con paranoia de lluvias de rosas, de vítores ensordecedores, yo, actor de comedias tristes, yo mantis solemne, levantando los brazos con reverencia para la luz, yo soy como un ex-campeón de la vida levantando los brazos, un maestro retirado, siendo humillado en la calle, despierto de sobre salto, aplaudiendo descolocado, desierto el horizonte, y oscuro el cielo, al menos hoy, desierto el horizonte. Yo soy un perro apedreado en la calle, soy una rabia bárbara contra todas las paredes, soy todos los golpes clamados que se queman en los puños, soy todas las causas perdidas en nombre del olvido, soy todos los perdones que no se pidieron, todas las victorias que no se ganaron, todas las predicciones no vaticinadas, todos los muertos no nacidos, los pasos no dados. Y más terrible que el hipo de cien perros botados a morir. Y tú sólo un resplandor más del cielo nocturno, que nace refulge y muere en una noche cerrada sin cielo, dispensable como un cretino. Yo soy los saludos que se nos queman en el alma.
YOU ARE READING
Y te mostraré el miedo en un puñado de polvo
PoetryPara aquello que encontraron su pregunta fundamental mirando una piedra